miércoles, 25 de septiembre de 2013

¡Palabra viva!


Francisco Aular

Lectura devocional: Hebreos 4:6-13    

Cada palabra que Dios pronuncia tiene poder y tiene vida. La Palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos. Hebreos 4:12 (LBLA)

Como ya les he contado, leyendo la Biblia un día –jueves santo, por cierto-, conocí la revelación de Dios en JESÚS como mi Señor y Salvador. En realidad, todo conocimiento de Dios para el ser humano es por revelación que Él nos hace de Sí mismo. Dios es quien cruza la brecha que existe entre Él y sus criaturas, permitiendo que lo conozcan, tanto a Él como a su voluntad, “para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2b). JESÚS es la máxima revelación que Dios ha hecho de Sí mismo, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30), así, vemos que Dios nos habla hoy a través de la fuente inagotable de la Biblia. Estas verdades las pude comprobar aquella tarde de abril de 1963, fecha en la cual inicié el estudio de la Palabra de Dios, y en ese viaje sigo. Me deleito en oír, leer, estudiar, memorizar, meditar y practicar las verdades bíblicas porque es la única manera de tener “poder y vida” en lo que somos y en lo que hacemos. Por eso puedo afirmar:  Es ¡Palabra viva!
Los invito a viajar conmigo por los escritos del Nuevo Testamento o Nuevo Pacto; en el Antiguo Testamento tenemos conocimiento de la Ley de Dios, pero en el Nuevo Testamento la Gracia es la reina de las doctrinas, “pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Ahora sí, demos un viaje por el Nuevo Testamento. ¡Vengan conmigo!
Atravesando el jardín, presenciamos el nacimiento del Rey de reyes y Señor de señores en Mateo: “Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (1:21). El telegrama de Dios al ser humano en Marcos: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (1:15). La Misión del Hijo del Hombre en Lucas, “porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (19:10). La divinidad de JESÚS en Juan, “en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). La ascensión de JESÚS y la venida del Espíritu Santo en Los Hechos y la Gran Comisión, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (1:8). Vamos al Seminario Teológico, cuyo rector es el Dr. Pablo de Tarso, y a toda la sistematización de la obra de Dios tratada en 13 cartas. Nos encontramos, de pronto, con las Epístolas Generales de Hebreos, Santiago, 1 y 2 de San Pedro, 1, 2,3 de San Juan, y por último con la de San Judas, el hermano del Señor. Es: ¡Palabra viva!
Todavía no salgo de mi asombro y, aun me espera el broche de oro de toda la Biblia, el Apocalipsis, que nos muestra el fin de la historia como la conocemos, y el descenso desde el cielo de la Nueva Jerusalén. ¡Allí está el Cordero de Dios, JESÚS, con todo su poder, majestad y gloria! Al finalizar este viaje con ustedes, caigo de rodillas y me uno al canto nuevo que entonaban los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,  la fortaleza y la honra,  la gloria y la alabanza!”. ”¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apocalipsis 12-13). Con absoluta seguridad puedo decirles que desde aquel entonces -1963-, siento un amor supremo por la Biblia, porque es: ¡Palabra viva!
Los que hemos creído en el Mensaje de la Biblia y su influencia bienhechora en nuestras vidas, durante septiembre de cada año, celebramos el mes de la Biblia, porque tal día como mañana 26, en 1569 se terminó de imprimir la primera Biblia traducida al español por Casiodoro de Reina. Esta versión posteriormente fue revisa por otro grande en la historia de la Biblia en español, Cipriano de Valera, por eso hoy la llamamos, versión: “Reina Valera”. ¡Bendito y alabado sea el Señor! Por hacernos llegar hasta nosotros su, ¡Palabra viva!
Oración:
Padre eterno:
Como el rey David puedo decir “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca”. Ayúdame a amar y vivir en tu Palabra. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No leamos la Biblia solamente para saber más, sino para dejar que ella nos transforme.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

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