viernes, 28 de septiembre de 2018

El llamado a la rectitud

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Pasaje devocional: Malaquías 2:8-11
¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? Malaquías 2:10 (RV60)

¿Qué pasa cuando el pueblo de Dios se corrompe? ¿Qué ocurre cuando los dirigentes espirituales pierden su autoridad espiritual? ¿Qué sucede cuando no existe diferencia entre los buenos y los malos? Entonces, hace falta un llamado de Dios a la santidad, a la rectitud. En momentos como esos tenemos que  considerar que Dios ama a Su pueblo y por lo tanto lo puede disciplinar para volverlo al camino. De eso trata, el libro de Malaquías, que como sabemos, sirve de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Ahora bien, hagámonos otra pregunta necesaria: ¿Cómo fue que el pueblo de Dios pagó la consecuencia de una desobediencia tan grande? Según la historia bíblica por aquel desvío a los preceptos divinos, Dios usó a los babilonios para castigar a  los judíos por lo tanto fueron esclavizados por el imperio babilónico y  llevados a Babilonia, capital de dicho imperio.

Después de esto el imperio babilónico cayó en manos de los persas y asirios. Ciro, el rey Persia fue más benévolo con los judíos que los babilonios y les permitió regresar a su tierra, en los tiempos de Esdras y Nehemías, y bajo la dirección de aquellos hombres piadosos, se reconstruye el templo y la ciudad de  Jerusalén. Al retornar el pueblo judío a su tierra, surge un despertamiento espiritual y se hacen profundas reformas religiosas y los dirigentes religiosos conjuntamente con el pueblo se comprometen a seguir la dirección de la Palabra de Dios.

Verá, a pesar de las promesas por parte del pueblo judío en pocos años, lentamente el avivamiento espiritual se apagó. Y así, el pueblo se desvió nuevamente de su relación con Dios. Empezaron a acusar a Dios de haberlos abandonado, pero fueron ellos los que abandonaron a Dios; en lugar de recibir bendición vinieron pruebas; en lugar de la abundancia vino el hambre; en lugar de la santidad vino el relajamiento espiritual y moral: otra vez se mezclaron en matrimonio con los paganos y comenzaron a guardarse los diezmos en vez de traerlos a la casa de Dios. Y por su parte, los sacerdotes en vez de ser ejemplo, eran los peores.

Aquí es donde el “mensajero de Dios”, el cual es el nombre de Malaquías, llama nuevamente al pueblo a la rectitud y a la santidad. Así termina el libro de Malaquías con la esperanza de un nuevo pacto: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Malaquías 4.2). Así por medio de Su profeta Malaquías, Dios hace la promesa de la primera venida de JESÚS y un llamado a la rectitud.

PADRE ETERNO
Me postro delante de ti para rendirte el tiempo, la honra y el honor que te mereces. Sé que ningún triunfo terrenal es duradero. Tú nos permites toda una vida aquí en la tierra y hay promesas tuyas de salvación eterna al invitarte a ser parte de nuestro caminar aquí y en esta hora. En realidad tú nos has hecho para ti y no podemos vivir sin ti. Ayúdame para esforzarme en tu gracia a pesar de las pruebas que enfrento. Mi gozo depente de ti. Que tu mano vaya conmigo al decirle a otros del verdadero propósito de nuestras vidas. En el nombre de JESÚS. Amén.
Hoy es día de volvernos a Dios  en oración y clamar por nosotros para mostrar la santidad y el valor de ser mensajeros de Dios a un mundo en crisis.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

jueves, 27 de septiembre de 2018

Entre el sufrimiento y la gloria

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Lectura devocional: Romanos 8:18-23
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Romanos 8:18 (RV60)

Estamos en los últimos segundos de una competencia mundial de ciclismo, el ciclista está agotadísimo, ha recorrido miles de kilómetros dándole la vuelta a su país. Pedalea, avanza, suda; su rival más cercano todavía está lejos, pero el ciclista no se confía. El público lleno de furor patriótico lo vitorea, el locutor radial se ha enronquecido de tanto ponderar el esfuerzo. No hay nada más que otro pueda hacer, porque el ciclista cruza la meta; todo el país se vuelve un locura, el deportista es el bicampeón indiscutible del ciclismo en todo Colombia, su nombre: Martín Emilio “Cochise” Rodríguez.

