martes, 30 de junio de 2015

Dios, a pesar de todo

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 40
Dichoso el que pone su confianza en el Señor
y no recurre a los idólatras ni a los que adoran dioses falsos.
Salmo 40:4 (NVI)

Un joven poeta llegó a la casa de Stéphan Mallarmé (1842-1898) para consultarle su opinión sobre un poema que se proponía escribir sobre Dios. “¡Hermoso asunto!”, opinó Mallarmé. “¿Verdad, maestro?, pero usted, ¡casi no me atrevo a preguntárselo!, ¿usted, cómo lo ve, cómo lo concibe?”, tomó Mallarmé una hoja de papel en blanco, y en medio de él, con aquella caligrafía segura y elegante que poseía, escribió: “Dios”. Después, dejó la pluma y permaneció en silencio. “¿Y qué, maestro?”, interrogó, al cabo de un instante, el joven poeta. “¿Y qué?, pues nada más. No cabe agregar nada a esa palabra”. Las consideraciones más variadas y profundas, las disertaciones más sutiles, y el poema más grandioso que pudiera concebirse, dirían menos que esas cuatro letras: cuando se escribe Dios se ha dicho todo y se ha escrito todo. Por esa razón, aunque algunos digan que se puede triunfar en la vida sin Dios, yo confío en Él.
Aunque algunos me digan que confiar en Dios y depender de Él es signo de debilidad, yo confío en Dios.
Aunque mis amigos me desamparen y me dejen abandonado en el camino a mi propia suerte, yo confío en Dios.
Aunque ruja la tempestad y los fuertes oleajes me amenacen y el peligro me rodee en medio de la oscura noche, yo confío en Dios.
Aunque mi cama esté llena de dolor, y las lágrimas hayan mojado mi almohada, yo confío en Dios.
Aunque la miseria haya tocado la puerta de mi vida y no tenga el pan de hoy, yo confío en Dios.
Aunque mi esperanza se esfume y mis ilusiones no sean satisfechas, yo confío en Dios.
Aunque mis planes fracasen y se trunquen todos mis propósitos, yo confío en Dios.
Aunque vea el triunfo de los malos y el aparente fracaso de los buenos, yo confío en Dios.
Aunque los impíos se enseñoreen y los piadosos sean menospreciados, yo confío en Dios.
Aunque la enfermedad me abata y el duro proceso de salir de este mundo me sea doloroso, yo confío en Dios.
Aunque mi enemigo, la muerte, me cerque y tenga fuerzas solamente para decir una frase, diré: ¡Yo confío en Dios!
Mi admirado poeta mexicano Amado Nervo (1870-1919) escribió varias poesías religiosa, entre ellas: “Tú”. Allí declara su amor incondicional hacia Dios porque en realidad, con un poema se puede decir mucho sobre confiar en Dios a pesar de todo.
Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa
hondura del vacío y en la hondura interior.
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.
Tú en el cénit a un tiempo y en el nadir;
Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre, Tú en la noche de bodas;
¡Tú en el beso primero, Tú en el beso postrero!
Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera y también
en las grandes ternezas de los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.
Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita: "Yo creo"
¡y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!
Oración:
Padre y Dios nuestro:
Hoy te siento en mi espíritu de una manera especial. Mi fe en Ti es inquebrantable. Que yo pueda decir como el poeta: “Con toda fe muerta, se agigante tu fe”. Siento un deleite especial al saber que vas conmigo y en mí. Hoy quiero ser un instrumento en tus manos, un vehículo para hacer en bien que Tú quieres que haga. Que mis manos sean tus manos para dar el pan al que lo necesite. Que mis labios sean tus labios para decir la palabra que edifique, que levante y que sane. Que mis ojos sean tus ojos, cuando explore las peligrosas rutas del camino. Que mi mente sea tu mente para pensar lo bueno, lo grande y lo noble. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Los ojos del SEÑOR están sobre los que esperan y confían en Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

lunes, 29 de junio de 2015

Alegría: La fuerza del amor

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Filipenses 4:1-7
Alegría: La fuerza del amor
¡Vivan con alegría su vida cristiana! Lo he dicho y lo repito: ¡Vivan con alegría su vida cristiana! Filipenses 4:4 (La Biblia en lenguaje actual)

