viernes, 27 de septiembre de 2013

Andar en la verdad con amor


Francisco Aular
faular@hotmail.com

Lectura devocional: 3 Juan 1:1-15

No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad. 3 Juan 1:4 (RV60)

Estamos en la ciudad de Éfeso y corre la última década del primer siglo del cristianismo. Un anciano de noventa años, de blanca cabellera, entra a la congregación en donde es miembro; usa un bastón en donde se apoya y debe ser auxiliado para llevarlo hasta el lugar en donde será sentado. Su voz es débil pero su lucidez mental, firme. El pastor de la iglesia lo aprecia, y nunca quiere perder la oportunidad de que Juan, el Apóstol y escritor, diga algo a la congregación, así que le da la palabra…, todas las miradas se dirigen a él, entonces, Juan se pone en pie y les dice: "Queridos hijos, ámense los unos a los otros". Cuando se le preguntaba la razón de su mensaje en todas las congregaciones por donde iba, respondía: "Es el mandamiento del Señor, y si solo esto se hace, es suficiente".
Juan fue el instrumento humano que usó el Espíritu Santo para escribir el evangelio de San Juan, tres epístolas, y el Apocalipsis. Su evangelio y las tres epístolas tienen una escritura sencilla y fresca, por eso, los que no están familiarizados con las Escrituras, los pueden entender fácilmente. El Apocalipsis es profundo pero su interpretación, debió llenar de consuelo y de esperanza a los primeros receptores, así como a nosotros en el día de hoy. Por mi parte, Dios usó el evangelio de Juan, capítulo diecisiete, versículo veinte, para hablarme, hace ya cinco décadas. ¡Alabado sea el nombre de Dios!
La verdad es uno de los temas favoritos de Juan; en su evangelio y sus tres epístolas hace alusión a la verdad, ¡cuarenta y cinco veces! Ser un creyente genuino, íntegro y leal fue la meta del Apóstol desde el principio de su vida cristiana hasta su final. ¡Esa debe ser nuestra meta también! En el comienzo de su ministerio, en su época infantil de la fe, Juan quería imponer la verdad de ser necesario por la fuerza: "Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía" (Marcos 9:38),  pero, JESÚS le enseñó que la verdad y el amor deben marchar juntos. Son la ternura y la compasión las que nos dan el amor que abre la puerta para que la verdad obre. Que el Señor nos permita andar en la verdad con amor.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Adonai, mi SEÑOR y Dios! Mi camino, la verdad y la vida. ¡Estar en Ti es tenerlo todo! Te damos gracias porque tu nombre no ha perdido nada de su antiguo poder para atraernos a Ti. Te pedimos que fortalezcas nuestros corazones y que nos animes a honrar tu nombre, aquí en la tierra y hasta que te veamos cara a cara. Te pido que yo pueda andar en tu verdad y en tu amor. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Decir y andar en la verdad mostrando el amor de Dios, es andar como Cristo, anduvo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

https://mail.google.com/mail/images/cleardot.gif

 

jueves, 26 de septiembre de 2013

Mi tributo a la Biblia


Francisco Aular

Lectura devocional: Jeremías 23:25-32

¿No es mi palabra como fuego--declara el SEÑOR--y como martillo que despedaza la roca? Jeremías 23:29 (La Biblia de las Américas)

