jueves, 15 de marzo de 2018

Lágrimas

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Juan 11:28-37
Jesús lloró. Juan 11:35 (RV60)

Como ustedes saben yo trabajé cinco años en un hospital como técnico fotógrafo, y cubría con mi trabajo tanto el pabellón de cirugías como la sala de autopsias. Era común que las lágrimas agenas y propias, eran compañeras de trabajo. En uno de aquellos días, estaba el médico listo para iniciar la autopsia de una mujer entre la quinta y sexta década de la vida, cuando de repente, entró un joven y le dijo al patólogo: “Permiso doctor, quiero presenciar la autopsia de esta paciente”. ¿Quién es usted? -le preguntó el médico-, el joven un poco consternado le contestó: “¡Ella es mi madre!” –el patólogo le exhortó, “por favor abandone la sala”-, pero doctor yo soy estudiante del sexto año de medicina, soy un científico…”. “Sí -le respondió el médico-, pero primero eres hijo. Te ruego que por favor te retires. Anda, llora primero, y después regresas”.
Es verdad, cuando es tiempo de llorar, debemos hacerlo porque las lágrimas son el desagüe natural que Dios nos ha dejado para los sentimientos, el dolor, el sufrimiento y las penas. No llorar no es cristianismo sino estoicismo.  Una de las razones por las cuales soy cristiano es que veo en  JESÚS el Dios que se identifica de tal manera con el ser humano, que fue capaz de dejar su grandeza, vestir un cuerpo como el nuestro e identificarse con nuestro dolor, nuestras alegrías y con nuestras penas, hasta las lágrimas. Esto lo comprendemos mejor cuando vamos al Evangelio de Juan. Allí vemos a Marta y a María llorar la muerte de su hermano Lázaro. Como en todo hogar en donde el luto está de visita, allí había tristeza y lágrimas. Uno esperaría que JESÚS hiciera el milagro de resucitar a Lázaro y terminar de una vez la historia con un final feliz, pero no es eso lo que vemos, el milagro de la resurrección vendrá minutos después, antes, tenemos el milagro de ver a Dios llorando. ¡Esa imagen de mi amado JESÚS llorando me ha acompañado toda la vida! ¡Con este versículo me he consolado y he podido consolar a otros! Así el versículo llamado el más pequeño de toda la Biblia, ha llegado a ser el más grande de todos: “Jesús lloró” (Juan 11:34 (RV60)).
“Soy un científico” dijo el joven queriendo decir con ello, que primero estaba la ciencia que su condición humana. ¿Puede decir un científico qué es una lágrima? Sí puede, y nos dirá que una lágrima vista bajo el microscopio se compone de sal, agua y cal, con algunos otros ingredientes químicos. Sin embargo, una lágrima es mucho más que eso; una lágrima es el resultado de un adiós temporal o definitivo; es ácido de una vida que llora su amargura; es el recuerdo que llevamos dentro de un instante que jamás volverá; es el extrañar la compañía del ser que amamos y que ya no está a nuestro lado; son las astillas de un corazón quebrantado ante la impotencia que nos deja un fenómeno natural que se llevó todo lo que apreciábamos, en un segundo de nuestra existencia; es el latir del corazón cuando recordamos la patria lejana en donde están durmiendo todos aquellos que nos dieron el ser; sí, una lágrima es simplemente, una agonía, un dolor, un problema, o una alegría que se hizo solución.
Oración:
Padre eterno: Te alabo en esta hora por hacernos seres humanos con la facultad de sentir, de agonizar y llorar. Sé que vendrán tiempos de alegría; permíteme anunciar que habrá un precioso mañana en que no habrá dolor, enfermedad ni muerte (Apocalipsis 21:4.) En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Puede ser que nos toque un camino de lágrimas pero al final de ése, nos espera Dios para secarlas.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

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