miércoles, 4 de mayo de 2011

¡De dónde vienen las guerras?

Francisco Aular

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Santiago 4:1

La historia nos da cuenta de los esfuerzos del ser humano para mejorar y transformar al mundo. Mi generación, por ejemplo, sin ir muy lejos, puso mucha atención a la educación, a la ciencia y a la tecnología para lograr el bien supremo de las personas. Sin embargo, vivimos en un mundo lleno de inmoralidad, ambiciones materialistas, tensiones políticas y guerras entre las naciones y entre los diferentes grupos étnicos y religiosos, revoluciones con prejuicios racistas, abuso de las drogas, incremento del terrorismo, los secuestros como negocio, problemas ecológicos producidos por el desorden mercantilista, dando como resultado el calentamiento global que nos amenaza con borrar al ser humano de la tierra. Así, todo sigue igual, el egocentrismo lo domina todo y contamina, igual al ser humano que fue echado del paraíso, hace miles de años.
Esto es así, porque una cosa es limpiar las telarañas y otra muy distinta, eliminar a la araña que las produce. La araña en el ser humano es el pecado, son sus pasiones negativas que habitan en él, y por eso vino JESÚS. En su conversación con un gran líder religioso de su tiempo, Nicodemo, lo sorprendió al decirle: "El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3). ¡Todos los seres humanos debemos nacer dos veces! El primer nacimiento es humano; el segundo nacimiento es espiritual. El nacimiento humano nos pone en la tierra, pero el nacimiento espiritual nos lleva al cielo.
En efecto, Pablo nos dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). ¡Esa es la manera en como Dios acaba con la araña para así, eliminar la telaraña!
Al enfrentar la pregunta: "¿De dónde vienen las guerras?", podemos hacer el vano intento de justificarnos culpabilizando a los demás, pero la verdad de las cosas es que tenemos que concluir, que proceden de nosotros mismos, como lo dijera el apóstol Santiago, el hermano del SEÑOR: "Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia…" ¡Esa es la verdad!


Oración:
SEÑOR, te confieso que tengo un corazón del cual brotan actitudes para apartarme de Ti. Hoy renuncio a toda obra perversa, y a los residuos que viven en mí de mi vida pasada, y sobre las cenizas de mi vida pasada, por tu gracia me levanto como persona nueva para asumir mi responsabilidad histórica y mi destino eterno a tu lado. Amén.

Perla de hoy:
El nacer de nuevo me adiestra para ser un instrumento de Dios, un hombre de paz, y me capacita para aborrecer las rivalidades y las guerras que brotan de mi corazón.


Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?


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