Mi tributo a la Biblia es una celebración porque exactamente hoy, hace 444 años, Casiodoro de Reina (1520-1594), un hombre de una gran cultura intelectual, religiosa y filosófica, fue a toda prisa por las calles de Basilea para tener entre sus manos el fruto de sus esfuerzos, en medio de la gran persecución de parte del Tribunal de la Santa Inquisición. Me imagino a Casiodoro al ver el sagrado libro: Su pulso se acelera a medida que levanta el Libro hacia el cielo y da gracias a Dios por aquel momento. ¡Esa era la primera Biblia en español!, el lenguaje del pueblo, y desde ese momento, prácticamente, el idioma religioso, el latín, dejó de ser un impedimento para que cada español pudiera leer la Palabra de Dios en su propio idioma. Lo demás es historia preciosa que contaremos en otro momento.
¿Quién era Casiodoro de Reina? Había sido fraile en el monasterio de San Isidro del Campo, cerca de Sevilla, España. Conjuntamente con sus correligionarios abrazó la causa protestante, y se dispersaron por varios países del norte de Europa para evitar la cárcel, la tortura y la muerte. No fue fácil para Casioro de Reina huir, llevando entre su equipaje todos sus documentos, y entre ellos, el propósito para el cual Dios lo había llamado: Traducir la Biblia al español, directamente del latín y de los idiomas en que fue escrita originalmente, hebreo y griego. Ciertamente, aquel hombre había vencido y con él, todos nosotros que somos frutos del Libro de los libros, gracias a él, tenemos la primera versión de la Biblia en español, ¡Dios lo hizo!, porque su Palabra es “fuego y martillo que despedaza la roca”.
Mi tributo a la Biblia  reconoce que al celebrar hoy 444 años de aquella gesta hacia nuestra libertad en Cristo, sin embargo, “existe un analfabetismo bíblico en las iglesias evangélicas que es peor que no saber leer y escribir. Se trata del desconocimiento del Mensaje de la Biblia. En América Latina se distribuyen millones de Biblias cada año pero, ¿conocemos los personajes, las historias y el mensaje que Dios quiere comunicar?” (La Bibliaweb de la Sociedad Bíblicas Unidas). Al pueblo evangélico, a principios del siglo pasado, se le conocía como el “pueblo del Libro”, al respecto, a un biblista de la talla del doctor Luciano Jaramillo, Director de la Sociedad Bíblica Internacional, le escuché decir: “Hoy en día le es más fácil al pueblo evangélico pasar horas cantando y alabando, pero muy poco tiempo en la Palabra de Dios”… ¿Acaso no es cierto que la Biblia ha dejado de ser predicada y estudiada como el poder espiritual que debe sostener nuestra vida individual y la de nuestras congregaciones? ¿Qué hemos hecho con nuestra Escuela Dominical y su énfasis en el estudio de la Palabra de Dios para toda la familia? ¿Dónde están nuestros estudios bíblicos que las iglesias sostenían una vez a la semana? ¿Es verdad o no es verdad que los individuos convertidos, es decir, los nuevos creyentes que forman nuestras congregaciones locales vienen buscando lo que Dios les puede dar, “señales, prodigios y milagros”, en vez de esforzarse en el