lunes, 10 de octubre de 2011

Día feliz

Mis amados todos: 
Hoy celebramos el Día de acción de gracias, aquí en Canadá. Es una preciosa fecha para toda la familia, y obviamente para la nación.  Una nación como esta, multicultural y tan diversa en religiones se detiene en un día de gratitud y de reconocimiento sabiendo que, sin la misericordia de Dios, todo esfuerzo humano es vano. En la cena no es el pavo el importante, sino nuestro Padre Celestial. ¡Honrémosle y proclamémosle! ¡Feliz Día de Acción de Gracias para todos!

Francisco Aular


De la misma manera, ¡hay más alegría en el cielo por un pecador perdido que se arrepiente y regresa a Dios que por noventa y nueve justos que no se extraviaron! Lucas 15:7 (NTV)


Todo cristiano tiene que nacer dos veces, la primera vez nacemos de nuestros padres humanos, y en un estado de perdición, “lo que es nacido de la carne, carne es”; somos las ovejas perdidas del Señor hasta que no nacemos de nuevo, “lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”: “El ser humano sólo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo” (Juan 1:6 NTV). Así que, cuando nací de nuevo, busqué ansiosamente a mi familia espiritual, la iglesia; y por eso, llegué a mi primera congregación la Misión Bautista Emanuel en Chacaíto, Caracas. Tuve la bendición de que Dios me colocara en una pequeña congregación donde crecí en una atmósfera espiritual de gozo, paz y amor; nuestro pastor Carlos Clark, con su bella voz de tenor nos guiaba muchas veces en la adoración dominical. Por supuesto, enseguida empecé a aprender aquellos himnos y a cantarlos, para ello usábamos El Nuevo Himnario Popular –que ya no es nuevo ni popular, pero, sigue siendo un gran himnario-, que contenía 389 himnos; por supuesto, nunca los cantamos todos, pero, la congregación tenía sus himnos favoritos y yo los hice mis favoritos también.
Tenía un compañero de trabajo, el cual influyó mucho en mí para que yo llegara al Señor, y, sin embargo, él no había nacido de nuevo, se llamaba Orestes Martín Ramos; era un cubano que tocaba muy bien el instrumento típico de su país: El tres cubano. Al segundo domingo de estar asistiendo a la iglesia, Orestes con toda su familia también vino a Cristo. De esta manera, en el trabajo, ya éramos dos los cristianos nacidos de nuevo. Un día, decidimos no ir a almorzar a nuestras respectivas casas, sino quedarnos en el trabajo para estudiar la Palabra de Dios juntos, así, todos los mediodías, Orestes y yo ensayábamos y cantábamos aquellos preciosos himnos.
Uno de aquellos himnos se llama “Día Feliz”. Es un testimonio que evoca el precioso día cuando nacemos de nuevo, y aceptamos el regalo de la salvación en Cristo JESÚS como nuestro Señor y Salvador. Este himno me ha acompañado en los momentos grandes de mi vida como cristiano nacido de nuevo, especialmente en mi vocación pastoral.
El 1 de marzo de 1964, día de mi bautismo, mi pastor Carlos Clark lo dirigió desde las aguas de Los Chorros, al este de Caracas. Igualmente, fue el himno que cantamos aquel 5 de julio de 1974, en la ciudad de Maracay, cuando por la autoridad de la Iglesia Bautista El Buen Pastor fui ordenado y comisionado en el Ministerio Sagrado. Aquel día, once años después de iniciar mi carrera cristiana, mi amado pastor Carlos Clark lo dirigió. Casi no lo pude cantar, las lágrimas de gozo al recordar los momentos especiales en los cuales lo había cantado.
Pero la historia con “Día Feliz”, no termina allí. En la celebración que mi familia hizo de mis 25 años de Ministerio aquí en Toronto, especialmente, mi hija Mary Ruth, me dio una sorpresa. Al momento de aquella celebración en el templo de la Iglesia Bautista Betel de Scarborough, y al llamarme para dirigir el himno “Día Feliz”, escuché la inconfundible voz de mi pastor Carlos Clark, él y mi amada hermana Shirley Clark, su esposa, venían por la nave central cantándolo. Al ver a mis padres espirituales venir desde San Antonio, Texas, manejando para asistir a mis Bodas de Plata ministeriales, corrí hacia ellos y los abracé, no había ojos secos en nosotros ni la congregación, que de pie aplaudían aquel momento inolvidable para mí.
¿Cómo nos llegó este himno? Philip Doddridge (1702-1751) compuso este himno en su lejana Londres; y esta joya de nuestra himnología alienta los corazones de muchos españoles y latinoamericanos en la lucha y las pruebas de la vida cristiana, entre ellos yo. ¡Bendito y alabado sea nuestro Dios para siempre! Hoy cantémoslo de nuevo:

                I
Feliz el día en que escogí,
Servirte, mi Señor y Dios;
Preciso es que mi gozo en ti
Lo muestre hoy por obra y voz.

CORO
¡Soy feliz! ¡Soy feliz!
En su favor me gozaré;
En libertad y luz me vi
Cuando triunfó en mí la fe.
Y el raudal carmesí
Salud de mi alma enferma fue.

                      II
¡Pasó!, mi gran deber cumplí,
De Cristo soy y mío es él:
Me atrajo y con placer seguí;
Su voz conoce todo fiel.

                     III
Reposa, débil corazón,
A tus contiendas pon ya fin,
Hallé más noble posesión,
Y parte en superior festín.

         (CBP, NHP #112)


Oración:
Señor este es un día feliz, porque abro mi corazón y en tus manos lo pongo. Te imploro el perdón de mis pecados. Lléname de ese amor vivo y eterno que es tu amor, lo celebro y lo pongo hoy “por obra y voz”; toda mi lucha pasó, “de Cristo soy y mío es Él”. Así que no tengo nada que anhelar, teniéndolo a Él lo tengo todo. Ayúdame a proclamarte hasta que llegue al “superior festín”. En el nombre de JESÚS. Amén.


Perla de hoy:
Sé que hubo alegría en el cielo, el día en que llegué a JESÚS, desde ese momento vivo mi día feliz.


Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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