viernes, 18 de enero de 2013

El gemir de la creación



Francisco Aular

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. Romanos 8:22 (RV60)
 
Es una experiencia muy singular viajar a las Cataratas del Niágara y escuchar el imponente desprendimiento de ochocientas toneladas de agua por segundo; uno no puede dejar de alabar a Dios mientras escucha el rugir de las aguas, y observa la tenue lluvia que se levanta como resultado del rebote del agua, viendo cómo se forma un arcoíris en el atardecer; las golondrinas bajan y luego se elevan hasta perderse en el azul infinito, entonces, unos versículos bíblicos me viene a la mente: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia las obras de sus manos (…) De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos” (Salmo 19:1; 24:1,2). Igualmente, en medio de aquella belleza, surge espontáneo el coro del hermoso himno Cuán grande es Él: “Mi corazón entona la canción, ¡Cuán grande es Él!/Mi corazón entona la canción, ¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!”.
Sin embargo, en la creación podemos escuchar y ver efectos de un gemir distinto, los sufrimos en estos días que nos estresan por como los vivimos; el gemido de la corrupción en todos los segmentos de nuestra sociedad, la maldad desatada sin límites, la polución global y sus efectos de una Europa bajo la nieve; una América Latina bajo torrenciales aguaceros que producen deslaves, y con ella la muerte de los habitantes de barrios enteros edificados en lugares peligrosos, con el permiso o la indiferencia de los gobernantes. ¡No podemos ser indiferentes! Nuestro corazón eleva oraciones por los que sufren y de alguna manera, esa solidaridad lleva consigo la ayuda material también. La canción del sufrimiento humano desde que se apartó de Dios, ¡es un gemir que trasciende todo lo que lo rodea! ¡Esa es una canción diferente, y nadie quisiera cantarla!, pero tarde o temprano el desgaste, el dolor y la muerte, también nos llegarán.
Pues bien, ¿existe un remedio; hay alguna esperanza para el ser humano y la creación? Sí; Pablo nos recuerda: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios” (Romanos 8:19). Él afirma que existe una buena noticia para este mundo que actualmente gime en medio del dolor y los sufrimientos inexplicables, ¡es donde el verdadero hijo de Dios se revela como tal! Sí, es en medio del sufrimiento, y como un reflejo, el ser humano busca a Dios. Esto lo ilustro con el terremoto de Caracas en 1967; para la fecha en que ocurrió el terremoto me encontraba en Altamira, en compañía de la familia Dámaso Álvarez, en eso, tembló la tierra; los vecinos, incrédulos como eran, al sentir que la tierra se  movía bajo sus pies, cayeron de rodillas y sin que les diera vergüenza, clamaron a Dios: “¡Oh Dios, sálvanos!”. Ese era el mismo  grito angustioso de millones de caraqueños, aquel día. Como eso ocurrió un sábado, el templo de la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana se llenó de refugiados, y  al domingo siguiente, tuvimos la asistencia más grande de todos los servicios de la iglesia. Horas después del terremoto, en medio de la tragedia, dos jóvenes de la congregación salieron en un pequeño auto a repartir chocolate caliente, y a consolar a algunos de las miles de personas que estaban fuera de los edificios. Así pasaron toda la noche, en aquella labor, las mujeres de la casa preparando las bebidas calientes y aquellos jóvenes repartiéndolas y llevando el mensaje de esperanza por las plazas y las calles. La tragedia había revelado ante el gemido de la creación, quiénes éramos y para qué estábamos aquí.
Hoy, imperiosamente, necesitamos que cada hijo de Dios responda al gemir de la creación en todos los segmentos de la sociedad en donde Él nos ha colocado, sea en la política, la educación, la economía; en el hospital, en el taller o en la oficina; en el medio ambiente, o en cualquiera de las otras áreas en donde nos desenvolvemos. La gente hambrienta de Dios anda buscando la esperanza, y esa esperanza es JESÚS. Él volverá a buscarnos como lo ha prometido; este mundo con sus injusticias no existirá más, y de sus cenizas se levantará un “cielo nuevo y una tierra nueva”: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). Dios no hace remiendos con su creación: ¡la hace de nuevo! Así responde Él al gemir de la creación.

Oración:
Amado Padre, Dios creador:
Nos creaste para ti, pero nos desviamos y corrompimos, y con nosotros, la creación que nos diste para enseñorearnos de ella, también. Te rogamos que nos perdones y nos uses como tus instrumentos imperfectos, guiados y dirigidos por tu amor y tu gracia, para trabajar por el bien y para la redención de todas las cosas. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente, en, y por encima de las circunstancias, que somos hijos de Dios.
https://mail.google.com/mail/images/cleardot.gifInteracción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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