Hoy me asomo al mundo y la deseperanza reina en el corazón de muchos; pero yo poseo en mí la alegría que es la fuerza del amor. Hoy haré todo con la alegría que Dios puso en mí, el día en que nací de nuevo, porque el gozo o la alegría del cristiano nacido de nuevo es inseparable de la obra del Espíritu Santo: "Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo" (Romanos 14:17; NVI). Una de las nueve cualidades que componen el fruto del Espíritu es la alegría en el cristiano: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría…” (Gálatas 5:22.23, NVI).  "…con gozo del Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses 1:6; RV60). La Biblia dice que una de las características de los primeros cristianos era la alegría contagiosa que poseían: "Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo" (Hechos 13:52; RV60).
Hoy mostraré a quienes me rodean que no es el propósito de Dios que el ser humano viva una vida negativa, derrotada y miserable. Sé que algunos piensan que ser cristiano es vivir siempre con la cara larga, triste, siendo retraído y esperando morirse para ser feliz en el más allá. Contrario a esto, la Biblia afirma que Dios quiere que vivamos con alegría, una vida hasta lo máximo, hasta la plenitud. JESÚS dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" (Juan 10:10b; NVI).
Hoy diré a los que me rodean que la alegría que ven en mí es la fuerza del amor de Dios en todo mi ser. Es un gozo que también está unido al hecho de que JESÚS es mi SEÑOR Y SALVADOR. ¡Qué hermoso es vivir para JESÚS y tener plena confianza en sus promesas!: "Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa" (Juan 15:11; NVI). Por otro lado, la alegría del mundo es pasajera porque su propósito es distraerme, divertirme momentáneamente, y muy a menudo, esa alegría es producto de los placeres del mundo, del demonio, y de la naturaleza pecaminosa en todo ser humano.
Hoy me empino y extiendo mis brazos hacia el cielo en señal de gratitud a mi Dios eterno quien tuvo misericordia de mí. No merecía su salvación hace más de cincuenta años cuando vine a Él. Todavía esa salvación no la merezco, ni la mereceré, porque es un regalo que el Padre nos ha dado en JESÚS. Mucho menos merecía el hecho de que el Espíritu me diera dones y pusiera en mí cualidades desconocidas, como su amor a través del fruto del Espíritu Santo. Cualquiera sea la situación que me toque vivir en medio de un mundo que no tiene arreglo, en medio de los problemas y tempestades de la vida, no pierdo de vista lo que el SEÑOR me prometió: "En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: — ¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:37,38; NVI).
Hoy me fijo en su promesa y tengo fuerzas para vivir en ella. No se me promete un riachuelo, ni un goteo, sino "ríos de agua viva", cuyas aguas, al compararlas, ni siquiera, la maravilla de las Cataratas de Niágara se le aproximan. No, yo no estoy aquí para andar quejándome por todo, y echar la culpa a otros por lo que me ha sucedido. No dejaré que nadie ni nada haga en mí una basura, que tape esa corriente de agua viva para otros.
Hoy dejaré que esos ríos de aguas vivas circulen a través de mí para calmar la sed de los demás seres humanos de mi generación. No lo haré en mis propias fuerzas, sino con la alegría que es la fuerza del amor.
Oración:
¡Gracias Padre Celestial por tu presencia constante en mi ser. Gracias porque estás aquí, ahora, conmigo. Gracias por tu amor derramado en mí por la presencia de tu Santo Espíritu. Gracias por la alegría desbordante que me produce tu amor. ¡Qué alegría saber que no estoy solo porque tu amor por mí es incondicional e infinito! Ayúdame, dame tu bendición y el valor de ser un testigo eficaz por dondequiera que vaya. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La felicidad es nuestra cuando abrimos la fuente de la alegría que el Espíritu Santo ha puesto en nosotros desde que creímos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

jueves, 25 de junio de 2015

Patria

Francisco Aular
Lectura devocional Salmo 137:1-8
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión (…) ¿cómo cantar las canciones del Señor en una tierra extraña?  Salmo 137:1,4 (NVI)