estudio de la Palabra de Dios como resultado de creerle a Él: “La generación mala y adúltera demanda señal” (Mateo 16:4). La razón por la que JESÚS los llama adúlteros es porque creen más en la palabra de fe, y veneran los milagros y no a Dios. ¿Qué está ocurriendo? ¿Ha dejado de tener poder la Biblia o estamos escapando de su poder para imponer nuestras “nuevas doctrinas” que hacen un nuevo evangelio? Aquí debemos recordar al Apóstol: “De modo que si alguien viene y les dice que el mensaje de la buena noticia es diferente del que nosotros les hemos anunciado, yo le pido a Dios que lo castigue, no importa que sea un ángel del cielo o alguno de nosotros” (Gálatas 1:8; LBLA). A todo creyente que anda de iglesia en iglesia buscando alguna nueva revelación pero no el poderoso evangelio que cambia, le recuerdo algo que un siervo de Dios dijo: “Si es un nuevo evangelio, no es bíblico porque la revelación que es necesaria para nuestra salvación fue cerrada hace 2000 años, por tanto, si es bíblico, no es nuevo”…
Mi tributo a la Biblia reconoce con humildad que es la hora de salir de nuestra confusion. En efecto, hoy en día la confusión religiosa es de una magnitud increíble, tenemos congregaciones evangélicas que han dejado la Palabra de Dios y se han convertido en sectas, pero ni ellos mismos se han dado cuenta. ¿Por qué tanta confusión?... Saludo con el mayor gozo y entusiasmo del que soy capaz, cada aparición de una nueva versión de la Palabra de Dios, sin embargo, con tantas versiones de la Palabra de Dios, con tanta facilidad para adquirir un ejemplar de la Biblia, con tanto escuchar “textos sacados de su contexto como pretexto” haciendo malabarismos hermenéuticos para que el versículo diga lo que no dice, ¿no estaremos reduciendo el Libro de Dios a una obra puramente literaria o a un libro de autoayuda para superación personal que nos lleva al materialismo temporal en vez de a la poderosa Palabra que es “fuego y martillo” y cuyos efectos son eternos?
Mi tributo a la Biblia es una alabanza a su Autor, el cual la usa para conducirnos a la vida eterna y darnos en el camino, fe, esperanza y amor. La Biblia es la Palabra de Dios pura, divinamente inspirada desde la primera hasta la última letra, revelada, poderosa, que cambia al ser humano, lo influye e impacta. Porque como lo dijo el profeta hace tres mil años: ¿No es mi palabra como fuego--declara el SEÑOR--y como martillo que despedaza la roca?
Oración:
Padre eterno, Autor de la Palabra:
Gracias por dejarnos tu Palabra y por mantenerla viva y eficaz a través de los siglos. ¡Yo creo a ella como te creo a ti! Ella me dice que tú eres el Dios que dices ser y que puedes hacer lo que dices que puedes hacer; ella afirma que todo lo puedo en Cristo, y por eso, tu Palabra esta viva y activa en mí. Ayúdame Señor a llevar tu Palabra, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No tenemos que predicar un nuevo evangelio, sino el Evangelio: Cristo murió por nuestros pecados, conforme  a las Escrituras.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¡Palabra viva!


