lunes, 30 de mayo de 2011

Cómo orar

Francisco Aular

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: -Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. Lucas 11:1 (NVI)
Federico iba por una calle oscura de una gran ciudad. Como es lógico, sentía algo de temor. Se dio cuenta de que dos individuos lo seguían, quiso correr, pero ya era tarde. Uno de los hombres, sacó un arma de fuego y le dijo: "¡Esto es un asalto, la cartera o la vida!" En esos instantes sus pensamientos lo llevaron a su madre, una gran cristiana, una mujer de oración. Entonces, Federico oró tan rápido como pudo: "¡Oh Dios de mi madre, ayúdame! Si me sacas de ésta, te prometo que le voy a hacer caso a mi mamá, y este domingo voy a la iglesia pase lo que pase, y si quieres me convertiré en un misionero, pero, ¡sálvame!". Inmediatamente una patrulla de la policía apareció, y los ladrones, al escuchar la sirena, dejaron a Federico y huyeron a toda prisa. Federico, miró al cielo y dijo: "¡Señor, olvídate, ya solucioné mi problema!".
Creo que la oración es mucho más de lo que Federico y nosotros pensamos. La oración es hablar con Dios, no solamente en el momento de un inminente peligro. La oración es la respiración del espíritu. La oración es el deleite del alma. La oración es el ejercicio de nuestro cuerpo en búsqueda de lo eterno. La oración para el cristiano nacido de nuevo, no es un rezo repetitivo de palabras que alguien escribió. La oración surge de nuestra verdadera relación con Dios, tal y como le ocurría a JESÚS con su Padre. El Padre Nuestro es la oración modelo y nuestra oración debería tener los elementos de alabanza y reconocimiento al Padre; apartar y apartarnos un instante para Dios; solicitar al Padre que su Reino es decir, todo su sistema de valores venga a nosotros y esté en nosotros; es pedir que su voluntad, que siempre es agradable y perfecta sea hecha en la tierra como en los cielos; es postrarse en gratitud por el pan que nos da cada día; es perdonar para ser perdonado, reconocer nuestras debilidades, y por sobre todo, saber que su Reino no es temporal, sino eterno. Y ante todo amigos: La oración es acción, porque la oración sin acción es ilusión.
Al finalizar nuestra oración debemos hacer caso a lo que nos dijo el SEÑOR, y es que debemos pedir en su Nombre: "Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14:12-14. NVI).

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Bendito sea tu Nombre por eres digno de recibir la gloria y el honor! Hoy te agradezco por las provisiones diarias que me das y que llenan mis necesidades humanas. Tu perdón me lo has dado, y al mirarme humillado como un pecador delante de Ti, me facilita el que pueda perdonar a los me ofenden. Confío en Ti para vencer toda tentación, y para lograr lo que Tú más anhelas de mí, ser el hombre que Tú quieres para que ayude a la extensión de tu Reino en toda la tierra. Ayúdame Señor para orar, ponerme en acción y vencer. En el nombre de JESÚS, amén.

Perla de  hoy:
No existe nada demasiado pequeño o demasiado grande que no podamos llevar al Padre en oración.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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