Hace algunos años, mi amigo el rabino Pynchas Brener de Caracas, nos compartía, la siguiente ilustración: Después de escuchar a su abuelo contar la historia del Holocausto judío, de cuyos horrores era un sobreviviente, el niño le preguntó: “¿Abuelo, nosotros somos el pueblo escogido de Dios?” “Sí -le respondió el abuelo-“. Entonces el niño con ese brillo de la inocencia en sus ojos, afirmó: “¿Por qué Dios no escogió a otro pueblo?”...
En efecto, Dios es el autor de todos los grupos étnicos y lenguas y delegó su autoridad para mantener a la sociedad en orden, al hogar, al estado,  a los gobiernos y a las escuelas. Así, la historia de la humanidad, formó, bajo la soberanía divina, a las diferentes naciones, sin embargo, escogió guardarse para sí una nación, con la cual ha tratado a través de los siglos: Israel. En el desarrollo de la historia de la salvación, el pueblo judío juega un papel importantísimo, en realidad, desde el mismo inicio de la historia, como la conocemos; así será hasta el final. Desde la venida de JESÚS, todos los cristianos nacidos de nuevo –tanto judíos como gentiles- formamos ahora la Israel espiritual, la Iglesia integrada por ambos pueblos: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.” (Efesios 2:14). En efecto, en Cristo-JESÚS, se ha formado una nueva relación, en donde tanto judíos como gentiles hemos nacido de nuevo, y ahora somos parte de la Iglesia triunfante, la Esposa del Rey de reyes y Señor de señores para siempre en la Patria Celestial. ¿Cómo puede ser esto? El Apóstol los describe como un poder divino, benéfico y eterno, del cual no debemos avergonzarnos: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16, RV60).
No hay que olvidar que todavía, nosotros estamos en la era prsente. Somos cristianos nacidos de nuevo, y el concepto de patria terrenal es importantísimo. Esto lo apreciamos mejor en el texto de hoy del Salmo 137 tenemos aquí una poesía que es una oda a la patria, es un lamento del alma, allí respiramos la nostalgia de la patria lejana, el gemido del que ha sido despojado por la violencia de sus hogares y de su nación; vemos el lamento de los de los que han salido al exilio, esperando volver. Ellos habían presenciado los horrores de sus compatriotas asesinados en las calles y en las plazas; sus esposas y hermanas violadas y sus hijos degollados; la barbaridad de ver a su amado templo destruido y los muros de Jerusalén derribados. A los más jóvenes se los llevaron cautivos, dejando ellos en el suelo patrio a sus seres amados. Sin duda, por el camino, de sus gargantas sollozantes, salían las hermosas canciones que desde la niñez solían cantar en sus hogares, en el trabajo y en el templo. Pero llegó el momento de guardar silencio, en medio de las burlas de sus opresores “sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas, y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría diciendo, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sión. ¿Cómo cantaremos cantos de Jehová en tierra de extraños?” (Salmo 137:2-4, RV60).
