miércoles, 14 de septiembre de 2011

Llanto y consuelo

Francisco Aular


Lectura devocional: Salmo 6



¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto! El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración. Salmo 6:8,9 (NVI)


La oración por encima de todo es un diálogo con Dios, no sólo de palabras, sino de encuentros entre lo finito y lo infinito en el que se penetra hasta los resquicios del alma y del espíritu; es más, la Biblia entera, desde sus primeras páginas, nos revela que Dios toma la iniciativa en este diálogo y se revela a sí mismo. Como en el caso del Salmo 6, el cual nos muestra al rey David cuando Dios le habla por medio de su enfermedad. ¿Cómo puede ser esto? Sí, Dios nos habla por medio de la oración, de la Biblia, del Espíritu Santo, de los otros seres humanos, y en este caso, por medio de una enfermedad. En efecto, para el seguidor de JESÚS, las aflicciones son inevitables, y lo más importante es el hecho de que por medio de la oración, Dios nos consuela para que también nosotros podamos consolar a otros; como bien lo dice el Apóstol: “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros” (2 Corintios 1:3,4 NTV). En este Salmo, David confirma esta realidad. Veamos.

Nosotros podemos ser consolados para consolar a otros, cuando entendemos que todo lo que nos acontece tiene un propósito: “Tenme compasión, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos” (Salmo 6:2 NVI). Un médico cristiano dijo: “Cuando uno está sano se mira a uno mismo y a los demás, pero cuando uno está enfermo, acostado en una cama, mira hacia arriba, mira a Dios…”.

Ahora bien, desde el amanecer de la humanidad, en lo tiempos de Job, algunos ven la enfermedad como castigo de Dios por los pecados cometidos, específicamente, ese fue el caso de los “amigos” de Job, y lamentablemente, todavía existen grupos que creen esto, y en vez de aliviar la carga de la enfermedad, aturden al enfermo. Se nota que la imagen de un Dios con un látigo en la mano, prevalece. Pero si hemos de percibir cómo reacciona Dios ante nuestra enfermedad, debemos ver al Señor JESÚS, Él mismo definió su Misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;  me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:3,4 RV60).

Un día JESÚS y sus discípulos vieron a un ciego de nacimiento, entonces sus discípulos le preguntaron: “¿Quién pecó éste o sus padres para que haya nacido ciego? Respondió JESÚS: no es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:2,3 RV60). Desde luego, los fariseos interrogaron a aquel hombre después de haber sino sanado por JESÚS, y el hombre los dejó sin palabras al decirles: “…Una cosa sé que habiendo yo sido ciego, ahora veo” (Juan 9:25 RV60).

Lo admirable es que el rey David, al final del Salmo 6, cambia la visión que manifiesta en los versículos anteriores, a sus “amigos” - que posiblemente como los de Job, consideraban que merecía su enfermedad, y hasta se alegraban-, David los considera “malhechores” en vez de consoladores. No obstante, en su proceso sanador, debemos tomar en cuenta que David se pone en buena relación con Dios, se arrepiente de sus pecados, y se echa en los brazos de la misericordia de Dios, así, la enfermedad también ha tenido un propósito salvador: “Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!”, ahora David ha sido consolado para consolar, y este Salmo 6 es el fruto de esa verdad: ¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto! El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración. Salmo 6:8,9 (NVI).


 Oración:
Padre eterno:
Tú estás a la distancia de nuestro clamor para salvarnos y sanarnos. Ayúdame a consolar como he sido consolado por tu gracia, tantas veces. En el nombre de JESÚS. Amén


Perla de hoy:
Cuando Dios nos habla por medio de la prueba es porque también nos va a consolar.


Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?


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