viernes, 29 de julio de 2016

Pasión evangelizadora: Su autoridad

Francisco Aular
Lectura devocional: Lucas 14:15-24      
Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Mateo 28:18 (NTV)… Entonces su amo dijo: “Ve por los senderos y detrás de los arbustos y a cualquiera que veas, insístele que venga para que la casa esté llena. Lucas 14:23 (NTV)

En la historia de la salvación eterna del ser humano, la Biblia enseña que Dios toma la iniciativa desde la eternidad pasada hasta perfeccionarla en la eternidad futura. Con su permiso, voy a respaldar, esta aseveración con dos citas bíblicas largas, pero muy necesarias para ponernos en terreno firme en este importante tema: Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos. Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.” (Romanos 8:29,30 NTV). Esta verdad,  el apóstol Pablo, la ratifica en otra de sus epístolas: Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados.” (Efesios 1:4-7 NTV). En este sentido, no vamos al cielo porque nosotros somos buenos y por tal motivo lo merecemos, no. ¿Qué habíamos hecho usted y yo, bueno o malo, si ni siquiera habíamos nacido, cuando Dios hizo este decreto a nuestro favor? Todo corresponde a la gracia de Dios al enviar a JESÚS y con su preciosa muerte por nosotros, comprarnos un lugar en cielo como lo afirma la Palabra: Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. (Efesios 1:7, NTV). ¡Gloria a Dios por su amor incondicional a nosotros, los pecadores! ¡Estas son buenas noticias para nosotros, esto es el Evangelio!
Sin embargo, aunque en esta hora y en este día podemos contar a millones de cristianos, nacidos de nuevo que disfrutan de este regalo divino, todavía existen millones que no conocen esta noticia de vida o de muerte, que la Sagrada Escritura, proclama claramente desde hace dos mil años, al escribirse el Nuevo Testamento. ¿Qué podemos hacer como seres humanos que hemos experimentado el poder del Evangelio en nosotros? Tenemos que llevar el Evangelio, la Buena Noticia a otros, por eso se llama: Evangelización. Muy certeramente, el afamado teólogo estadounidense, D. T. Niles, definió al acto de evangelizar de una manera tan práctica, que es mi favorita también: “Evangelizar es un mendigo diciéndole a otro mendigo dónde encontrar comida.”
Ahora bien, ¿quién nos autoriza para evangelizar? Lo hace el mismo JESÚS, en lo que llamamos la Gran Comisión:Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos”. (Mateo 28:19,20 NTV)
Pues bien, cuando Dios me llevó -hace más de 50 años a la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana- al este de la ciudad de Caracas, me puso de pastor al misionero estadounidense Carlos B. Clark, un verdadero siervo de Dios, mi padre espiritual. Crecí en el Señor de su mano, así que un domingo por la tarde nuestro pastor, nos convocó para entrenarnos en la evangelización personal, una de las jóvenes universitarias, le preguntó: “Pastor, ¿Con qué autoridad, nosotros vamos un domingo por la tarde a tocar las puertas de nuestro vecindario, y molestarlos cuando ellos están descansando? Mi pastor le respondió: “Nosotros vamos con la autoridad que nos da la Palabra de JESÚS, fíjense lo que dice la Biblia:  “Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:18-20 NTV) Y aquella, tarde como muchas tardes después, fuimos tocamos puertas y evangelizamos, pues, sabíamos que la autoridad de la pasión evangelizadora, y de la revolución espiritual bienhechora para toda la humanidad,  es el mismo JESÚS. Esta es la autoridad de la pasión evangelizadora que nos mueve para llevar el Mensaje de la salvación. ¡En eso andamos!
Siguiendo la misma idea, el versículo de hoy que encabeza nuestro devocional, es tomado de la Parábola de la gran cena, Dios mismo es quien nos ordena ir, diciendo: “Ve por los senderos y detrás de los arbustos y a cualquiera que veas, insístele que venga para que la casa esté llena. Lucas 14:23 (NTV).
Ahora bien, estemos claros en esto:“Ve” Es una palabra muy pequeña, apenas dos letras. Sin embargo debido a la autoridad de Quien nos envía, y nuestra obediencia como sus mensajeros, vamos y en una amorosa insistencia, logra lo imposible: “…buscar y salvar, lo que se había perdido” (Lucas 19:10). En efecto, Dios va al encuentro de las personas a través de sus mensajeros que hacen de la evangelización un estilo de vida. ¡No salimos a evangelizar, sino que evangelizamos cuando salimos! Y lo hacemos con gozo y amor al sembrar la semilla del Evangelio con pasión evangelizadora. ¡Manos a la obra!
Oración:
Padre amado: Ayúdame a llevar a cada vida, tu mensaje de amor, de gozo y paz, que producirá la verdadera revolución espiritual que necesitamos, en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La revolución que JESÚS propone comienza con un discípulo obediente, con pasión evangelizadora.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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