Así aprendemos, que la patria es el lugar en donde tuvimos el amor de nuestros padres, abuelos y otros familiares que iluminaron nuestro andar en la inocencia. Patria es recordar lo que nos fascinó en otro tiempo, que enardeció nuestro corazón al escuchar el nombre de nuestros héroes y sus esfuerzos por darnos una nacionalidad; el sollozo en nuestras gargantas al cantar la canción nacional, mientras los colores de nuestra bandera tremolaban en el viento. Patria son los valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos: El temor y obediencia a Dios, el agradecimiento, la amabilidad, el valor de la amistad, el amor al prójimo, la conciencia del deber, el coraje cívico, la cortesía, el respeto a los demás y a nosotros mismos, la educación, la compasión, la importancia de la iglesia y apoyo a sus planes, los momentos de felicidad y esperanza; en fin, todo lo bueno, lo puro y lo noble.
Mi familia y yo, hace 24 años que vinimos a una nueva patria, Canadá, que abrió sus brazos para recibirnos. Por aquellos días, -a principios de diciembre de 1990-, de la habitación de mi hijo mayor, Daniel, salieron las notas de una canción que oí por primera vez; mi corazón se llenó de recuerdos mientras la oía y las lágrimas fluyeron sin esfuerzo alguno. El autor de la canción es el panameño Rubén Blades. En ese entonces, Panamá estaba bajo la dictadura y el autor está conmovido. Confieso que moriré, recordando a la patria lejana, no con un sentimentalismo vago, sino como el que sueña que tarde o temprano ¡florecerá la esperanza y afinaremos el arpa, el cuatro y las maracas, y volveremos a cantar!
En momentos como estos, el alma se quebranta y quejumbrosa ora a Dios, porque nuevamente la patria sea como lo dijera don Rómulo Gallegos en Doña Bárbara: “Tierra ancha y tendida, toda horizontes como la esperanza, toda caminos como la voluntad. Tierra propicia para el esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera”. ¡Eso y mucho más es patria!
Patria
Ruben Blades
Hace algún tiempo
me preguntaba un chiquillo
por el significado
de la palabra patria
me sorprendió con su pregunta
y con el alma en la garganta
le dije así: Flor de barrio, hermanito
Patria, son tantas cosas bellas
como aquel viejo árbol
que nos habla y renueva
como el cariño que guardas
después de muerta la abuela
Patria son tantas cosas bellas
son las paredes de un barrio
de su esperanza morena…
Es lo que lleva en el alma
todo aquel cuando se aleja
son los mártires que gritan
bandera, bandera, bandera, bandera
No memorices lecciones
de dictaduras o encierros
la patria no la define
los que suprimen a un pueblo
la patria es un sentimiento
en la mirada de un viejo
son la entera primavera
brisa de hermanita nueva
te contesto, hermanito,
Patria son tantas cosas bellas
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Creador de todo cuanto existe visible e invisible, haz que llegado el día cuando las naciones desfilen delante de ti, mi patria esté allí. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Patria es el lugar en donde Dios nos puso para influir, para impactar y para cambiar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 24 de junio de 2015

