sábado, 1 de noviembre de 2025

LA IGLESIA Y LA GRAN COMISIÓN

Desde el corazón del escritor:
Hoy domingo, 2 de noviembre de 2025, hubo cambio del horario. Por aquí, se atrasa el reloj una hora. Eso quiere decir, que desde hoy y hasta marzo de 2026, estaremos a tres horas menos (“atrás”) de muchos de nuestro países. Sin embargo, estaremos con ustedes como siempre con el mismo gozo del SEÑOR. ¡Feliz invierno 2025-2026!
SALUTACIÓN
Perlas del Alma
Domingo, 2 de noviembre de 2025
Francisco Aular
“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. Mateo 28.19-20 (NVI)

¿Qué significa “misión?"

DESDE LA PÁGINA “definición. De”, en internet, traigo esta definición de misión: “El término misión proviene del latín missĭo y se relaciona con la práctica de realizar envíos. Entre los distintos usos de la palabra que reconoce la Real Academia Española (RAE), aparecen la facultad que se le otorga a un individuo para desarrollar alguna tarea; el encargo de tipo temporal que reciben los diplomáticos y funcionarios por parte de las autoridades de un gobierno; la iglesia o el lugar donde los misioneros se encargan de predicar; y el gasto o las expensas que se hacen en algo”.

¿Cómo surgió el nombre de la Gran Comisión?

Ni la palabra “misiones” o de la “Gran Comisión”, usted encontrará en la Biblia; pero el concepto en sí, llena todas las páginas de la Palabra de DIOS, y para mí, eso es suficiente.
De todos modos un poquito de historia al respecto es bueno. En efecto, el misionero holandés Justinian von Weltz (1621-1668) fue el primero que nombró al mandato de JESÚS -que aparece en los cuatro evangelios y el libro de los Hechos-: La Gran Comisión de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.


Más tarde, el misionero inglés Hudson Taylor (1832-1905) lo hizo popular hasta nuestros días. Pero creo sin lugar a dudas que quienes la hemos hecho nuestra razón de ser y hacer, somos los bautistas del sur. En consecuencia, somos una organización que ha mantenido su efectividad en la obra misionera mundial por más de cien años.

En realidad, tenemos la meta en cada una de nuestras iglesias​: ​Orar por misiones; envia​r misioneros y ​ofendar para sostener dignamente a nuestros misioneros. ¡Sí, la fuerza impulsora de nuestra pasión misionera es ayudar al cumplimiento de la Gran Comisión!

Misioneros de la Gran Comisión

Nuestro pastor Carlos Clark, participó e inspiró a la Misión Bautista Emanuel para que participamos de lleno en la campaña “multidenominacional” que llamamos Evangelismo a Fondo, realizada en Venezuela los años 1964-1965.

Yo tenía entonces seis meses de haber llegado a nuestra congregación y fui uno de los entusiastas participantes, y hasta ahora, me considero un fruto de aquel gran esfuerzo de oración, evangelización y discipulado, llevado a cabo simultáneamente por el pueblo evangélico en toda la nación suramericana.

Recuerdo muy bien que escuché dicho vocablo el nombre de La Gran Comisión durante la predicación del pastor Clark, en uno de los primeros domingos del año 1964.
Fue la primera vez que oí hablar de la Gran Comisión. Desde entonces, no he dejado de orar, hablar, enseñar y dar para misiones. Ciertamente, ese mandato del SEÑOR pronunciado en un monte desconocido de Galilea, antes de Su ascensión a los cielos,​ compartirla es un​ gozo en el SEÑOR.

De hecho me considero ante todo, un misionero de la Gran Comisión y en eso ando hasta el final de mi jornada terrenal.

¡Qué gran definición!

El Dr. Bill Bright, define la Gran Comisión de una manera que me llega: “La Gran Comisión de nuestro Señor Jesucristo es el más grande plan que ha sido propuesto al género humano; es presentado por la más extraordinaria persona que ha vivido, respecto del mayor poder revelado a los hombres y conteniendo la más grande promesa que se registra en la historia”.

¡Trastornando al mundo entero!

