miércoles, 13 de junio de 2012

El impacto de una vida

         
Francisco Aular                                            

No me preocupa si tengo que morir. Lo que sí quiero es tener la satisfacción de haber anunciado la buena noticia del amor de Dios, como me lo ordenó el Señor Jesús. Hechos 20:24 (Traducción lenguaje actual)

Cuenta el doctor Bill Bright que  hace años, en el salón de reuniones de líderes del Senado en el Capitolio en Washington, D.C., congresistas, miembros del gabinete presidencial, máximos dirigentes del gobierno, y otros muy respetables ciudadanos elegantemente vestidos estaban sentados en aquel distinguido lugar con sus columnas adornadas, el cielo raso imponente del cual colgaban inmensos candelabros. El salón lucía digno y orgulloso con tanta gente influyente que se había reunido allí para rendirle homenaje a una humilde sierva de Dios. En un momento, la Madre Teresa entró al salón. Se veía  menudita y fuera de lugar con su hábito azul y blanco. Sus sandalias revelaban que la habían transportado miles de millas. La imponencia del salón y la presencia de tan prestigiosos invitados parecían empequeñecer aún más a la visitante.  Inmediatamente, los máximos líderes de la nación más poderosa del mundo, junto a los demás invitados se levantaron y aplaudieron. Muchos de ellos tenían lágrimas en sus ojos.
La señora Dee Jepsen, quien es la esposa del senador norteamericano Roger Jepsen, expresó lo que aquel salón vivió con las siguientes palabras: “Pensé, ¡Dios mío!, esta frágil mujer tiene más poder que todo el que yo he visto en los corredores del Congreso. Ella refleja a JESÚS dondequiera que va y todos son extrañamente conmovidos”.
Como ya lo sabemos la Madre Teresa murió. Su obra sigue. Nunca tuvo buscó posesiones materiales, ni tampoco las buscó; jamás demandó derechos de ningún tipo para sí misma. Sin embargo, siguiendo el mandato de JESÚS “de amar al prójimo como a sí mismo”, ella se fue a la India a servir al Señor, descendió a las cloacas de la ciudad de Calcuta, y allí, entre los marginados y moribundos enfermos de lepra y otros males, sirvió en el nombre del Señor, amó a quienes el mundo aborreció, y entre ellos murió. ¡Qué impacto para un mundo como este en el cual vivimos llenos de odio y antivalores cristianos! Ella sentía una profunda satisfacción espiritual al servir y dar su vida por los demás: “Los milagros no se producen cuando se hace algo determinado, sino únicamente cuando somos felices y nos sentimos satisfechos de hacer una determinada cosa”.
Quizás usted y yo nos preguntamos: ¿Por qué mi vida cristiana no es más emocionante y plena y así yo pueda reflejar a JESÚS por dondequiera que vaya? ¿Habrá algo que produzca mayor satisfacción en la vida cristiana que lo que hasta ahora estoy experimentando?
Sí, la diferencia es vivir la vida cristiana con propósito; es la vida zoé que Dios nos da por el nuevo nacimiento, con el poder del Espíritu Santo, y también es contar, tanto con sus dones como con su fruto en el servicio de la obra de Dios. ¡No se quede en donde está, en la niñez espiritual! Decídase a madurar en la fe después de haber nacido de nuevo; hágase miembro responsable de su comunidad cristiana local, la iglesia; ame a sus hermanos en la fe, a los fáciles de amar y a los difíciles; participe de corazón y con sus recursos; ponga su mirada en hacer para honrar y glorificar a Dios; tal vez, Dios no lo quiere como misioneros en la India, pero Dios lo quiere como un ministro que le sirva en la iglesia donde está o en cualquier lugar en donde Él lo ponga. No hay satisfacción mayor que dedicar esta única vida humana que vivimos al servicio de Aquél, ¡que estará con nosotros cara a cara por toda la eternidad!
El apóstol Pablo lo afirmó, con ese tino que el Espíritu Santo le dio, al decirles a sus discípulos y amigos que vinieron a despedirlo en las playas de Mileto: No me preocupa si tengo que morir. Lo que sí quiero es tener la satisfacción de haber anunciado la buena noticia del amor de Dios, como me lo ordenó el Señor Jesús. Hechos 20:24.

Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por tomarme en cuenta para ayudar a los hombres y mujeres de mi generación! Ayúdame a no retroceder ni a detenerme; es la hora de marchar e impactar con mi vida. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Dios tiene un lugar en su obra para cada uno de sus hijos que todavía estamos aquí en la tierra.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


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