¡Patria, oración y ayuno!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: 1 Timoteo 2:1-8
En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. 1 Timoteo 2:1-4 (NTV)

A Nehemías, un hombre laico, copero del rey Artajerjes, (465-424 a. de J.C), le llegó noticias de la patria lejana en los siguientes términos: “Las cosas no andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen grandes dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue derribada, y las puertas fueron consumidas por el fuego”. (Nehemías 1:3,4 NTV). Su reacción fue inmediata: “Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo”. (Nehemías 1:5 NTV).  Es más el libro que lleva su nombre comienza y termina en oración. ¡Patria, oración y ayuno! Se convirtieron en su lema y en motivos principales de su andar cotidiano hasta que volvió a su patria e hizo una labor, la cual sirve hasta hoy de modelo de liderazgo en la obra de Dios. Así que orar por la patria, no es opcional, es la responsabilidad de cada cristiano nacido de nuevo.
En efecto, la Biblia nos dice que Dios es el Autor de todas las naciones y los pueblos étnicos que a lo largo de la historia de la humanidad se han formado. También nos dice claramente que Dios quiere que las naciones le pertenezcan: “Qué alegría para la nación cuyo Dios es el SEÑOR, cuyo pueblo él eligió como herencia.” (Salmo 33:12 NTV). De esta manera Dios nos ha dado una patria, con un territorio con características particulares en donde además de las bellezas naturales, está lo más hermoso de una nación, su gente. Sí gente que viene y gente que va, gente que habla en una forma particular, tiene una cultura; una nación que aprendimos a amar, cuando nuestra madres nos dormían en los años de nuestra inocencia con sus cantos, ya pegados de sus senos, ya meciendo la cuna; patria es un lugar y también un sentimiento porque en ella hemos nacido, nos hemos criado, vivido y allí descansan, los restos de nuestros padres, y esperamos que un día su tierra se abra para recibirnos también a nosotros al final de nuestros días. Mientras tanto, oremos por nuestros conciudadanos, como dice este pasaje de hoy:En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos.” ¡Patria, oración y ayuno!
Pues bien, un día conocimos a través de la Biblia y por la obra del Espíritu Santo, la historia de la salvación; entonces, Dios nos salvó y nos dio la tarea de proclamar Su mensaje. Así somos ciudadanos de dos entidades, como hijos de Dios, nuestra ciudadanía está en los cielos; pero como hijos de una patria terrenal, nada de lo que sobre ella ocurra, debe ser ajeno para nosotros. Debemos gracias al Señor por la patria hermosa que Él nos ha dado; De esta manera, amamos al suelo en donde hemos nacido, pero amamos a Dios sobre todas las cosas. Así que: ¡Patria, oración y ayuno!
Ahora bien, no debemos confundir patria con gobierno. Los gobiernos son pasajeros, sus gobernantes tendrán que dar cuenta de sus acciones, tarde o temprano; ciertamente, nosotros debemos orar por la patria y por los que nos gobiernan, como lo dice el pasaje de hoy: “Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad”. La patria seguirá y trascenderá hasta los confines de los tiempos: “Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria.” (Apocalipsis 21:24 NTV). Hasta el final: ¡Patria, oración y ayuno!
Se espera que los hijos de Dios pongan su mirada en el cielo, porque el reino de Dios, como Dios mismo, es trascendente e inmanente. El Señor dijo: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), y Pablo, escribió: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Corintios 10:4 RV60). De esta manera, que la oración por la patria nos ayude a mantener la prioridad en lo eterno, y no en lo pasajero: Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.”  Como lo dijo Jim Elliot, antes de salir para llevar el Evangelio a los Aucas del Ecuador, y allí murió asesinado, lejos de su patria: “No es ningún tonto quien renuncia a lo que no se puede llevar, para ganar lo que no puede perder.”  Por eso, ¡Patria, oración y ayuno!
Pues bien, ante el llamado de la patria terrenal, no podemos ser indiferentes. Es necesario que oremos, ayunemos voluntariamente y cumplamos con nuestros déberes cívicos. Cuando llegamos a la tierra, la patria estaba allí; y cuando salgamos, allí seguirá. Ayudemos a reconstruirla con entusiasmo, fe, amor y esperanza para la honra y gloria de Dios. Convoquemos a los otros conciudadanos para hacerlo juntos hacia la unidad y el progreso. Los enemigos de la patria son muchos pero como un solo pueblo podemos vercerlos, como lo hizo Nehemías. De esta manera,  la Biblia nos dice que Nehemías cumplió su misión histórica aquí en la tierra, a la luz de su visión celestial: ¡Patria, oracion y ayuno!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, gracias infinitas por la patria que me has dado; la libertad que tengo en Cristo y la Razón para vivir. Ayúdame para anunciar tu reino y orar y accionar hasta que tu voluntad sea hecha aquí como en los cielos. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Mantén la oración y acciones positivas por la patria terrenal, sin descuidar, la prioridad de la Patria Celestial.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

martes, 23 de junio de 2015

JESÚS: SEÑOR de la Iglesia

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Apocalipsis 1: 1-8     
Yo soy el Alfa y la Omega -dice el Señor Dios -el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. Apocalipsis 1:8 (LBLA)