Francisco Aular

Lectura devocional: Hebreos 4:6-13    

Cada palabra que Dios pronuncia tiene poder y tiene vida. La Palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos. Hebreos 4:12 (LBLA)

Como ya les he contado, leyendo la Biblia un día –jueves santo, por cierto-, conocí la revelación de Dios en JESÚS como mi Señor y Salvador. En realidad, todo conocimiento de Dios para el ser humano es por revelación que Él nos hace de Sí mismo. Dios es quien cruza la brecha que existe entre Él y sus criaturas, permitiendo que lo conozcan, tanto a Él como a su voluntad, “para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2b). JESÚS es la máxima revelación que Dios ha hecho de Sí mismo, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30), así, vemos que Dios nos habla hoy a través de la fuente inagotable de la Biblia. Estas verdades las pude comprobar aquella tarde de abril de 1963, fecha en la cual inicié el estudio de la Palabra de Dios, y en ese viaje sigo. Me deleito en oír, leer, estudiar, memorizar, meditar y practicar las verdades bíblicas porque es la única manera de tener “poder y vida” en lo que somos y en lo que hacemos. Por eso puedo afirmar:  Es ¡Palabra viva!
Los invito a viajar conmigo por los escritos del Nuevo Testamento o Nuevo Pacto; en el Antiguo Testamento tenemos conocimiento de la Ley de Dios, pero en el Nuevo Testamento la Gracia es la reina de las doctrinas, “pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Ahora sí, demos un viaje por el Nuevo Testamento. ¡Vengan conmigo!
Atravesando el jardín, presenciamos el nacimiento del Rey de reyes y Señor de señores en Mateo: “Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (1:21). El telegrama de Dios al ser humano en Marcos: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (1:15). La Misión del Hijo del Hombre en Lucas, “porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (19:10). La divinidad de JESÚS en Juan, “en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). La ascensión de JESÚS y la venida del Espíritu Santo en Los Hechos y la Gran Comisión, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (1:8). Vamos al Seminario Teológico, cuyo rector es el Dr. Pablo de Tarso, y a toda la sistematización de la obra de Dios tratada en 13 cartas. Nos encontramos, de pronto, con las Epístolas Generales de Hebreos, Santiago, 1 y 2 de San Pedro, 1, 2,3 de San Juan, y por último con la de San Judas, el hermano del Señor. Es: ¡Palabra viva!
Todavía no salgo de mi asombro y, aun me espera el broche de oro de toda la Biblia, el Apocalipsis, que nos muestra el fin de la historia como la conocemos, y el descenso desde el cielo de la Nueva Jerusalén. ¡Allí está el Cordero de Dios, JESÚS, con todo su poder, majestad y gloria! Al finalizar este viaje con ustedes, caigo de rodillas y me uno al canto nuevo que entonaban los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,  la fortaleza y la honra,  la gloria y la alabanza!”. ”¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apocalipsis 12-13). Con absoluta seguridad puedo decirles que desde aquel entonces -1963-, siento un amor supremo por la Biblia, porque es: ¡Palabra viva!
Los que hemos creído en el Mensaje de la Biblia y su influencia bienhechora en nuestras vidas, durante septiembre de cada año, celebramos el mes de la Biblia, porque tal día como mañana 26, en 1569 se terminó de imprimir la primera Biblia traducida al español por Casiodoro de Reina. Esta versión posteriormente fue revisa por otro grande en la historia de la Biblia en español, Cipriano de Valera, por eso hoy la llamamos, versión: “Reina Valera”. ¡Bendito y alabado sea el Señor! Por hacernos llegar hasta nosotros su, ¡Palabra viva!
Oración:
Padre eterno:
Como el rey David puedo decir “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca”. Ayúdame a amar y vivir en tu Palabra. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No leamos la Biblia solamente para saber más, sino para dejar que ella nos transforme.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

