lunes, 14 de enero de 2013

¿Cansado?



Francisco Aular

Pero os rogamos, hermanos (…) que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado. 1 Tesalonicenses 4:10,11 (RV60)
El síntoma de estar acercándose  a una enfermedad que está aquejando al ser humano moderno se llama estrés. Los científicos lo definen como un estado próximo a la enfermedad que presenta un organismo o una de sus partes, por haberle exigido un rendimiento superior al normal; este se manifiesta con gran nerviosismo y ansiedad. Estrés es una palabra que se ha puesto muy en boga, y los que vivimos en las grandes ciudades, a menudo, decimos que estamos estresados. En efecto, vivimos en un mundo ruidoso y agitado, las noticias que oímos y vemos, por lo general, nos desalientan. Más aún, somos como parte de un engranaje, sometidos a actividades febriles, sin descanso. Miramos los rostros de las otras personas y pareciera que son portadores de un mensaje sin palabras: “¡Sálvese quien pueda!”… Lo cierto es que si nos dejamos llevar por esa corriente, terminaremos por perder la verdadera razón de nuestras vidas aquí en la tierra, y la seguridad y valor de las bendiciones eternas.
“…que procuréis tener tranquilidad…” son las palabras del apóstol Pablo escritas hace casi dos mil años. Depende de nosotros el estar estresados o no. JESÚS mismo dijo: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mateo 6:24), un corazón dividido es el anticipo de un colapso del sistema nervioso, y también, tropiezo a nuestro mejor desempeño en las cosas del espíritu. El Señor añadió: ”Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:34).
El doctor José Vélez de México, inolvidable amigo, ante la consulta que le hice sobre mi preocupación por un grupo de hombres de negocios que estaban bajo la autoridad de mi pastorado, y que formaban parte de mi grupo discipular -ya que yo pensaba que les estaba haciendo muchas demandas con las actividades de nuestra iglesia-, me dijo: “A esos hombres consumidos por las preocupaciones y dificultades de esta vida, las actividades de una iglesia les hacen bien. Ellos necesitan saber que son útiles en el reino de Dios, y necesitan buscar la compañía de JESÚS y de los otros creyentes, aunque sea un día a la semana. Allí sus espíritus podrán ser refrescados y alimentados por la Palabra de Dios, a menudo, con gran provecho para ellos mismos,  para sus familias y sus negocios…”. Nunca olvidaré ese consejo.
Claramente he comprobado la realidad del consejo del doctor Vélez al planear actividades para mi congregación. Vengo con gozo renovado a cada actividad y compañerismo con el pueblo de Dios. Ningún servicio es igual a otro. Guardo en mi corazón, para ir utilizándolas poco a poco, las bendiciones recibidas en esas reuniones. Así que, en provecho de mi propia vida cristiana, en medio de un ministerio para el servicio de la gracia de Dios a los que me rodean, y que me mantiene ocupado más allá de mis propias fuerzas, me detengo, hago un alto en mis días más agitados para orar y buscar la dirección de mi amado JESÚS, Él es la razón de mi ser y de mi hacer en esta vida, entonces, encuentro descanso completo en mi Señor y Salvador, quien me fortalece día a día, “…porque me tuvo por fiel, al ponerme en este ministerio” (1 Timoteo 1:12); y se cumplen en mí las palabras del profeta Jeremías: “Bueno es el Señor a los que en Él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor” (Lamentaciones 3:25,26). Pues bien, comprobemos la realidad de las palabras de JESÚS: “No os preocupéis (…) ni estéis en ansiosa inquietud (…) mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas” (Lucas 12:29-31). ¿Cansado? No busques descansar en algo, sino en Alguien, en JESÚS.

Oración:
Mi amado Padre Celestial:
Alabo tu santísimo Nombre y me postro delante de ti, ¡cuán grande eres y cuán inmensa tu misericordia hacia nosotros los pecadores! En este día, pon un mensaje fresco en mis labios para proclamar tu grandeza y tu amor a cualquier otra persona cansada y agotada por las crisis de la vida. Ayúdame a mostrarles que sólo en ti hay descanso para sus almas. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Nada de lo que me ocurre es demasiado grande o demasiado pequeño para llevarlo ante Dios. Descansemos en Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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