Al día siguiente, en la prensa aparece la fotografía del famoso ciclista; yace en el suelo después de su gesta deportiva, el cansancio y el calambre de sus piernas no le permiten estar de pie, sin embargo, en su rostro, combinado con las lágrimas del esfuerzo y el sufrimiento físico, también se dibuja la gloria del triunfo.

Sería nuestro máximo ideal vivir una vida sin problemas, sin aflicciones y que al nacer de nuevo en CRISTO se deje de sufrir, como lo asegura un gancho publicitario de una secta. Pero por el contrario, JESÚS nos dijo claramente que tendríamos problemas en este mundo:
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33b).

De hecho, el Nuevo Testamento no sabe nada del cristianismo ligero que hoy se anuncia en muchos lugares. Es más, debemos saber que Dios tiene un propósito detrás de cada aflicción. Así que, tarde o temprano nos daremos cuenta de la verdad: ningún ser humano es inmune a los problemas, a las pruebas ni al sufrimiento. La diferencia entre el dolor de los hijos de Dios, y el de los que no lo son, estriba en nuestra actitud frente al mismo. El coro de un precioso himno que entonamos a menudo en nuestra congregación, dice:

Ya tengo la victoria,

Pues Cristo me salva.

Buscóme y compróme

Con su divino amor.

Me imparte de su gloria,

Su paz inunda mi alma;

Victoria me concedió

Cuando por mí murió.
(HB#466,CBP,1966)

En efecto, los cristianos nacidos de nuevo, sabemos que Dios puede usar nuestro sufrimiento para llevarnos a un nivel de madurez y espiritualidad más alto. Una preciosa mujer de Dios que conocí en mi juventud, modelo de esposa de pastor y misionera, cayó postrada en cama con un terrible cáncer que la  invadió. Pocos minutos antes de morir alguien le preguntó: “Hermana, ¿cómo se siente?”, Ella hizo un esfuerzo y le dijo: “¡Me siento muy feliz en compañía de mi SEÑOR!”.

Ciertamente, los discípulos de JESÚS vivimos entre el sufrimiento y la gloria.

PADRE ETERNO
Me postro delante de ti para rendirte el tiempo, la honra y el honor que te mereces. Sé que ningún triunfo terrenal es duradero. Tú nos permites toda una vida aquí en la tierra y hay promesas tuyas de salvación eterna al invitarte a ser parte de nuestro caminar aquí y en esta hora. En realidad tú nos has hecho para ti y no podemos vivir sin ti. Ayúdame para esforzarme en tu gracia a pesar de las pruebas que enfrento. Mi gozo depente de ti. Que tu mano vaya conmigo al decirle a otros del verdadero propósito de nuestras vidas. En el nombre de JESÚS. Amén.
Pídele a Dios que frente a las tormentas de la vida puedas hundir tu ancla en su misericordia y su gracia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Lágrimas impecables

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MIÉRCOLES, 26 de septiembre de 2018
Lectura devocional: Job 1:20-22

A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a Dios. Job 1.22 (NTV)

¿Por qué sufre el ser humano? Existe una teoría, más que teología, que los desobedecen a Dios les esperan tragedias, sufrimientos y aun la muerte, como pago de sus pecados delante de Dios. Sin embargo, ya he vivido bastante para darme cuenta de lo mismo que el salmista, quien analizó esta situación desde su perspectiva: “…viendo la prosperidad de los impíos, porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero (…) No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres (…) Por tanto la soberbia los corona…” (Salmo 73.3-6). He visto a genta mala que la va muy bien, estre ellos a dictadores de talla mundial, llenos de soberbia y crueldad que mataron a miles de personas o dieron órdenes para ello, y han muerto tranquilos en sus camas, bien atendidos, como si nada malo hubieran hecho.

Pues bien, los amigos de Job creían que sus sufrimientos eran el pago por sus pecados. Así que, todo el libro de Job nos enseña que las aflicciones pueden venir a los justos como prueba de su fe. Job soportó pacientemente y con lágrimas impecables sus aflicciones, sin enemistarse con Dios, ni echarle la culpa de sus sufrimientos. Me encanta el lema de Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1.21). Más adelante añade: “¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? “ (Job 2.10).