martes, 24 de septiembre de 2013

¿De qué tamaño es Dios para ti?


Francisco Aular

Lectura devocional: Isaías 40:12-31

¿Con quién podemos comparar a Dios? ¿Qué imagen se puede encontrar que se le parezca? ¿Se le puede comparar con un ídolo formado en un molde, revestido de oro y decorado con cadenas de plata? Isaías 40:18,19 (NTV)

A principios de 1978 llegué a las oficinas de nuestra Convención de Iglesias Bautistas en Caracas, y busqué a uno de los consejeros espirituales en aquellos días, el inolvidable misionero estadounidense Jorge Lozuk. “Hermano Lozuk –le dije con premura y con un tono de voz que hacía notar desde un principio, mi preocupación por el asunto que traía en mente-, he recibido una invitación para dar varias conferencias en un congreso de evangelización en Bogotá; ore por mí, porque siento una gran responsabilidad ya que debo hablarles a líderes con igual o mayor experiencia en el Señor que yo…”, iba a continuar, pero aquel hombre de Dios, experimentado, me detuvo y me dijo: “¡Háblales del tamaño de tu Dios, y de lo Él ha hecho contigo!”. Oramos y no hablamos más del asunto. Preparé mis conferencias y sermones sobre la grandeza de nuestro Dios. Aquellos días en Colombia marcaron mi vida para siempre. ¡Alabado sea el Señor! ¡No importa lo ordinario que seamos nosotros, sino lo extraordinario que es nuestro Dios!
El libro de Isaías -Jehová es salvación-, escrito en el siglo VIII a. C., tiene varios capítulos que denuncian la idolatría de su pueblo, en varios pasajes vemos que Dios afirma que su poder no puede compararse con el de los dioses de las demás naciones. En efecto, la Sagrada Escritura afirma que Dios es quien dice ser, e igualmente que Dios hace lo que Él afirma que puede hacer. Para la época del Profeta, Grecia, la cuna de la filosofía del pensamiento y la ciencia, tenía sus dioses mitológicos, construían para sus dioses grandes templos, y dentro, las estatuas de sus dioses con sus sacrificios. Un héroe como Alejandro el Grande había llevado su cultura por todo el mundo conocido, sin embargo, pese a todo esos engranajes de poderes humanos y religiosos paganos, el profeta Isaías nos dice que todos los seres humanos se reducen a la nada comparados con el Creador: “Dios se sienta sobre el círculo de la tierra; la gente que hay abajo le parecen saltamontes. Él despliega los cielos como una cortina,  y hace con ellos su carpa. Él juzga a los poderosos del mundo   y los reduce a nada. Apenas comienzan, recién están echando raíces, cuando él sopla sobre ellos y se marchitan; se los lleva el viento como a la paja” (Isaías 40:22-24; NTV). Cuando el Señor, por su Espíritu, hizo el mundo, nada ni nadie lo dirigió ni lo aconsejó qué hacer o cómo hacerlo. Las naciones, comparadas con Él, son como gota que queda en el balde, comparadas con el vasto océano o con el menudo polvo en la balanza que no la mueve, comparado con toda la tierra. Sobre este mismo tema Salomón había escrito: “¿Quién sino Dios sube a los cielos y desciende de ellos?  ¿Quién retiene el viento en sus puños? ¿Quién envuelve los océanos en su manto? ¿Quién ha creado el mundo entero? ¿Cuál es su nombre? ¿Y el nombre de su hijo? ¡Dime, si los sabes!” (Proverbios 30:4; NTV).
¿De que tamaño es Dios para ti? Si es el mismo en el cual yo he creído desde hace 50 años, te puedo afirmar: ¡No hay Dios tan grande como nuestro Dios! ¡No existen problemas sin solución para Él! ¡Dios hace posible que lo débil se haga fuerte y lo fuerte débil! ¡Dios escoge lo ordinario para hacer su obra extraordinaria! ¡Dios escoge lo despreciado del mundo por la sabiduría humana y pone palabras en su boca para avergonzar a los que se creen sabios! ¡Él es ante todo: Principio y fin!
¿De qué tamaño es Dios para ti? En verdad, todas las dudas y los problemas que nos vienen tienen relación directa con el tamaño de nuestro Dios. Nuestro Dios no tiene rival, delante de su soberanía y poder, cualquier problema nuestro empequeñece. Lo mejor de todo, ¡cuanto mayor grandeza le atribuyamos al Dios al cual servimos menos importancia nos daremos a nosotros mismos! Como lo dijera Judas, el hermano del Señor: Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien es poderoso para evitar que caigan, y para llevarlos sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia. Que toda la gloria sea para él, quien es el único Dios, nuestro Salvador por medio de Jesucristo nuestro Señor. ¡Toda la gloria, la majestad, el poder y la autoridad le pertenecen a él desde antes de todos los tiempos, en el presente y por toda la eternidad! Amén” (Judas 1:24,25; NTV). ¿De qué tamaño es Dios para ti?
Oración:
Padre Todopoderoso: Al pensar en tu grandeza, tengo el privilegio, como tu hijo, de no verte nada más como el Creador, sino, ver también, tu despliegue de amor para conmigo pecador. Gracias por tu plan de salvación el cual ideaste y llevaste a cabo por la obra de mi Redención por medio de Jesucristo, tu Hijo amado, por cuyos méritos oro. Amén.
Perla de hoy:
¿De qué tamaño es Dios para ti? Te aseguro que es más grande que el tamaño que le asignes a tu problema.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 23 de septiembre de 2013