La casi olvidada doctrina del “Señorío de CRISTO” enseña que “La fuente última y final de autoridad cristiana es Jesucristo el Señor. Su señorío brota de Su eterna deidad y poder-como el ungido Hijo del Dios soberano-y de redención vicaria y resurrección victoriosa. Su autoridad es la expresión de amor, infinita sabiduría y santidad divina. Esa autoridad se aplica a la totalidad de la vida, y da integridad y al propósito cristiano, fortaleza y compromiso al cristiano y motivación para la lealtad cristiana. Demanda obediencia a los mandamientos de Cristo, dedicación a Su servicio, fidelidad a Su reino, y la más profunda devoción a Él como Señor viviente.
La fuente última y final de autoridad es Jesucristo el Señor, y cada área de la vida debe estar sujeta a su señorío.” (Ideales bautistas, página 3, Convención Bautista del Sur).
Consecuentemente, a JESÚS, se le llama SEÑOR “kyrios” 747 veces en el Nuevo Testamento porque este es el nuevo nombre que Dios le dio después que recorrió el camino desde la gloria eterna hasta Su muerte en la cruz. El Apóstol Pablo, lo explica en palabras que no dejan ninguna duda de lo que significa el señorío de JESÚS en las iglesias del primer siglo del cristianismo: “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente,  tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte,  ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:5-11, NVI).
JESÚS es el SEÑOR de la Iglesia porque Él, el Hijo de Dios creador del cielo, de la tierra y de todo el universo, de las cosas visibles e invisibles. En virtud de esto, JESÚS pudo aferrarse, sin embargo: “se rebajó voluntariamente” y se hizo ser humano, criaturas frágiles y limitadas, para acercarse a nosotros como la Vida Eterna, Regalo de Dios, nuestro Señor y Salvador.
Dios desde antes de que el mundo fuese decidió tener Su propia familia que le acompañará al final de los tiempos e hizo a los seres angelicales y a los seres humanos. Todo este plan estuvo sujeto a la obediencia de los seres creados hacia Su Creador. Pero tanto los ángeles como los seres humanos, fallaron en esa obediencia. Adán y Eva desobedecieron cuando fueron colocados en una posición ideal en el Paraíso. ¡JESÚS vino desde el cielo para enseñarnos a obedecer a Dios y regresarnos en Él al Paraíso! Se hizo necesario que Dios mismo se Encarnara en JESÚS: “Se humilló a sí mismo  y se hizo obediente hasta la muerte,  ¡y muerte de cruz!” Por ello, Dios lo ha hecho “kyrios” SEÑOR. Por eso, JESÚS está en Su derecho al decirle a Juan en la Isla de Patmos: Yo soy el Alfa y la Omega--dice el Señor Dios--el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
El gran titulo con que se conocía a JESÚS en las iglesias del primer siglo, era el de SEÑOR, esta palabra tiene un trasfondo que nos puede iluminar más, según el comentarista bíblico inglés, William Barclay. Primero significaba, amo o propietario. Luego se utilizó como el título oficial de los emperadores romanos. También es el título que se dio a los dioses paganos. Esta palabra fue la palabra que dieron los sabios judíos al traducir el llamado tetragrámatón “Yahvé” impronunciable para ellos por lo sagrado y lo pronunciaban “Adonai” SEÑOR. Hoy en día nosotros llamamos a cualquiera como señor González, señor García; pero en las iglesias cristianas del primer siglo, cuando llamaban a JESÚS kyrios, SEÑOR, lo reconocían como el Dueño y Propietario del universo; era el Rey de reyes y SEÑOR de señores y por lo tanto, SEÑOR por encima de toda realeza y señorío en este mundo; ante el cual los dioses paganos no eran más que ídolos mudos e impotentes.
Es evidente que JESÚS como SEÑOR de la Iglesia era el centro del mensaje cristiano. ¡Volvamos otra vez y sometámonos a Él y sólo a Él! El Apóstol Juan, al momento de escribir su Apocalipsis, está preso en una isla, lo veo levantar sus manos con sus cadenas temporales y soltar una alabanza que también es la nuestra, ¡JESÚS, SEÑOR de la Iglesia, retorna en triunfo!:¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos,  incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén.” (Apocalipsis 1:20).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Mi corazón está lleno de gratitud por enviarnos a Tu único Hijo, y darle ese título de SEÑOR. Permíteme en esta hora postrarme delante de Ti y someter todo lo que soy bajo Su señorío, poder y dominio. En el nombre que es sobre todo nombre, en el nombre de JESÚS, te pido todas estas cosas. Amén
Perla de hoy:
La obediencia al señorío de JESÚS es la respuesta a Su gran amor por nosotros.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar? 

lunes, 22 de junio de 2015

La iglesia en marcha

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Mateo 28:16-20
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. Mateo 28:19,20 (NVI)

