martes, 17 de septiembre de 2013

La Palabra que libera


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:41-48
Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos. Salmo 119:45 (NTV)
¿Me permite relatarle lo más importante que ha acontecido en mi vida?
Siempre, desde muy niño, he creído tener la libertad para hacer lo que he querido. Nunca le hice mal a nadie, y ciertamente creía en Dios; también comprendí que había un cielo y un infierno, y me parecía que si quería salvarme de la condenación eterna yo tendría que hacer algo para ello, y por eso me lancé a practicar los ritos de mi religión. Tuve un compañero de trabajo, él no era un cristiano fanático, sino un buen amigo y lector de la Biblia, me enseñó que ese maravilloso Libro era como un mapa para llegar a Dios. Un día, leyendo y estudiando el Evangelio de San Juan, sentí la necesidad de confesar mis pecados a Dios, arrepentirme, entregarle mi vida a Él y recibir la salvación como un regalo. Así lo hice. Luego Dios puso un sentido de búsqueda de una iglesia en donde se practicara lo que la Biblia enseña. Yo tenía casi 18 años cuando encontré la iglesia, en ese lugar comencé a crecer y a madurar en mi nueva fe, entendiéndola como una relación personal con el SEÑOR JESÚS y su Evangelio. Quiero que sepa que ese día cuando vine al SEÑOR JESÚS, no vi visiones, simplemente le creí al Él cuando dice: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Desde aquel día en que deposité mi fe unicamente en la obra que JESÚS hizo por mí en el Monte Calvario; he creido y sentido que  JESÚS vive en mí, y como el Apóstol puedo decir: Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20; NTV).
Lo más importante no es que yo haya aceptado a JESÚS, sino que Él por su gracia me aceptó a mí. Hoy, después de 50 años de aquella experiencia inicial, JESÚS es la fuente de todo gozo y placer en esta vida; he levantado una familia temerosa de Dios, no somos perfectos, pero la vida en Cristo, es una aventura cada día hacia la madurez en Él, y por eso, soy feliz y me gusta compartir esta felicidad con otros. ¿Ha tenido usted una experiencia como ésta? Sí es así, puedes afirmar que Dios te ha dado libertad, y por lo tanto, decir como el salmista: “Caminaré en libertad,  porque me he dedicado a tus mandamientos” (Salmo 119:45; NTV).
El 10 de diciembre de 1948 la Organización de Naciones Unidas (ONU) -organismo recién creado en aquellos años-, aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo primer artículo dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. La verdad es que después de tantos años de esa declaración y de la filosofía que está tras ella, se puede decir que ha sido utópica: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales…”, ¡la paradoja es que en nombre de la libertad de los pueblos se les ha oprimido y violado los derechos humanos!, revelando con ello, que precisamente, ¡no nacemos libres ni iguales! Viendo todas las guerras, los genocidios, el terrorismo y el andar de los seres humanos durante las primeras décadas del siglo XXI, reafirma lo que la Biblia dice: “Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre” (Salmo 51:5; NTV).
Entonces, la verdad es esta: No nacemos libres, y nuestra única igualdad con el resto de los seres humanos es que desde que fuimos concebidos y desde nuestro nacimiento en este mundo caído del plan original de Dios, ¡somos pecadores! La Biblia afirma: “Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios” (Romanos 3:23; NTV). La Buena Noticia que nos da la Biblia es esta: Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23; NTV). JESÚS vino a traernos la Buena Noticia, ¡la salvación es un regalo! Creer en Él y creerle a Él nos hace libres: Jesús les dijo a los que creyeron en él: -Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31,32; NTV).
Ahora bien, el asunto no es empezar el camino, sino hacer de la Palabra de Dios nuestra compañera de viaje: “Caminaré en libertad,  porque me he dedicado a tus mandamientos” (Salmo 119:45; NTV).
Oración:
¡Gracias Padre justo por dejarnos esta Palabra viva! Ella es el mapa para llevarme a ti de una manera correcta y conforme a tu voluntad. Ayúdarme a caminar en sus mandamientos y principios, hasta el final de mi vida terrenal. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Si Dios es Todopodero y es real, tendría que dejarnos una guía para creerle a Él y para que nos libre de nuestros pecados. Esa guía es la Biblia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

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