miércoles, 30 de enero de 2013

Fiel hasta la muerte


Francisco Aular
 
No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis 2:10 (NVI)

“Prefiero morir cristiana que ser libre como musulmana (…) Yo no soy una criminal, no hice nada malo. He sido juzgada por ser cristiana. Creo en Dios y su enorme amor. Si el juez me ha condenado a muerte por amar a Dios, estaré orgullosa de sacrificar mi vida por él…”. Son las palabras de Asia Bibi recogidas por la prensa mundial. Bibi es una mujer campesina, de 41 años, cristiana católica, casada y madre de cuatro hijos. Ella ha sido acusada de blasfemar la fe musulmana; al defenderse de un ataque de sus compañeras de trabajo en un asentamiento agrícola, les dijo: “JESÚS murió en la cruz por los pecados de la humanidad (…) ¿qué ha hecho Mahoma por ustedes?...”. En su comunidad solo existen tres familias cristianas. ¿Es este un caso aislado? No. El ostracismo, las persecuciones, encarcelamiento y muerte son parte del precio que se paga por ser cristiano y dejar el Islam. Actualmente, Bibi está encerrada en una celda de 2x3 sin ventanas y con luz artificial, esperando la muerte por horca a la que fue condenada. Esto ha deteriorado su salud, pero no su fe, que es inquebrantable.
En la carta a la Iglesia de Esmirna, el Señor le dice: “Sé fiel hasta la muerte, yo te daré la corona de la vida”  (Apocalipsis 2:10). Debemos decir que no significa “hasta que mueras”, sino, que por ser fiel al Señor, tengas que morir. Ser fiel no es lo mismo que ser creyente. Creyente es el que se fía de Dios porque cree en Él; fiel es aquel en quien Dios confía. En realidad, como todo lo que viene de la mano de Dios -por su infinita gracia en nuestra salvación y santificación-, ser fiel no es esfuerzo humano sino una de las cualidades del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23), sin embargo, la fidelidad hasta la muerte requiere que nuestro amor a Dios sea supremo, así como el de los mártires del pasado y del presente mueren con la dignidad propia del Cordero que fue inmolado, el Señor JESÚS: “Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca” (Hechos 8:32; RV60).
El versículo de hoy se cierra con una promesa: “… y yo, te daré la corona de la vida”…, la corona de los mártires no está hecha de ningún material perecedero sino de uno eterno. El texto hace alusión a los juegos olímpicos de entonces, en el cual, al ganador se le coronaba con una corona de laurel que pronto perecía; no se trata de la diadema que usan los reyes y reinas en señal de autoridad terrenal, y por lo tanto, temporal, la corona que ofrece el Señor a sus fieles que perecen por Él, será una señal que exhibirán por toda la eternidad.  Como lo dijeron los apóstoles:Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:25). Así la vio el apóstol Pedro: “Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 Pedro 1:4).

Oración:
Señor, sé que en la hora de la prueba estarás en nosotros y con nosotros como lo has prometido. Ayúdame a serte fiel, pase lo que pase en este convulsionado mundo. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Serle fiel a Dios es un desafío que se nos hace a cada momento. ¿Estamos dispuestos y disponibles para Él hasta la muerte?
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

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