Indiscutiblemente que aquellos discípulos que se congregaron para oír el mandato de la Gran Comisión reseñada por Mateo; también lo escucharon decir: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. (Hechos 1:8, NVI).

Como resultado de la llenura del poder del ESPÍRITU SANTO, aquella generación humana escuchó de los labios de esos discípulos y conjuntamente con ellos, se lanzaron a predicar el glorioso evangelio del Reino del SEÑOR JESÚS. Quizás para algunos de nosotros, todo esto se ha reducido por miedo a no parecer fanáticos, ni estar en contra del pluralismo religioso que abundan en estos días.

No obstante, los discípulos apasionados del SEÑOR JESÚS, los de ayer, los de hoy y los siempre, no negociamos, ni negamos nuestra pasión por el nuestro DIOS. De tal manera podemos decir como los apóstoles Pedro y Juan: “¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que hemos visto y oído!” (Hechos 4:20, NTLA).

Esos amados entendieron que JESÚS vivía en ellos, y llenos de gracia y poder proclamaron el evangelio y por la fuerza impulsora de la Gran Comisión, vieron los grandes resultados: “–¡Estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido acá!” (Hechos 16:6b, DHH).

¿Qué podemos hacer desde nuestra iglesia?

Por muchos años, las iglesias entendieron que la Gran Comisión fue dada solamente a los Apóstoles y creyentes de aquel primer siglo. Después en la era de la Reforma, otras iglesias y hasta ahora, piensan que la Gran Comisión, era para los misioneros, pastores y evangelistas.

En otras palabras era un asunto vocacional para muy pocos escogidos. Gracias al Comandante de la obra misionera, el Espíritu Santo, hoy sabemos que cada creyente debe convertirse en un misionero de la Gran Comisión, un misionero de la Palabra de DIOS en el ser, y, en el hacer. Y además de todo eso, involucrarnos de todo corazón en misiones, locales, nacionales y mundiales. Lo defino en tres movimientos intencionales:
· Orar por misiones
· Dar para misiones
· Enviar misioneros desde aquí en nuestra iglesia local y hasta la última frontera.

El desafío de ayudar a cumplir la Gran Comisión es: ¡Ahora o nunca!
¡Adelante, siempre adelante!
¡Feliz domingo del SEÑOR!
“Si Jesucristo es Dios y murió por mí, ningún sacrificio puede ser muy grande para mí que pueda hacer por Él”.
C.T. Studd, misionero en China, India y África.
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¡CRUCEMOS LA META JUNTOS!

Aviso: En estos días del dominio de la inteligencia artificial, me hace escribir que, todo este devocional es fruto de la escritura de un ser humano, escribiéndoles a otros seres humanos, sus experiencia personales con el DIOS ETERNO. ¡Soli Deo Gloria!
SELECCIONES
Perlas del Alma
Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional:Hebreos 12:12-29
Por lo cual, levantad las manos caídas
y las rodillas paralizadas.
Hebreos 12.12
(RV60)

CUANDO NUESTROS HIJOS estaban en el hogar, hacíamos todo lo posible por no perder los eventos deportivos internacionales; por supuesto que poseo muchas anécdotas que vimos juntos al momento de producirse. Una de ellas que recuerdo muy bien, fue las olimpíadas de 1992 en Barcelona, España, porque juntos disfrutamos uno de los momentos más memorables en la historia de las modernas olimpíadas.

Es posible que ustedes también se recuerden de esta gran hazaña que nos conmovió a todos los que la vimos en todas partes del mundo. Muy pocos se recordarán de quien fue el vencedor de aquel encuentro deportivo, pero no podrán olvidar aquella escena que vive en nuestros recuerdos. Aquí va el relato como lo vi y sentí en el mismo instante en que ocurrió:
Derek Redmon, de Inglaterra, estaba cumpliendo con uno de sus grandes sueños en la vida: ¡Ganar una medalla de oro en los juegos olímpicos! Se había preparado con disciplina, paciencia y esfuerzo, para ser el mejor del mundo. Ya había llegado a las semifinales en la carrera de los 400 metros y, al sonar el disparo para iniciar la carrera, Derek se lanzó a correr, teniendo un comienzo magnífico, sentía que la sangre le hervía por todo su cuerpo. No era para menos. Estaba corriendo la carrera de su vida. Se dijo a sí mismo: “¡Este es el momento para el cual nací!”, y ya se acercaba a la línea de llegada cuando, de pronto, sintió un dolor agudo en la pierna derecha. Se detuvo unos segundos allí en la pista, habiéndose roto un tendón, la carrera había terminado para Derek.