Job fue un varón de Dios que nació, vivió, sufrió y triunfó. Mostró claramente que el sufrimiento no significa que Dios le ha dado la espalda a Su siervo. Igualmente, muestra que Dios se goza en la fidelidad de Sus hijos, los cuales a pesar de las aflicciones del mundo presente, tarde o temprano, comprenderán el propósito de Dios en sus sufrimientos, y recibirán el premio que Él les reserva para el futuro. Así el libro de Job cierra con broche de oro: “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo siete hijos y tres hijas” (Job 42.12-13).
Es un epílogo feliz a este inmortal libro, el cual tiene su lugar ganado desde hace muchos siglos, entre las grandes obras de la literatura universal. Se cree que pudo ser el primer escrito de toda la Escritura.

Pensando en esto, cuando llegué a la pequeña Misión Bautista Emanuel, en Caracas. Entonábamos un himno que desde entonces es mi favorito en medio del sufrimiento: “En Jesucristo mártil de paz.” Su autora fue la hermana: Fanny J. Crosby (1820-1915).

Pero antés de escribir del himno, déjeme decirle que por una mala práctica del médico tratante, Fanny quedó ciega al poco tiempo de nacer. Su abuela era una gran cristiana y le enseñó a memorizar la Biblia y desde luego ella aprendió mucho de la Sagrada Escritura. A los 31 años de edad se entregó al SEÑOR, y le compuso a Él, unos 9:000 poemas…  Alguien quiso consolarla de su tragedia de ser ciega. Fanny le respondió: “No lamento para nada ser ciega para servirle a Dios, pues sé que al llegar al cielo el primer rostro que veré será el de mi SEÑOR y SALVADOR. Si confiamos en el SEÑOR, nuestras lágrimas serán impecables.
En Jesucristo Mártir de paz
Fanny J. Crosby
I
En Jesucristo mártir de paz
En horas negras de tempestad
Hallan las almas, dulce solaz,
grato consuelo, felicidad.
Coro:
Gloria cantemos al Redentor,
quien por nosotros quiso morir,
y que la Gracia del Salvador,
siempre dirija nuestro vivir.
II
En nuestras luchas, en el dolor,
En tristes horas de tentación,
Calma le infunde, santo vigor,
Nuevos alientos al corazón.
Coro:
III
Cuando en la lucha falte la fe
y  alma vece desfallecer,
Cristo nos dice: “Siempre os daré
Gracia divina, santo poder.”
Coro:
(ENHP#123, CBP,1983).
PADRE ETERNO:
Saber que tu luz brilla en la oscuridad, tu poder nos sustenta en las tormentas, y que conviertes en perlas nuestros  sufrimientos, nos hace permanecer seguros y lleno de esperanzas hasta el glorioso final contigo. Danos fuerzas para ayudar a otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Aunque el sufrimiento toque a nuestras vidas, Dios puede usarlo para llevarnos a otro nivel en nuestra relación con Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

martes, 25 de septiembre de 2018

¿Cuál camino?

perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Salmo 1:1-6
¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! Salmos 1:1,2. (LBA)

¡Se abre el telón para que la congregación cante y rinda honor, alabanzas y adoración a Dios! ¡Todos los instrumentos de la orquesta lanzan sus notas al aire, y las voces de los coristas y la congregación se elevan hasta al mismo cielo sobrecogidas por el honor de estar allí por la gracia de Dios!

El anhelo del corazón del autor de este primer Salmo abrir el profundo contenido del himnario musical con que los hebreos adoran al único Dios verdadero. En efecto, en este primer Salmo, el salmista tiene en mente enseñarnos el camino de las bienaventuranzas de Dios. Hay recompensas divinas para el hijo de Dios obediente que permanece en la senda de los justos, aquellos que han hecho de la Palabra de Dios su norma para una conducta ejemplar en este mundo. A pesar de las pruebas que un hijo de Dios enfrenta, la Palabra de Dios es su compañera de viaje en medio de los problemas y dificultades, en virtud de ello, oye la Palabra, la lee, la estudia, la memoriza, la medita y la aplica; de esta manera, las promesas de bienaventuranzas espirituales siguen al que escoge el camino de los justos.

Pero también, en este Salmo 1 hay advertencias de destrucción para el pecador no arrepentido que ha elegido el camino de los pecadores; los malvados son ¡como el polvo que se lleva el viento!; debido a que han escogido ese camino, cuando les llegue el juicio, nadie los defenderá; tampoco tendrán un lugar en la reunión que los buenos tendrán al final de los tiempos;  los malvados aunque ahora los veamos prosperar, sin Dios, se encaminan al fracaso.

