martes, 8 de mayo de 2018

“Mi familia y yo serviremos al SEÑOR."

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Josué 24: 13-28  
Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al SEÑOR. Josué 24:15 (NVI)

Josué el gran libertador judío sucesor de Moisés fue uno de esos seres humanos de excepción que encontramos en la Biblia. Durante 40 años sirvió al lado de Moisés al pueblo judío, su lealtad, su valentía y su fe inquebrantable en Dios, le ganaron el título de general en jefe de los ejércitos de Israel. Tenía ya 110 años, cuando se presenta delante del pueblo de Dios para despedirse. Pienso que Josué pudo haber dicho muchas cosas aquel día pero su consejo final, sirvió para que el pueblo de Israel, se definiera frente al Señor e igualmente frente a la familia.

En los escritos del Nuevo Testamento, familia e iglesia van juntas. Ambas instituciones creadas por Dios, ambas lo representan: La iglesia es la familia grande, la familia espiritual que Dios está haciendo para que vivamos con Él para siempre al final de la historia: “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19 NVI). Igualmente, la familia es la “iglesia en miniatura”, lo entendemos mejor cuando Pablo escribe: “Y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa” (Filemón 1:2). En el magnifico tratado sobre las relaciones humanas de los cristianos nacidos de nuevo, que es la carta de Pablo a los efesios nos revela que el matrimonio y la familia son símbolos del amor y sacrificio de JESÚS  por Su Iglesia: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:22-25 RV60).

En efecto, la familia es imagen de Dios porque Él es amor y vida. Me sorprende ver esta verdad en toda la Biblia, si queremos conocer a Dios, debemos buscarlo primero en nuestra familia ¿Por qué no ver a Dios en el papá, en la mamá y en los hijos, en una familia cristiana? Eso haría muy sencillo que los que no conocen a Dios, lo empiecen a ver en nosotros. En cuanto a esto, todavía podemos aprender mucho de los judíos. Muy cerca de nuestra casa queda una sinagoga judía, ellos van caminando todos los días en que tienen sus reuniones religiosas, he visto a los hombres caminar delante con sus hijos varones y más atrás la mujer con sus niñas. Entre esta religión milenaria, el padre es la imagen de Dios, cabeza de la familia, por lo tanto, desde hace más de tres milenios, sus familias tienen lazos casi indestructibles. Hasta hoy en día -en que aún entre los cristianos nacidos de nuevo- el divorcio se ha incrementado; no así entre los judíos que han enfrentado crisis de todo tipo en su andar por el mundo, aún así, la familia es lo que se dice de ella: “La familia que ora unida, permanece unida”.

Lamentablemente, en nuestra cultura hispana el hombre no le da importancia ni a la Biblia, ni a la fe. Prefiere sus domingos de deporte con sus amigos que ir con toda su familia, siendo él, ejemplo a los servicios de su iglesia. La verdad otra vez ¡doy gracias al Señor por la gran participación de la mujer en la vida de la iglesia en nuestra cultura! ¿Qué haríamos sin ellas? Sin embargo, la voluntad de Dios es que el hombre sea su representación en la familia, cabeza del hogar. No es asunto de discrimación, sino de orden para la familia, la sociedad y la nación. ¡Hogares firmes darán firmeza a toda la nación! Por eso alguien dijo: “Si la familia está perdida, todo está perdido.” ¡Cuidemos a nuestra familia! Y digamos como Josué:“Mi familia y yo serviremos al SEÑOR.”

Oración:
Padre eterno:
Amado Señor, gracias por crear y fortalecer con tu Palabra a la familia a través de los siglos. Este tema toca la sensibilidad de todos nosotros porque todos hemos nacido en una familia y tenemos una familia. Ayúdanos a cumplir nuestra misión histórica. En el Nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El amor supremo por la familia, nos lleva a conducirla con las enseñanzas y valores de la Palabra de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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