¡Urgencia! Es la palabra de actualidad. En efecto, vivimos en el período más revolucionario de la historia del ser humano en esta tierra. Nunca ha vivido la humanidad una época de mayor urgencia, peligros y angustias como la actual. Nací en medio de una montaña en 1945, apenas finalizaba la Segunda Guerra Mundial; crecí en un barrio muy tranquilo a mediados de los años cincuenta en la gran ciudad de Caracas, la capital de Venezuela; estuve allí en ese tiempo de tantos cambios como fueron los años sesenta; en ese entonces, mis sueños más fantásticos no incluían los adelantos y maravillas de la era de la velocidad, y la urgencia de llevar el mensaje a través de estos medios.
Todavía me asombro cómo a mediados de los ochenta, mi amado discípulo, Kechenor Alcindor, de la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana, quien poseía un negocio de centro de copiado, me presentó, la máquina de enviar y recibir “faxes”… ¡Qué maravilla! Kechenor, recibió un fax que le envió un familiar desde el exterior, me lo mostró, y yo estaba asombrado con aquella carta en mis manos, pensando que en fracciones de segundos había viajado muchas millas para estar allí delante de nuestros ojos. Por supuesto, aquello era apenas el principio de tantos avances que la ciencia y la tecnología han puesto hoy al alcance de todos.
Sin embargo, los descubrimientos de la ciencia y los inventos que cada minuto surgen de la mente del ser humano, no han hecho posible que el hombre y la mujer de hoy sean más virtuosos que nuestros abuelos, y, mucho menos, hacerlos más felices. Al contrario, muchos diques que la humanidad había puesto para evitar el desborde de nuestra naturaleza pecaminosa se han desmoronado. Una inmensa nube de corrupción, vicios y maldades se ha hecho presente en todos los órdenes de la vida, todo lo envuelve, todo lo penetra y todo lo deforma. Sí, aquellos días en que el profeta Isaías predijo, ¡ya están aquí!:!Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20 RV60).
Hace muchos años el gran poeta romano Horacio decía: “Atrévete a ser sensato. Empieza hoy. El que pospone la hora de vivir como deber ser, es igual al rústico que para pasar un río aguarda a que acabe de correr todo el agua”. Confieso que me he angustiado y entristecido al escuchar el lamento de los hombres y mujeres de mi edad, que conocimos un mundo diferente al presente, pero no me quedaré en lamentos. No lo dudemos, el mundo está lleno de maldad y el mal se manifiesta en cualquier lugar, sin embargo, en medio de todo esto, tenemos que atrevernos a ser diferentes y proponernos a andar “conforme al corazón de Dios”. Efectivamente, Dios tiene un mensaje claro a su remanente fiel, en estos últimos tiempos. ¡El poder de Jesucristo y su evangelio no ha disminuido! ¡Vibran sus palabras cada día en los corazones de sus discípulos como ayer cuando las oyeron por primera vez sus Apóstoles¡ “Yo he venido para que tenga vida y para que la tengan en abundancia”; “porque el Hijo del Hombre, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”; “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”; “mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da, yo os la doy”; “No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”; “Yo nunca os dejaré ni os desampararé.”; “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” ¡No tenemos tiempo que perder, éste es el mensaje que cambiará al hombre y a la mujer de hoy! Dios no tiene otro plan. ¡Jesucristo es la única esperanza!
¡De esta manera, estoy convencido de que estamos a punto de contemplar un despertar espiritual como no lo hemos visto desde los días de Pentecostés! Dios tiene buenas noticias para nosotros y el resto de la humanidad: “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11 NTV). Esta es la hora de la urgencia de la oración, la evangelización y el discipulado que harán posible que la Gran Comisión que JESÚS, resucitado y glorioso nos dio sea posible:Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:19,20 NTV). ¡Levantémonos de nuestras rodillas, sequemos nuestras lágrimas, echemos bien lejos de nosotros los halagos o las críticas que nos postran, evitemos herir a los que como nosotros, luchan a nuestra lado, y marchemos como la Novia de JESÚS: "¿Quién es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones abanderados?" ¡Esta es la Iglesia del SEÑOR en marcha! ¡Manos a la obra!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy es el día de proclamarte como el amante Dios y Padre; ciertamente el enemigo trabaja bajo la oscuridad de un mundo perdido; la vida preciosa que nos has dado para estar en este mundo es breve, y los hombres y mujeres sin ti están “muertos en sus delitos y pecados”. Ayúdame ante todo a ser un testigo eficaz en conducta de fe, esperanza y amor para que la gente escuche tu voz a través de la mía. ¡Gracias Señor por ponerme en marcha al lado de tu Iglesia¡ En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Cuando la Iglesia del Señor se pone en macha, comienza a despoblar al mismo infierno.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

viernes, 19 de junio de 2015

Recuerdos de un padre

Francisco Aular 
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Deuteronomio 32: 1-7
Recuerda los días de antaño; considera las épocas del remoto pasado. Pídele a tu padre que te lo diga, y a los ancianos que te lo expliquen. Deuteronomio 32:7 (NVI)