¡Aviva la llama!



Francisco Aular

Lectura devocional: 2 Timoteo 1:3-18

Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos. 2 Timoteo 1:6 (NTV)
 
Nací en un hogar de campesinos en medio de una montaña. Mi niñez fue hermosa, rodeada de todo lo que el campo puede ofrecer. Mis padres salían a hacer las labores del campo, pero todavía recuerdo que mi abuela materna Máxima, cuidaba de mí porque su casa quedaba muy cerca de la nuestra. Evoco cuando tenía seis años, veo a mi abuela cocinar en la mañana en su fogón de leña; luego la contemplo descansando y yo jugando en el patio, pero, había un momento muy especial del día, cerca de la hora en que mis padres regresaban a casa, porque mi abuela me había enseñado a encender y mantener el fuego de la cocina sin quemarme, entonces, cuando ellos se acercaban, mi abuela me gritaba: “¡Negro Chico!” -mi sobrenombre familiar puesto por mi papá-: “¡Aviva la llama!”…
¡Avivar la llama!, tiene mucho significado para mí -especialmente en la vida cristiana a la cual llegué hace cincuenta años-, porque mi conversión al Evangelio empezó como una llama divina que encendió mi pasión por el Señor JESÚS, mi Señor y Salvador, y al entender las demandas de mi nueva vida en Cristo, aprendí a apreciar en gran manera todas las cosas buenas que Dios había hecho a mi favor, por eso, digo que JESÚS es mi pasión y triunfo, porque al convertirme al Evangelio también se prendió mi pasión, tanto por la vida “bíos”, la vida humana, la cual es una asignación temporal, como por la vida “zoé”, la cual es eterna. Lo más grande todavía, ha sido entender la dimensión de JESÚS cuando dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). En efecto, ¡JESÚS mismo es la vida “zoé”, la vida eterna! ¡Él es la llama que vive en mí! El apóstol Juan lo explica de una manera tan sencilla que no podemos perdernos en interpretaciones por los “doctores” de la iglesia, está es: Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12; NTV). ¡Teniendo a JESÚS lo tenemos todo, sin Él no tenemos nada!
En la lectura devocional de hoy, vemos al apóstol Pablo aconsejando a su amado hijo espiritual; pero, permítanme decirles, a propósito del consejo de Pablo a Timoteo, con toda sinceridad, que la llama divina que Pablo encontró en su camino a Damasco obró en él tal cambio y produjo tal fuego que escribió a Timoteo, lleno de pasión: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina… Así que nunca te avergüences de contarles a otros acerca de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, aun cuando estoy preso por él. Con las fuerzas que Dios te da prepárate para sufrir conmigo a causa de la Buena Noticia” (2 Timoteo 1:7,8); ¡nada ni nadie puedo apagar la llama que Dios pone en nuestros corazones al venir al Evangelio!
Después de JESÚS, nadie disputa a Pablo su dimensión de hombre de Dios. Pablo, sufrió persecuciones, fue azotado, encarcelado, apedreado, y todavía, lo que más puede dolerle a un servidor del Señor, el abandono de sus discípulos, cuando son más necesarios:Como tú sabes, todos los de la provincia de Asia me abandonaron, incluso Figelo y Hermógenes…” (v.15) ¿Cómo fue el final de un hombre así? En los últimos días del sanguinario y demente Nerón, éste mandó a matarlo, sin embargo, Pablo escribió su despedida, y solamente leerla, ¡aviva mi llama!: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel. Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es sólo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida” (2 Timoteo 4:7,8; NTV).
Es posible que te sientas desanimado a pesar de ser un cristiano nacido de nuevo, y del gran fuego que sentías al principio de tu vida cristiana te queda nada más una pequeña chispa; ya no sientes entusiasmo para ir a tu iglesia; es posible que te hayan defraudado y abandonado algunos de tus amigos; en la bajada de tu vida espiritual vas rodando estrepitosamente, llevando a tu hogar y hasta tu trabajo en tu desánimo, sin embargo, te tengo una gran noticia, nuestra posición en la vida eterna no depende de tus sentimientos, y Dios tiene allí en tu vida el mismo fuego que tuviste al principio, ¡vuelve a tu primer amor por el Señor JESÚS!, ponte en marcha, arrepiéntete, confiesa, ama, perdona y pide perdón. ¡No te alejes de la iglesia! ¡Busca tus hermanos en la fe, ellos son leños de fuego en el Reino! Es cierto, tus hermanos en Cristo no son perfectos, pero, tú tampoco. En pocas palabras: ¡Aviva la llama!
Oración:
Padre eterno: Hoy quiero volver a tener ese fuego que tuve contigo al principio de mi vida cristiana. Aviva la llama que tienes en mí para que yo pueda llevar mi pasión por ti y por tu reino, hasta el fin de mi vida. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
No permitas que el desánimo te robe tu gozo: ¡Aviva la llama de la pasión por JESÚS y triunfa!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 20 de septiembre de 2013

¿Qué debemos hacer con la Biblia?


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:97-104
 
¡Qué dulces son a mi paladar tus palabras!; son más dulces que la miel. Salmo 119:103 (NTV)
 
