martes, 27 de septiembre de 2011

La paz del corazón

Francisco Aular
faular@hotmail.com

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27 (NVI)

“Gracias pastor, tengo paz en mi corazón. Tengo paz con Dios”, estas fueron parte de las últimas palabras coherentes de aquel hombre a quien yo asistía en los últimos momentos en esta vida. ¿Es posible tener paz con Dios? No sólo es posible, sino que el único propósito por el cual naciste humanamente en esta vida temporal es para que no salgas de aquí sin conocer esa paz del corazón, y vivir a la altura de ella. Ese fue el propósito de JESÚS al venir desde el cielo a la tierra con su mensaje de paz para los hombres. No debes salir de esta tierra, sin haber nacido de nuevo por la fe en los hechos que JESÚS hizo por nosotros los pecadores. Aunque sus familiares y amigos, con buenas intenciones, le digan que ellos van hacer oficios religiosos después que usted se muera, para que tenga paz en el más allá, no salga de este mundo sin la paz de Dios. No confíe en tener paz después de esta vida, si no tiene la vida de Dios en usted; la paz que Dios nos ofrece a través de JESÚS es una relación personal entre usted y Dios mientras usted está en el más acá, y está basada en su nuevo nacimiento.
Acuérdese de nuestro amigo Nicodemo, el que vino de noche a entrevistarse con JESÚS, él era un hombre, que religiosamente hablando, estaba listo para salir de este mundo con la esperanza de su religión, pero el Señor de la vida y de la muerte le dijo: “—De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús” Juan 3:3 (NVI). A usted, el primer nacimiento lo puso en la tierra, el segundo nacimiento, lo pone en el cielo. Usted y yo existimos porque humanamente nacimos. Es necesario e indispensable que nazca espiritualmente para tener paz con Dios y existir para su Reino en esta tierra, y en la vida que habrá después de esta vida.
Nuestro amado JESÚS procura para nosotros, sus seguidores nacidos de nuevo, dos formas de paz, la paz de la conciencia, para aquel cuyos pecados son perdonados, como ya lo he dicho –en esta vida-, y la paz del corazón para aquel que confía únicamente en JESÚS como su Señor y Salvador. Debido al pecado del ser humano había enemistad entre un Dios Santo y el ser humano pecador. Era necesario que JESÚS viniera y nos reconciliara con Dios. En efecto, JESÚS hizo la paz mediante su sangre derramada en la cruz. Antes éramos enemigos de Dios, ahora estamos reconciliados con Él.
Nada ni nadie puede cuestionar nuestro derecho de ser hijos de Dios salvados y rescatados: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” Juan 1:12 (NVI). A menudo escucho decir: “Todos somos hijos de Dios”, pero, según la Biblia el manual que Dios nos dejó para guiarnos a JESÚS, no es así. Repito esta verdad: el primer nacimiento nos puso en la familia tal; nuestro apellido representa a nuestra familia humana en esta tierra, pero el segundo nacimiento nos pone en la familia de Dios.
Por la Biblia sabemos que cuatro enemigos del ser humano -y que le impedía ser hijo de Dios- fueron vencidos en la cruz del Calvario; por eso el apóstol Pablo escribió: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” Romanos 8:33 (RV60).
¿El pecado? Fue abolido, pues JESÚS: “Se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” Hebreos 9:26. ¿Satanás? Fue despojado de su poder, JESÚS destruyó “por medio de la muerte al que tenía el imperio, esto es, al diablo” Hebreos 2:14. ¿La muerte? Fue derrotada, mientras aguarda ser abolida: “¿Dónde está oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:55. ¿El mundo?, es decir el sistema humano en todas variedades, el cual es enemigo de Dios. JESÚS dijo al respecto: “Confiad, yo he vencido al mundo” Juan 16:33. ¡JESÚS nos liberó de todos nuestros enemigos y así podemos tener la paz del corazón!
JESÚS nos da también la paz del corazón, que era suya como hombre obediente. Para nosotros, la paz del corazón es el resultado simple de nuestra sumisión al SEÑOR JESÚS. Entonces, confiemos en Él en todas nuestras dificultades, la paz del corazón no quiere decir que no vendrán problemas y tormentas en nuestra vida, pero sí quiere decir que, “antes, en todas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” Romanos 8:37.

Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Bendito sea tu nombre por todos tus atributos a favor del ser humano! Que yo pueda meditar a lo largo de este día lo que significa tu invitación a ser parte de tu familia. Ninguno de los valores humanos puede igualarse al hecho de ser adoptado como hijo tuyo. Engendra en mí la sabiduría espiritual, que es más valiosa que el oro, la prudencia, que es más preciosa que la plata. Que este día yo haga feliz por un gesto o por la palabra a alguien, a quien pueda darle en tu nombre, la paz del corazón. Oro en el nombre de JESÚS, amén.

Perla de hoy:
El secreto de la paz del corazón es darle toda preocupación angustiante a JESÚS y dejarla allí.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?



                   



   


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