Nuestro devocional de hoy estará basado en mi experiencia personal; se trata de la letra de una canción: Recuerdos de un padre, la cual escribí para todos mis hijos pero especialmente para Daniel y Frank; ellos fueron a estudiar a Estados Unidos desde nuestro país de origen, Venezuela; eso ocurrió en agosto de 1989. Imposible describir cómo queda el corazón de los padres cuando los polluelos levantan el vuelo y se van. Ser padres es una experiencia única. Eso lo dice, de manera tan magistral, el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco en su poema,  Los hijos infinitos: “Cuando se tienen dos hijos se tienen todos los hijos de la tierra…”. Mary y yo tuvimos cuatro. Por eso, en esa canción y en este día se unirán a mí, algunos momentos que compartimos con  los hijos que se quedan para siempre en nuestra memoria paternal.
Vemos en el versículo de hoy, la exhortación final de Moisés en el umbral de la muerte, nos habla de que los padres son el eslabón entre el pasado y el presente; por ello, los abuelos son tan esenciales en una familia, ellos nos recuerdan de dónde venimos y hacia dónde vamos. En nuestro caso como familia Aular Dámaso, ya nuestros abuelos se fueron, pero los momentos que vivimos con ellos se quedaron para siempre. Pero como familia, también hemos subido a las alturas y hemos cruzado el desierto y los valles; hemos llorado en los aeropuertos, en los hospitales, y en el cementerio; hemos disfrutado de nuestra familia espiritual en la iglesia; imposible decir todo lo que la iglesia ha hecho por nuestra familia; también algo que siempre hemos compartido juntos y ha sido el reírnos de nosotros mismos, al recordar las cosas graciosas que han ocurrido en familia; ciertamente, no hemos sido la familia perfecta, pero somos conscientes de que solamente en el cielo lo seremos.
Sin embargo, vivir juntos y en armonía es nuestro desafío pendiente, lo intentamos una y otra vez, porque en el futuro seremos perfectos. ¡No se afane usted ni su familia tampoco si no son perfectos!; ¡Dios lo sabe, pero inténtelo, no se rinda!
Volviendo a la canción: Sé que muchos padres se unirán a mí, con el mismo sentimiento que implican estos recuerdos; igualmente los hijos:
Recuerdos de un padre
Francisco Aular
Hoy he vuelto a pasar por tu escuela
donde todos los días te dejé.
Hoy he vuelto a abrazar tu almohadita
donde tú recostabas tu sien.
Hoy he vuelto a empujar tu carrito
donde echabas a andar tu ilusión,
que te hizo tu amado abuelito
y le puso rueditas de amor.
Hoy he vuelto a pasar por el parque
donde juntos jugamos tú y yo.
Y allí te volvías “gigante”…
Nadie, nadie, jamás te ganó...
Hoy he vuelto a asistir a la iglesia
donde fuimos a adorar al Señor.
Y crecimos juntos en familia
y aprendimos mil cosas de Dios.
Hoy he vuelto a leer tu vieja Biblia
que tu padre un buen día dedicó.
Y escribiera con letras sencillas:
“¡Hijo mío sé un hombre de Dios!”
Hoy he vuelto a orar con tu madre
porque Dios te bendiga mi amor.
Y aunque lejos estemos de ti:
¡Hijo mío, sé un hombre de Dios!
Oración:
Padre eterno, tú eres nuestro verdadero Padre y nosotros los pecadores, tus hijos pródigos. Al arrepentirnos y al ser aceptados como tus hijos en tu familia espiritual, es la base fundamental de nuestra familia en lo humano. Nuestra familia no es un accidente en el devenir de tu propósito como el Creador de la familia; tú nos has creado para ti. Nuestros recuerdos de cómo nos has bendecido en el pasado, nos anima a seguir viviendo para tu honra y gloria como individuos y como familia. Ayúdanos a ser misioneros de tu Palabra en medio de esta sociedad y de la familia que tanto te necesita.  En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
¿Qué puedes hacer por tu padre para honrarlo como el puente entre el ayer y el hoy?
Interacción:
https://mail.google.com/mail/images/cleardot.gif¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?