viernes, 9 de septiembre de 2011

Crisis del alma

Mis amados y amadas perlistas:
Hoy nuestro amado hermano Daniel Robayo, está siendo traslado al Hospital Militar de Caracas, donde continuará su tratamiento. Me informan que sigue estable y respondiendo al tratamiento. Sigamos orando. Gracias
Con afecto,
Pastor y amigo,

Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 3

Clamé al SEÑOR,  y él me respondió desde su monte santo. Me acosté y dormí,  pero me desperté a salvo,  porque el SEÑOR me cuidaba. Salmo 3:4,5 (NTV)


El Salmo 1 nos revela la victoria del hombre nuevo que pone su confianza en Dios y en su Palabra; el Salmo 2 nos da una visión del triunfo final del Mesías sobre sus enemigos, la escena es espectacular; pero el Salmo 3 nos presenta la ocasión de una crisis personal por la cual el rey David pasó. Se trata de uno de los tantos problemas familiares que aquel hombre escogido por Dios tuvo que enfrentar, para ser fundador de una familia de cuyo seno, Dios traería al Mesías prometido, y cuyo trono será eterno como el Plan de Dios concebido antes de que el mundo fuese (Efesios 1:4; 3:9-11).
Si me preguntas, ¿por qué creo en la Biblia?, diría que ella retrata al ser humano como lo que es; esta Palabra no esconde, ni adorna las fallas de sus héroes, ni aun los que habían recibido promesas de un Dios santo y apartado del mal, como lo es el Dios de Israel. Esto nos revela la verdad de que Dios nos escoge, a los seres humanos, para cumplir su propósito eterno, no porque tengamos algún mérito, sino por su gracia, eso sí, no nos obliga, Él nos invita para establecer con nosotros una relación de amor desinteresado.
David había sido escogido por Dios y soportó con entereza la persecución del rey Saúl, y aunque David pudo haber derrocado a aquel hombre malvado, nunca “levantó su mano contra el ungido de Dios”. Esperó cuarenta años para entrar a la escena pública de la mano de Dios. Es en medio de este triunfo político, que el rey David pasa por una crisis del alma. Ciertamente, los dolores que producen los hijos desobedientes y rebeldes en el corazón de sus padres, va mucho más allá de cualquier sufrimiento físico o necesidad material. Nada perturba más los cimientos de una familia que la rebelión de sus propios integrantes. En efecto, Absalón, su tercer hijo se levanta contra David y su reinado. David no lo enfrenta, sino que huye. Aquel Reino prometido a David por Dios, pende de la voluntad de un hijo desobediente: “Entonces David subió el camino que lleva al monte de los Olivos, llorando mientras caminaba. Llevaba la cabeza cubierta y los pies descalzos en señal de duelo. Las personas que iban con él también se cubrieron la cabeza y lloraron mientras subían el monte” (2 Samuel 15:30 NTV). Esa noche, David no duerme en su palacio, sino tal vez en una cueva, pero la oración que hizo aquella noche ha pasado de generación en generación, y la tenemos aquí: “Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el SEÑOR me cuidaba” (Salmo 3:5). ¡Ah, cuántas veces hice que mis niños pequeños repitieran estas palabras conmigo, y así dormíamos, en la santa paz que Dios da cuando confiamos en Él!
Pues bien, ¿qué hizo David con la crisis del alma por sus problemas familiares?, David los deposita en las manos de Dios, y no toma venganza por la ofensa que le ha hecho aquel hijo al mancillar el buen nombre de la familia. David se postra delante de Dios y ora: “¡Levántate, oh Señor! ¡Rescátame, Dios mío!” (Salmo 3:7). El dolor de David se manifiesta cuando se entera de que sus soldados ponen fin a la rebelión de Absalón, matándolo. Yo no puedo leer este versículo que citaré, sin sentir la crisis del alma de aquel padre de familia y llorar como David: Entonces el rey se sintió abrumado por la emoción. Subió a la habitación que estaba sobre la entrada y se echó a llorar. Y mientras subía, clamaba: “¡Oh, mi hijo Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Si tan sólo yo hubiera muerto en tu lugar! ¡Oh Absalón, mi hijo, mi hijo!” (2 Samuel 18:33 NTV).
Es imposible saber por qué crisis del alma estás pasando; es posible que como David, exclames: “Oh Señor tengo tantos enemigos; son muchos los que están en mi contra. Son tanto los que dicen: “¡Dios no lo rescatará!” (Salmo 3:1,2). ¡Es peor cuando esos enemigos son los de tu propia casa! Te digo, no te defiendas, deja que Dios lo haga, sigue amando y orando por ellos porque un día de éstos veras la paz de Dios que entra en lo que es de Él, ¡tu familia! Y entonces dirás también: “La victoria proviene de ti, oh Señor; bendice a tu pueblo” (Salmo 3:8). 

Oración:
Padre eterno:
Señor te bendigo y alabo por darme una familia humana y una familia espiritual; ayúdame a buscar la paz y seguirla y así, en tu nombre mantener a mi familia unida y temerosa de ti. En el nombre de JESÚS. Amén.


Perla de hoy:
El rey David y su familia nos revela la verdad de que Dios escoge a los seres humanos para cumplir su propósito eterno, no porque tengamos algún mérito, sino por su gracia y su plan eterno.


Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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