Este Salmo precioso, recoge en sí, todo el mensaje de la Palabra de Dios; tres cosas no deben hacer los que han escogido andar por el camino de Dios: andar en consejos de malos, andar el camino de los pecadores, y sentarse con los que se burlan de Dios. Dos actitudes deben distinguirlos: deleitarse en la Palabra de Dios, y meditar en ella de día y de noche.

Existe un fabuloso mañana para todos aquellos que al preguntarse ¿cuál camino? Han resuelto escoger el camino de la vida eterna, impusaldos por la Palabra de Dios, el Espíritu Santo y el arrepentimiendo de su pecado como principio antagónico al Dios verdadero y aceptar el regalo de la vida eterna en JESÚS. Éstos son los que han nacido de nuevo (Juan 3:3). Son los que fielmente han escogido ser llamados hijos de Dios (Juan1:12) Pida al Señor terminar esta carrera de la vida cristiana con Él, para Él y por Él.  
                        
Oración:
PADRE ETERNO:
Aquí estoy delante de ti, agradeciéndote la salvación tan grande que me has dado en base de los méritos de tu amado Hijo JESÚS. Ayúdame a vencer como los hah hecho a través de los siglos, tus verdaderos hijos, y ayudar en la extensión de tu Reino, ahora y siempre. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
El estudio de la Palabra tiene la intención de alimentar la mente y también el espíritu.                      
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 24 de septiembre de 2018

El eco del silencio

Francisco Aular                                            
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: 1 Reyes 19:1-12
Después del terremoto, un fuego; pero el SEÑOR no estaba en el fuego. Y después del fuego, el susurro de una brisa apacible. 1 Reyes 19:12 (La Biblia de las Américas)

La experiencia del Profeta Elías nos dice que nuestro Dios puede hablarnos muy claro por medio del silencio. En efecto, el silencio tiene un gran valor en la música, también debe ser en nuestra vida devocional como cristianos nacidos de nuevo. Hay momentos en que nuestro espíritu y nuestra alma buscan ansiosamente comunión con lo Eterno, guardar silencio mientras Dios nos habla, es vital. Porque en ese ejercicio de nuestro espíritu que es la oración, nunca es un monólogo con nosotros mismos, es un diálogo con nuestro Padre Celestial, es un tiempo para escuchar la dirección que Dios nos quiere dar.

Todos los hombres y mujeres de oración elogian el valor del silencio en la oración, pero también en nuestro comportamiento en las diversas situaciones diarias por las cuales pasamos.

Un proverbio alemán dice: “La palabra es plata, el silencio es oro”. Y, en un cartel en un ruidoso taller mecánico leí este proverbio árabe:

No digas todo lo que sabes.
No hagas todo lo que puedes.
No creas todo lo que oyes.
No gastes todo lo que tienes.
Porque:
El que dice todo lo que sabe,
el que hace todo lo que puede,
el que cree todo lo que oye,
el que gasta todo lo que tiene,
Muchas veces:
Dice lo que no conviene,
hace lo que no debe,
juzga lo que no ve,
gasta lo que no tiene.

Sin duda, el silencio es un gran principio de la sabiduría espiritual. El silencio nos permite dirigir conscientemente nuestra mirada a Dios, a nosotros mismos y hacia los demás. Quizás no haya habido nadie quien haya trabajado por la paz mundial en su tiempo, que el sueco Dag Hammaskjord (1905-1961), trágicamente desaparecido en funciones. En calidad de Secretario General de las Naciones Unidas, reconoció el valor del silencio en la diplomacia. Aquel hombre que viajaba constantemente de un lugar a otro para resolver conflictos, anhelaba y buscaba tiempo de silencio. Esa búsqueda del silencio se incrementaba al tener que tomar decisiones, este hombre de estatura mundial, dijo: “Comprender, por medio del silencio. Actuar desde el silencio. Triunfar en silencio”. En realidad, tenía razón. No podemos comprender a alguien verdaderamente hasta no hablar con él.

Igualmente, obrar desde el silencio me permite no tomar decisiones apresuradas, y no hacer ruidos de presunción del poder delegado por Dios, y del cual tendremos que dar cuenta algún día. Triunfar desde el silencio significa no dejar de crecer porque nuestra meta es ser como JESÚS, nadie fue mas exitoso que Él ¿Cual era Su secreto? Los Evangelios lo explican así: Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba. (Lucas 5:16 RV60).