Guardo, de mi experiencia personal, una ilustración de lo que es la Biblia, lo que hace, y lo debemos hacer con ella. Estoy seguro de que mucho de ustedes tendrán su propia experiencia de lo que la Biblia ha hecho por ustedes, para ustedes y con ustedes.
Permítanme hacer, pues, referencia al comienzo de mi relación con la Biblia, la Palabra de Dios. Al cumplir los dieciséis años, en 1961 tenía muchas cosas favorables para mi futuro, yo había empezado a trabajar desde mis trece años, así que tenía tres de experiencia en donde había estudiado la fotografía y al mismo tiempo la practicaba en sus dos áreas principales, el laboratorio y la galería en donde se fotografiaba a los clientes; tuve la oportunidad de ser fotógrafo de artistas porque Radio Caracas Televisión y algunas emisoras radiales quedaban muy cerca de mi trabajo. Unido a todo esto, iniciaba mis estudios de bachillerato nocturno, y poseía una gran sed por aprender y leer buenos libros, ¡mi anhelo era llegar a ser fotógrafo de Hollywood! Así pues, en ese año de 1961 hubo cambio de trabajadores, y, desde luego, me sentí triste porque algunos de mis maestros iniciales en el arte fotográfico habían salido, sin embargo, llegó un hombre entre los nuevos empleados que Dios usaría grandemente en mi vida: Orestes Martín Ramos, él era oriundo de la provincia de Santa Clara de Cuba y un excelente fotógrafo y músico. No era un hombre religioso se calificaba así mismo como “libre pensador en búsqueda de la verdad”, pero era un estudioso de la Biblia, y en sus horas libres del mediodía, él y yo empezamos a leer la Biblia y a comentarla-¡cuánto alabo a Dios por eso!-, pero yo no tenía Biblia.
Así que voy a contarles cómo un ejemplar de la Biblia llegó a mis manos. Era un jueves santo, 11 de abril del año 1963, toda mi familia se había ido a pasar aquellos días de asueto a las playas cercanas a Caracas, pero yo había decidido quedarme solo porque, entre otros motivos, mi hermano mayor, José, había muerto hacía unos meses, y pienso ahora, quise guardarle luto. Aquella mañana puse la radio, y había música clásica en todas las emisoras, y como siempre he amado los libros, Dios me llevó a poner los ojos en una Biblia, versión Reina Valera 1909 que estaba entre otros libros en una pequeña biblioteca en el comedor de la casa, así que la tomé en mis manos, me senté, y fui al Evangelio de Juan y lo leí todo. No era la primera vez que yo oía de la Biblia, ni tampoco sobre la “vida, pasión y muerte de JESÚS”, porque ya lo había hecho en compañía de Orestes, pero sí era la primera vez que me detenía a intentar interpretarla con la pequeña luz de un entendimiento meramente humano. De repente, en la tarde de ese día, en la platabanda de la casa, frente al majestuoso Ávila,  volví a leer Juan, me detuve en el capítulo 17, versículo 20 que dice: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Reina Valera Antigua), y en aquella hora recibí la iluminación de la sabiduría verdadera, me conmoví hasta las lágrimas al pensar en el hecho de que JESÚS había vivido, sufrido y muerto por mí; leí el versículo incluyéndome en él, así: “Mas no ruego solamente por estos, sino por Francisco Aular, quien ha de creer en mí por la palabra de ellos”… ¡Sí, era cierto! Juan, el apóstol amado había escrito aquel testimonio que yo estaba leyendo, ¡JESÚS había orado por mí!, conmovido me arrodillé en la platabanda de mi casa, oré al SEÑOR, Autor de la Palabra de Dios, quien había bajado del cielo para buscarme y salvarme. Me di cuenta de que yo no era un accidente en este mundo, Dios, en su plan eterno, me llamaba a integrarme a su familia (Efesios 1:5) por medio del arrepentimiento de mis pecados y la fe en JESÚS, el Mediador entre Dios y nosotros, aquella experiencia sencilla de fe me condujo a buscar una iglesia que creyera en la Biblia, como yo había creído, y la encontré: La Misión Bautista Emanuel de Chacaíto, hoy en día, la preciosa Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana. ¡Gloria a Dios!
Todavía recuerdo cuando llegó mi familia de la playa, le pregunté al esposo de mi prima, Miguel Romero, quién le había regalado aquella Biblia, y en tono de burla me dijo: “Un loco evangélico que trabajó conmigo”, y al momento de escribir esto, se me nublan los ojos por las lágrimas y grito con todas las fuerzas de mi ser: ¡Bendito loco evangélico!, si supiera que aquella Biblia no era para mi primo, ¡sino para mí!, ah, si supiera también lo que Dios ha hecho, hace y hará con aquella vieja Biblia que todavía obra en mí. ¡Aleluya para siempre, gracias SEÑOR! Puedo decir con el salmista: “¡Qué dulces son a mi paladar tus palabras!;  son más dulces que la miel” (Salmo 119:103; NTV).
¿Qué debemos hacer con la Biblia? Amarla, valorarla, oírla, leerla, estudiarla, memorizarla, meditarla, aplicarla, obedecerla y compartirla con otros. Nunca sabrás en esta tierra lo que una sola Biblia puede hacer por el poder del Espíritu Santo, porque la Biblia es siempre: ¡El mejor Libro, en el mejor lugar y con el mejor propósito!
Oración:
Padre eterno: ¡Tu Palabra esta viva como cuando salió de tu mente para que nosotros, te pudiéramos conocer! No me alcanza esta vida humana para agradecerte, lo que tu Palabra ha hecho en mí. Ayúdame a ser un distribuidor de este sagrado Libro para que llege a ser bendición para otros, aun los que no han nacido. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia es siempre: ¡El mejor Libro, en el mejor lugar y con el mejor propósito!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?