jueves, 26 de mayo de 2011

Refugio para el alma

Francisco Aular

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46:1 (RV60)

Teníamos en aquellos días, una preciosa juventud asistiendo a la iglesia, eso era durante mi primer pastorado, yo tenía entonces 27 años. Era joven, así que desafié a la juventud a subir una pequeña montaña muy cerca de la ciudad. Jóvenes al fin, ¡aceptaron el desafío llenos de entusiasmo e ilusión! La idea era subir la montaña el viernes por la tarde, dormir allí y luego descender el día sábado por la tarde. Eso sí, todos debían llevar sus Biblias e instrumentos musicales. Con mucho ánimo emprendimos la subida, no era tan fácil como se veía desde lejos. De repente, toda la montaña se oscureció, una tormenta nos amenazaba. Pensé, si nos mojamos, nos enfermaremos sin remedio. Hice una de mis oraciones de emergencia: “¡Padre, tú eres nuestro refugio espiritual pero encuéntranos uno físico, por favor!” Nuestro guía, un joven explorador, exclamó: “¡Allí está un refugio!”, corrimos y llegamos justo a tiempo. Conquistamos la montaña, y dormimos en la cumbre.
Pues bien, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60). Ciertamente, Dios es una morada segura en las tormentas de la vida. Se dice que el promedio actual de longevidad es de 25.550 días. ¿Qué podemos hacer en tan breve paso por esta vida temporal? Como dice la Biblia, en el Salmo 90: “Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer”, para Dios no existe el tiempo, en comparación con Él, vivimos aquí nosotros, nada más que ¡veinticuatro horas¡ Para los incrédulos el tiempo se mueve entre los extremos que van desde la cuna hasta la tumba. “Un poquito de tierra encima y todo se acaba”, dicen algunos, otros añaden: “El mundo se acaba para el que se muere”, con tales criterios, uno pensaría que viven de otra manera, pero no es así, disfrazan el morir de muchas maneras, y hacen lo posible por hacerse la idea de que vivirán aquí para siempre. Moisés, nos advierte sobre la brevedad de nuestra vida aquí en la tierra. La vida es como “una de las vigilias de la noche” -sabemos que según el pensamiento hebreo, la noche tiene cuatro vigilias de tres horas cada una- y sigue diciendo: “Los arrebatas como con torrentes de aguas…”, la idea sugiere, la precipitación como caída, la rapidez y la fugacidad como marcha.
Vivo, junto a mi familia, a hora y media de esa gran maravilla llamada las Cataratas del Niágara, y no me canso verlas, de respirarlas, de oírlas. No importa la estación del año, siempre son bellas. Ochocientas toneladas de agua por segundo se desprender de una manera maravillosa; en días soleados se forman arcoíris a su alrededor, y éstos aumentan la belleza ante nuestros ojos. Bueno, el ser humano es como una gota de agua de ese torrente majestuoso. Como lo dijo el poeta Jorge Manrique en sus Coplas:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir…
Sin embargo, nuestro Dios es el refugio del alma. Como seres humanos, algún día vendrá la aurora en la cual traspasaremos el umbral del más allá, de la muerte, pero como en el torrente del Niágara, el arcoíris de la esperanza de la resurrección, nos dará la bienvenida al maravilloso futuro que nos espera por haber puesto toda nuestra confianza en JESÚS, y haber vivido para Él. Para el cristiano nacido de nuevo, esta vida es solamente un ensayo de la verdadera vida que es para siempre al lado de nuestro amado Señor y Salvador JESÚS: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).  
Encontramos en la historia, ilustraciones muy hermosas de lo que estamos afirmando en este devocional. Se nos cuenta que en 1940 la tragedia se cernía sobre Europa, y Hitler se disponía a lanzar su gran ofensiva militar, entonces el rey Jorge VI de Inglaterra, llamó a la oración e igualmente él mismo escribió una, que dio ánimo a su pueblo: “Dije al anciano que cuidaba la puerta del año nuevo: “¡Dame, te pido, un camino y una luz para el camino!”, y el anciano que cuidaba la puerta del año nuevo me respondió:
-Penetramos en las tinieblas. Pon tu mano sobre la mano de Dios y Él será para ti mejor que un camino y más que una luz para ese camino,” porque: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60).

Oración:
Amado Padre Celestial:
Muchas son las pruebas y tribulaciones que me rodean. Hoy pongo mi confianza en ti porque eres mi refugio eterno. Contigo no hay tormenta que pueda amenazarme y que no podamos enfrentar los dos. Ayúdame a poner mi mirada en ti y a ver los arcoíris de esperanza de que mi triunfo y victoria final son seguros. En el nombre de JESÚS. Amén

Perla de hoy:
Cuando Dios es nuestro refugio estamos preparados para morir y también para vivir.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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