Por otra parte, JESÚS dijo: El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Lucas 6:45 RV60).

 Nuestro lenguaje es el eco de lo que somos, y el eco de lo que Dios nos ha dicho en nuestros momentos de silencio.

Oración:
Padre eterno:
Como el profeta Elías, sé que a veces no te encontramos ni en las tormentas, ni en los terremotos de nuestras vidas tan ocupadas, por lo banal y pasajero. Quiero pasar en estos momentos un tiempo de silencio contigo en el susurro de la brisa que me acaricia. Ayúdame a hablar con tu sabiduría, pon rnis labios la palabra de amor y de ánimo para los demás, y ayúdame a estar en silencio, si nada bueno tengo para decir, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No debemos guardar silencio ante un mundo que se pierde; pero no debemos contribuir que otros se pierden por un hablar sin pensar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

viernes, 21 de septiembre de 2018

La esperanza viva

Por Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: 1 Pedro 1:3-12
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 Pedro 1:3 (RV60)

La esperanza es vivir la primavera estando en invierno. La esperanza hace vivir; es seguir con todo empeño lo que se quiere conseguir; la esperanza es la fuerza que nos mueve cuando se han agotado todos los recursos; la esperanza es dar gracias por los bienes prometidos, sin tenerlos en la mano; el apóstol Pablo, nos dice: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor (1 Corintios 13:13 RV60).

Mediante la esperanza, el atleta se disciplina en sus ejercicios, el estudiante se concentra en  sus  estudios, las parejas se casan, los padres educan a sus hijos, los agricultores adquieren tierra y se dedican a la siembra, todos ponen su esperanza en el éxito. La esperanza alienta el esfuerzo. A la inversa, si la esperanza desaparece, llega la duda y la depresión que frenan hasta el deseo de vivir. De esta forma pudiéramos decir que la esperanza forma parte de nuestras necesidades fundamentales.

Hoy entre todas las crisis que nos afectan la desesperanza es una de las peores. Los gobiernos totalitarios saben mucho sobre la esperanza por eso intentan destruirla. De esa manera, el pueblo desemperanzado, estará como ganado para el matadero, y los tiranos seguirán aferrados al poder y se sostendrán ofreciendo “pan y circo” al pueblo; muchísima veces, más circo que pan.  Por esta razón,  hoy son muchos los seres humanos que han perdido la esperanza. Han perdido la esperanza de un futuro mejor, andan con desgano en el mundo, con demasiada frecuencia no esperan nada bueno de los demás, ni tampoco nada de sí mismos. Para Dante, “quien vive sin esperanza está ya en el infierno.”

La esperanza nos abre el futuro con sus horizontes. La esperanza, nos hace ver que esta vida es breve y que vale la pena vivirla a plenitud. Nos fortalece.

La esperanza ¡nos hace vivir!: nos hace escuchar la voz de la lluvia que cae sobre la tierra; nos hace ver la gracia en los verdes prados y los rayos de plata de la luna llena; nos permite oír el tenue quejido de las olas cuando rompen en la playa; por la esperanza, aún la muerte es un enemigo vencido y la victoria de la sepultara es temporal porque nuestro destino final, es vivir para siempre.

La esperanza, nos otorga un propósito para vivir y con ella superar cualquier sufrimiento del presente al palpar hoy lo invisible de un fabuloso mañana: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más (Apocalipsis 21:4 RV60).

En definitiva la esperanza es el grito del alma, que en medio de la aflicción más profunda, puede hacernos felices y contagiar a muchos otros con nuestra actitud.

La Palabra de Dios, nos dice que la esperanza más que una virtud teologal es una Persona, es JESÚS: “Que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27b RV60). La esperanza cristiana descubre su fuente y meta en Dios mismo. Brota en el corazón de todo aquel que discierne el sentido de la venida de JESÚS a la tierra, que muriera y resucitara.

Ciertamente, JESÚS por medio de su muerte y resurrección, venció todo aquello que nos corta la esperanza, y nos coloca por medio del nuevo nacimiento, la esperanza de gloria, esa certidumbre que pase lo pase, ni la muerte ni la vida…ni nada nos podrá separar del amor de Dios que está en JESÚS (Romanos 8:35-39) ¡JESÚS es la esperanza viva!

