viernes, 5 de agosto de 2016

Obediencia y corona

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: 2 Timoteo 2:1-7
Asimismo ningún atleta puede obtener el premio a menos que siga las reglas. 2 Timoteo 2:5 (NTV)

Con mucha frecuencia San Pablo utilizó en sus escritos, la figura de las metáforas para hacer aplicaciones a las doctrinas cristianas. Una de ellas fue la metáfora del atleta y su clara referencia a la obediencia cristiana. Uno puede inferir que el Apóstol estaba familiarizado con las competencias atléticas  y con los famosos juegos olímpicos, así como también los reglamentos que regían las distintas disciplinas deportivas que se practicaban en su tiempo. Ciertamente, los juegos atléticos más importantes que había entre los griegos eran los juegos olímpicos. Estas competencias deportivas tomaban lugar cada cuatro años, y se tenían en la llanura llamada Olimpia, a orillas del Río Alfeo, en el Peloponeso, Grecia. En esta llanura había un bosque, y allí un templo con una de las siete maravillas del mundo: la estatua de Júpiter Olímpico, hecho de oro y marfil, por Fidias, uno de los más grandes escultores de la antigüedad. También había una estatua de Minerva mirando hacia Atenas. Esta diosa era la patrona de los juegos olímpicos. Estos juegos se originaron en el año 776 A.C., y duraron hasta el año 394 D.C., cuando fueron prohibidos por el emperador cristiano Teodosio. A los juegos olímpicos se les otorgaba tal importancia que al mismo tiempo eran regidos por reglamentos muy estrictos, sin obediencia a ellos, no había triunfo, no había corona. Había que jugar limpio.
En efecto, todo atleta tenía que hacer un voto solemne de que participaría de acuerdo al reglamento de las olimpiadas. Si alguien jugaba de mala fe lo multaban con cantidades considerables de dinero. Para que sirviera de ejemplo a lo largo y ancho del lugar de las competencias había obras de artes que se había adquirido por medio de las multas que se le habían cobrado a los que había jugado ilegalmente.
La Biblia es el libro de los reglamentos y principios divinos que nos ha dejado Dios para que nos guiemos y la hagamos la norma de nuestra conducta. La Biblia nos dice que la salvación es un regalo que Dios nos hace en JESÚS, es imposible ganar la salvación aún intentando jugar limpio, por eso vino JESÚS: Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo la muerte. Pero Dios nos regala la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6.23 LBLA)
Aunque la salvación es un regalo, vivir la vida cristiana, nos costará todo lo que tenemos y somos. El cristiano nacido de nuevo no vive para ganarse la salvación, porque gracias a JESÚS, ya la posee, pero vive y se esfuerza en la gracia de Dios para que esa salvación sirva de ejemplo y modelo para otros. Visto de esta manera la vida cristiana normal es como una carrera que emprendemos desde el día de nuestra conversión hasta el día cuando el SEÑOR, nos llame a Su presencia. La obediencia a la Palabra de Dios, nos pone en la carrera y nos mantiene en ella. Como a los atletas de las olimpiadas al final de la competencia se les premiaba, así también habrá premios al final de nuestra carrera cristiana. Habrá coronas para los que hayan vivido una vida cristiana y ejercido sus dones espirituales para la gloria de Dios.
Oración:
Amado Padre Eterno:
Te alabo por el día en que me hiciste parte de tu pueblo, sangre de tu sangre y hueso de tus huesos. Tu gracia me puso en la carrera cristiana en la cual me encuentro. Ha sido hermoso servirte como mi SEÑOR y SALVADOR. No tengo nada que buscar en este mundo fuera de ti, teniéndote a ti tengo lo más que grande que esta vida humana me pudiera dar. Como dijo uno de Tus grandes hombres: “Nos has hecho para Ti y nuestro corazón estará inquieto, hasta que descanse en Ti” Oh SEÑOR dame la gracia de terminar mi carrera cristiana con gozo, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Soy un atleta de Dios en obediencia y compitiendo según el reglamento, por Su gracia, la corona me espera.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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