Trató de ponerse de pie antes de que llegara el equipo médico. Aunque todos los demás corredores lo pasaron con sus ojos puestos en la meta, Derek empezó a arrastrarse hacia la meta, su rostro estaba bañado en lágrimas por el dolor y la desilusión. De pronto, un hombre se abrió paso entre los guardias de seguridad y sin detenerse ante nada, corrió hacia la pista.

Se acercó a Derek y lo abrazó.
_No tienes por qué hacer esto_ Le dijo Jim Redmon a su hijo, quien no dejaba de llorar.
_ Sí, tengo… ¡Debo cruzar la meta! –contestó Derek-.
_ Bueno, entonces esta carrera la terminaremos juntos, dijo su padre.

El padre de Derek tomó firmemente a su hijo, metió su cabeza por debajo del hombro del corredor y, juntos, emprendieron el recorrido que faltaba para llegar hasta la meta, rechazando la intervención que les prestaban la guardia de seguridad que los rodeaba.

El precioso cuadro de aquel padre llevando casi a rastras a su hijo cojeando, copó la escena final de aquella carrera, la cabeza de Derek en algunos momentos apoyada en el hombro de su padre, siguieron el carril de Derek hasta llegar y cruzar la línea final.

Hubo un silencio total en aquel centro deportivo. La multitud que los observaba, primero pareció quedar paralizada. Luego, uno por uno, los presentes se pusieron de pie y empezaron a vitorear ante aquel cuadro, de la determinación deportiva del hijo y el apoyo de aquel padre.

Así como a Derek, se le hacía imposible cruzar la meta por sí solo. También nosotros los pecadores estamos limitados, lejos de la meta de DIOS que nos dijo:
“Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en
los cielos es perfecto
(Mateo 5.48, RV60).

Ciertamente el mejor de nosotros los pecadores tiene:
“…las manos caídas y las rodillas paralizadas”, frente a la santidad de DIOS. Pero JESÚS, se lanzó en nuestro rescate, y hoy corremos esta carrera cristiana con Él a nuestro lado. ¡JESÚS, es la respuesta de DIOS para guiarnos a los seres humanos hacia la meta final!, es más, como lo afirmó el Apóstol Pablo:
“Es Cristo en ustedes,
la esperanza de gloria”
(Colosenses 1.27).

Esa preposición “en” nos dice, nos revela una de las verdades más preciosas de la Biblia: nuestra unión con JESÚS. En efecto, Él está en nosotros y nosotros en Él. ¡Sí, Él está en nosotros, ¡y nada ni nadie podrán detener nuestra carrera hacia el triunfo final!

Sin embargo, los hijos de DIOS, nos necesitamos “unos a los otros” … Es posible que ahora mismo estés paralizado y estancado en tu carrera cristiana, ¡ven apóyate en mí! “¡Crucemos la meta juntos!”

¡Adelante, siempre adelante!

Oración:
PADRE CELESTIAL:
¡Cuán poderosos y hermosos son tus atributos que se inclinan a favor de tus hijos, nada más que por pura gracia! Tu bondad sobrepasa largamente a todas las expectativas de los seres humanos. Es muy grande saber que la muerte de Tu HIJO amado, nos compró un lugar en el cielo; pero es también glorioso que nos compraste nuestra libertad para que en este nuestro breve transitar por este mundo: “Seamos más que vencedores”. Ayúdame en los minutos finales de mi carrera, que yo pueda levantar mis ojos y ver la gloria que me espera, en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La salvación es el milagro de un momento que nos pone en la carrera cristiana; nuestro avance hacia la meta es la labor de toda una vida.
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