Oración:
Padre Eterno:
Gracias por darnos esta bendita esperanza en ti. Ayúdame a enfrentar toda la prueba, todo problema e inclusive todo mi éxito que pueda lograr con la certeza de que vas conmigo, en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Cuando tu esperanza es Dios, no habrá nada imposible que no puedas lograr.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

jueves, 20 de septiembre de 2018

El triunfo de la esperanza

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Colosenses 1:24-29
Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria. Colosenses 1:27b. (RV60)

El cristiano que ha depositado en JESÚS su única esperanza de salvación, no marcha hacia la muerte, sino a la vida. La esperanza tiene una propiedad purificadora, porque mediante ella aprendemos, no sólo a existir, sino a vivir; no sólo a gustar, sino a saborear; no sólo a tocar, sino a sentir; no sólo a mirar, sino a observar; no sólo a oír, sino a escuchar; no sólo a escuchar, sino a entender; no sólo a pensar, sino a investigar; no sólo a hablar, sino a producir. Como consecuencia, la noche, el frío y la escarcha nunca se ponen sobre nuestra esperanza. ¡Eso sí!, como todos los dones y virtudes de Dios en nosotros, estos son usados y desarrollados de dentro hacia afuera, Dios nos los dio y es nuestra responsabilidad usarlos.

Lo peor que le puede suceder a cualquier ser humano es la muerte, pero, el verdadero hijo de Dios tiene la esperanza de la resurrección. El cristiano nacido de nuevo es realista y ve este mundo y sus millones de habitantes tal y como JESÚS los ve, necesitados de amor, fe y esperanza. Cuando los seres humanos se sienten sin esta esperanza, les aterra morir. Algo les dice que no están preparados para morir, pero el cristiano nacido de nuevo no cambiará nunca lo temporal por lo eterno, tampoco, anhela quedarse en este mundo imperfecto porque Dios ha puesto en su corazón que existe un lugar mejor para él: No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté (Juan 14:1-3; NVI).

Por eso,  la tumba no es el final para el que ha puesto su esperanza en JESÚS, como no lo fue para Él. ¡Este es el pensamiento que cubre todo el Nuevo Testamento! Aparte de la gran lección que encierra la vida humana de JESÚS, desde su encarnación hasta el triunfo de su resurrección, está también la esperanza con que se lanzaron a la conquista de un mundo adverso al Mensaje de la cruz, sus primeros discípulos, los apóstoles. En efecto, los apóstoles temerosos el día de la crucifixión, mantuvieron un bajo perfil, de repente, vieron a JESÚS resucitado. La fe de aquellos hombres y mujeres que caminaron y comieron en compañía de JESÚS viviente se fortalece, y desde entonces, nada ni nadie, los pudo detener. Unido a todo esto, está la esperanza de la Segunda Venida de JESÚS, mientras tanto, alienta saber que JESÚS ya vive por la fe en todo hijo de Dios. El saberlo lo llena de esperanza.

Por consiguiente, la Biblia dice: Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria (Colosenses 1:27b.). Siendo así, no existe desesperación humana, por grande que parezca, que el verdadero discípulo del Señor no encuentre que su esperanza triunfe sobre ella. No existe dolor humano que no se redima por el triunfo de la esperanza. No existe pecado tenebroso o sutil que no sea al final vencido por el triunfo de la esperanza. No existe tormenta por fuerte y oscura que sea, que impida que nos orientemos por el triunfo de la esperanza como un faro luminoso al final del camino. ¡No hay lugar para la derrota, sino para el triunfo!

Hubo en el Antiguo Testamento, un profeta que era poeta, el escribió una de las oraciones más hermosas que tenemos en  la Palabra Dios. El profeta le cantó al triunfo de la esperanza:
Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos;  aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela (Habacuc 3:17-19). Sí, el profeta le cantó al triunfo de la esperanza.

Oración:
PADRE ETERNO,
Ayúdame a cantar como el himnólogo:
“Oí bendita historia,
De Jesús quien de su gloria,
Al Calvario decidió venir
Para salvarme a mí.
Su sangre derramada
Se aplicó feliz a mi alma
Me dio victoria sin igual
Cuando me arrepentí.
Coro:
Ya tengo la victoria
Pues Cristo me salva

Buscóme y compróme
Con su divino amor.

Me imparte de su gloria,

Su paz inunda mi alma;

Victoria me concedió

Cuando por mí murió.”
(Victoria en Cristo, #466, CBP,1994)
Perla de hoy:
La esperanza en sí es medicina para nuestro ser, ¡usémosla!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?