lunes, 20 de julio de 2020

¡Haz algo: ora!

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Éxodo 17:8-16
Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol. _Éxodo 17:12 (NVI)

Nos dice la Biblia que en la batalla contra los amalecitas, los israelitas triunfaban cuando Moisés mantenía sus manos en alto, veamos:

“Y sucedía que cuando alzaba 
Moisés su mano, Israel prevalecía; 
mas cuando él bajaba su mano, 
prevalecía Amalec”. (Éxodo 17:11). 

En el campo de aquella impotante batalla para la conquista de Canaán, la situación era dramática ya que los fieros del desierto eran los terribles amalecitas, y ellos, tenían controlada toda aquella región. Pero Moisés no estaba solo en la cumbre, intercediendo por Josué que estaba liderando a su ejército en la batalla. A su lado, estaban Aarón, y Jur sosteniendo las manos en alto de Moisés y su valiosa intercesión por la oración. Josué el comandante del ejército de Israel, triunfó en el campo de batalla; pero dice la Palabra que en aquella ocasión Moisés, Aarón y Jur, fueron importantísimos por la intersección delante del verdadero DIOS, quien los había enviado y dado el triunfo, por ello dice:
“Y Moisés edificó un altar, y llamó 
su nombre Jehova-nisi.” 
(Éxodo 17:15). “Jehová es mi bandera”, es la traducción del nombre de DIOS. En la obra de SEÑOR: ayer, hoy y siempre. Necesitamos, lo que mi amado hermano y consiervo, Daniel Robayo Quintero, llamó: Escoltas de oración, hombres y mujeres que oren por los que estamos en primera línea sirviendo al SEÑOR.

Esto lo explico mejor, si me permiten llevarlos a mis primeros años de mi ministerio. Sucedió así: Varios hombres de la Iglesia Bautista El Buen Pastor, -mi primera congregación que tuve el privilegio de pastorear-, y yo, levantamos una carpa para doscientas personas en un barrio al sur de la ciudad de Maracay, Estado Aragua, Venezuela. Estado central del país. Habíamos escogido esa semana porque era mis vacaciones del Seminario Teológico de Venezuela, en donde estudiaba. Mary, mi esposa y los niños no estaban conmigo en aquella ocasión.

Previamente me hice acompañar por la juventud de nuestra iglesia y visitamos aquel barrio, casa por casa. Era una Campaña Evangelizadora de miércoles a domingo. Nosotros les encargamos a las damas, dos cosas en las cuales ellas eran expertas: la oración y el adorno de la carpa. ¡Casi no podía creer, cuando llegué el primer día! No se cómo las damas habían hecho dos atriles especiales con sendos adornos florales y en el centro de la plataforma, el púlpito. Se organizaron en equipos de oración de manera tal que ubicaron un lugar detrás del pulpito, y mientras yo predicaba, ellos intercedían al SEÑOR por mí. En los tres días iníciales, marchamos bien. Cada fin de semana, mi familia y yo, nos alojábamos en la parte posterior del templo, una pequeña habitación con techo de zinc. En aquella ocasión, yo estaba allí, solo. El sábado en la mañana, amanecí con una afección gripal y mucha fiebre. Hice esfuerzos para levantarme y no pude ir a comer en un restaurante cercano. Miré al reloj, eran las cinco de la tarde y a las seis vendrían por mí para llevarme al barrio. Lo único que yo había hecho en el día era orar, y esperar que el SEÑOR me diera fuerzas en la hora de subir a la plataforma a predicar. El hermano encargado vino a buscarme y yo estaba listo para irme con él. Cuando llegamos a la carpa ésta estaban tan llena de gente que había algunos afuera. 

Todavía recuerdo a la hermana Emilia de Correa, al verme se me acercó, le conté como me sentía. Enseguida salió con sus “guerreras” de oración, y algunos hombres también. Iban a hacer algo por mí: orar. El cielo sabe en este instante que no miento. Mientras los hermanos oraban, detrás de la plataforma, yo sentía que la gracia de DIOS estaba conmigo. La Palabra fluyó de manera espontánea y poderosa, y literalmente yo sentía que aquellos adornos florales de lado y lado, eran como un par de ángeles que el SEÑOR había enviado para sostener mis brazos. Hice el llamado a las personas al arrepentimiento e invitación de JESÚS a sus vidas. Eliud Correa, dirigía al coro y mientras cantaban el himno, desde todas partes empezaron a llegar al frente de de la plataforma donde me encontraba. Viré para ver al grupo que estaba en oración, y ellos continuaban orando de rodillas y en plena intercesión delante del SEÑOR, ellos habían sostenido mis brazos en oración. En aquella noche, 35 personas vinieron a los pies de JESÚS, y los consejeros se encargaban de darle la atención espiritual. ¡La cosecha de almas para JESÚS fue grande en toda la Campaña Evangelizadora, varios de ellos fueron bautizados y agregados a la membresía!

Desde allí aquel joven predicador aprendió que había hermanos humildes “en el anonimato” que estaban dispuestos a pagar el precio mucho más alto que los que están en el centro de la atención pública, como lo es el predicador. Nosotros que estamos al frente nos debemos a ellos y sus oraciones. ¡Perdón, yo no puedo hablar de estas cosas, sin conmoverme hasta las lágrimas!... Muchos de mis intercesores de aquellos años, ya están en la presencia del SEÑOR, pero yo sé que tengo intercesores que en este momento me regalan sus oraciones. Mis fuerzas se renuevan y por eso, sigo en primera línea hasta que el SEÑOR, disponga otra cosa. 

Reitero, esta experiencia y enseñanza, DIOS la ha repetido muchas veces a lo largo de mi ministerio, he aprendido que la oración es la única diferencia, entre la victoria y la derrota en el este mundo y en la obra de DIOS. Que el SEÑOR en esta hora bendiga a los que han hecho y hacen algo por los que estamos en batalla espiritual: ¡orar!

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Tú eres el SEÑOR de la cosecha espiritual. Sin Ti todo esfuerzo en la evangelización, el discipulado y la obra misionera, es en vano. Es tu plan que tus hijos obtengamos de ti toda la fuerza, la estrategia y el método para hacer tu obra en esta tierra. Gracias Padre por haber escuchado las oraciones de tus siervos, cuyos nombres están en el libro de la vida, y que han batallado conmigo en este ministerio para alcanzar a aquellos que van a llegar a ser tus hijos también. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Si vamos a hacer algo que DIOS quiere que hagamos en Su obra. La oración eficaz es todo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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