lunes, 17 de octubre de 2011

Te cuidará el SEÑOR

¡ESTAMOS EN LA SEMANA ANIVERSARIO! SON CUATRO AÑOS LLEVANDO LA PALABRA DE DIOS DE MANERA FRESCA, AMENA Y DINÁMICA. SOMOS UNA FAMILIA QUE TIENE EN COMÚN LA PASIÓN POR JESÚS Y EL QUERER COMPARTIR LAS BUENAS NUEVAS CON TODOS. ¡PERLISTAS, FELIZ ANIVERSARIO! POR FAVOR, VE A NUESTRO BLOG (el link está al final de la página), Y REGISTRATE COMO UN “SEGUIDOR”. GRACIAS

Francisco Aular

Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes. 1 Pedro 5:7 (NTV)

“Se murió la abuela Máxima”…, me dijo la voz entrecortada de mi tío Salomón por teléfono, desde la ciudad Maracay –ciudad a dos horas de la capital de mi país, Caracas, en donde yo vivía-, aquella mañana de un domingo de septiembre de 1970. Lloré sin consuelo, porque en efecto, “mi primera mamá”, como le gustaba decirle mi papá a su suegra, había llenado mis años infantiles, atendiéndome en todos los detalles; fue ella quien me enseñó a orar todas las noches antes de dormir; tenía muchos recuerdos de ella, y cada uno de ellos fue acompañado de mis lágrimas. Me repuse e hice planes para salir esa tarde hacia Maracay, y allí efectuar las honras fúnebres; después de planificar me fui al templo, porque, en aquel año yo era maestro de la Escuela Dominical y tenía otras responsabilidades que atender antes de salir de viaje; allí en el templo di la noticia a los hermanos y todos me consolaban con alguna cita de la Palabra; mi abuelita había creído en el Señor, un día en que yo le había llevado el Mensaje, y cuando la visitaba, ella se gozaba al escucharme hablar de la Biblia, y le gustaba que le cantara los himnos.
Estando en la iglesia pasando aquel trance, una de las hermanas que acercó para darme su aliento fue la inolvidable hermana Emperatriz Camero de Arreaza: “Fran, -me dijo con mucha ternura, tomándome por un brazo y llevándome al jardín, debajo de unos árboles de aguacate y mango-, escucha este himno”, y entonó las cuatro estrofas de aquel himno que tantas veces habíamos cantado en la congregación a los hermanos que pasaban por alguna prueba o salían de viaje: “Te cuidará el Señor”. Así que en algunas líneas de las estrofas hicimos un dúo, y a medida que lo íbamos cantando, comprendí el dicho: “La alegría compartida es doble alegría. El dolor compartido es medio dolor.” Igualmente, lo que decía Gustavo Adolfo Bécquer: “¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!”. Nuestra familia espiritual nos ayuda y nos consuela en todo: “Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo” (2 Corintios 1:4,5 NTV).
El apóstol Pedro escribe a los cristianos del primer siglo, ya que ellos tenían genuinos motivos para poner su confianza en el Señor: Eran perseguidos, encarcelados y martirizados. Así que el consejo apostólico era pertinente: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes” (1 Pedro 5:7). El cristianismo nunca ha negado el sufrimiento de los cristianos, al contrario llegar a ser cristiano significaba tener en mente la cruz: “Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme” (Lucas 9:23 NTV). El cristianismo “ligero”, como de dieta que hoy se predica, de “pare de sufrir”, “venga a Cristo y salga de la enfermedad, y sea materialmente próspero” es un escapismo de la realidad y una apología a nuestra codicia. ¡Ciertamente existe la bendición más grande de todas cuando venimos a Cristo: pasamos de muerte a vida! Sin embargo, la verdad bíblica es que los seres humanos sufrimos: “¡Qué frágil es el ser humano!  ¡Qué breve es la vida, tan llena de dificultades!” (Job 14:1 NTV). Todo depende de nuestra actitud, de nuestra fe, esperanza y amor con que enfrentamos las aflicciones y nuestras limitaciones como seres humanos: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28 NTV). El dolor es inevitable pero debemos depositar nuestra confianza en la Providencia de Dios y así el sufrimiento lo podremos superar. Así que, ¡no importa el tamaño del problema que nos aqueja, sino el tamaño de nuestro Dios que lo usará para bien!
El poema escrito por la canadiense Civilia D. Holden de Martin (1866-1948) y hecho un himno, ha servido para bendecir a millones de cristianos, entre ellos a mí, y por ello lo transcribo:

                                  I
Nunca desmayes cuando hay afán; ¡Te cuidará el Señor!
Sus fuertes alas te cubrirán; ¡Te cuidará el Señor!

Coro:
Te cuidará el Señor: no te veras solo jamás,
Velando está su amor: ¡Te cuidará el Señor!

                                   II
Cuando flaqueare tu corazón ¡Te cuidará el Señor!
Tus cargas todas en Cristo pon ¡Te cuidará el Señor!

                                   III
De sus riquezas te proveerá ¡Te cuidará el Señor!
Jamás sus bienes te negará ¡Te cuidará el Señor!

                                   IV
Que pruebas vengan, no importa, no; ¡Te cuidará el Señor!
Tus cargas todas en Cristo pon; ¡Te cuidará el Señor!

           (“Te cuidará el Señor”: EMH #229)


Oración:
Hoy deposito en tus manos todo lo que soy y tengo y no me preocupo de la totalidad de mi viaje en la vida; la vida la asumo paso a paso, en la confianza de tus cuidados y en que escucharás mi clamor. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
El dolor es inevitable pero debemos depositar nuestra confianza en la Providencia de Dios y así el sufrimiento lo podremos superar.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?


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