miércoles, 15 de noviembre de 2017

Misión cumplida

Francisco Aular
Lectura devocional: Hechos 20:17-32
Para mí, sin embargo, mi propia vida no cuenta, con tal de que yo pueda correr con gozo hasta el fin de la carrera y cumplir el encargo que el Señor Jesús me dio de anunciar la buena noticia del amor de Dios. Hechos 20:24 (DHH)

Todo evento que el Señor me ha permitido realizar en la obra de Dios ha sido una prueba en el sentido de ver una visión, es decir, un proyecto, hecho realidad; muchos eventos cuestan esfuerzo, sudor y lágrimas, sin embargo, cuando Dios no da un plan que sólo vemos con los ojos de la mente, Él nos ayuda a salir con bien de la prueba, así que, terminar un proyecto que fue engendrado por el Señor en nuestro ser, cuenta con su bendición desde el principio hasta el final; ver realizado un esfuerzo colectivo, es haberse aferrado a un sueño y no soltarlo hasta su realización. Es la satisfacción espiritual de la misión cumplida.
En cuanto a mí, Dios me ha dado la bendición de poseer una buena memoria, y todavía puedo recordar y vivir los momentos de la concepción de un plan hasta su realización; también es verdad que cada plan ha sido diferente.
Uno de los proyectos que marcó mi vida para siempre ha sido la Marcha Evangelizadora. Guardo memoria tanto de los lugares como de los hombres y mujeres que Dios puso a mi lado para realizarla, y los que han venido después, para mantenerla en el tiempo. Desde el principio, sabíamos que enviar a hacer la obra misionera sin orar, evangelizar, discipular, y sin vivir una vida llena del poder del Espíritu Santo, no tendría la bendición y aprobación de nuestro Comandante en Jefe de la Marcha Evangelizadora, el Señor Jesucristo. Es en cada Adiestramiento de la Marcha cuando probamos el carácter de los marchistas antes de enviarlos. ¡Gracias al Señor después de 40 años seguimos evangelizando a Venezuela y el mundo! Por dondequiera que realizamos la Marcha, una vez que finaliza todo, nos queda el sabor de la misión cumplida.
La Marcha Evangelizadora ha sido probada en muchas maneras, pero el Adiestramiento de 1980 nos lanzó a otro nivel. En efecto, el Adiestramiento de la Cuarta Marcha Evangelizadora, en agosto de 1980, probó que éramos capaces de hacer grandes cosas en el reino de Dios y que habíamos venido para quedarnos; en ese Adiestramiento tuvimos dos conferencistas-predicadores, maestros de gran prestigio en la obra: Santiago Crane y Germán Núñez Bríñez -ambos ya están con el Señor-; tuvimos el inicio de las 24 horas continuas de oración; un gran equipo de líderes que habían sido preparados en el Curso Intensivo para Lideres Bautista en Evangelización de Venezuela (CILBEV), y marchistas que habían sido adiestrados y probados en las tres Marchas anteriores, todos ellos  me ayudaron “sin reservas, sin retiradas y sin lamentos”; y la gran asistencia de amados que llegaron desde todos los rincones del país; la asistencia fue de mil personas por las noches bajo una gran carpa que instalamos en el antiguo Campamento Bautista de la Guásima, muy cerca de la ciudad de Valencia, Venezuela. ¡Dios nos habló en muchas maneras en aquel Adiestramiento como lo ha hecho hasta hoy! ¡Es la misión cumplida!
Desde luego, al concluir ese Adiestramiento, había quedado exhausto, ¡pero muy feliz! E hice lo que ya era rutina en mí, desde los días de la Primera Marcha Evangelizadora -antes debo decir que, generalmente, después de una semana de intenso trabajo, concluíamos el evento con el despliegue de los marchistas por todo el territorio nacional. Siempre ha sido una despedida muy emotiva, ¡ver a los facilitadores abrazados con sus discípulos que el Señor les daba para entrenarlos, me llenaba de un inmenso gozo! ¡En ese momento nadie economizaba palabras, promesas ni lágrimas! Todos se marchaban  a distintos lugares, pero, algunos líderes nos quedábamos limpiando y poniendo orden antes de salir también, para poder decir que el lugar lo estábamos dejando mejor que cómo lo habíamos encontrado-, al no sentir ese gran impacto de la algarabía de nuestro pueblo en su andar por aquellos lugares, le daba una vuelta a todo el campamento, y era inevitable derramar lágrimas de gozo, sentir nostalgia porque sabía que nunca volvería a vivir esa misma experiencia, porque cada evento es único e irrepetible. En esas horas de gratitud a Dios, a solas, por su presencia entre nosotros, y lo que sabía que haría con nuestros evangelizadores que se habían marchado, al pensar en sus vidas y en sus futuros, entonces, ¡yo recibía fuerzas para emprender nuevamente el camino!, ¡y por allí ando todavía! Esperando decir al final de mi vida: Misión cumplida.
¡Qué gran pasaje en la Biblia nos ha dejado el Espíritu Santo a todos a los que Dios nos da una visión, un ministerio y una misión histórica que cumplir! El apóstol Pablo es el hombre más importante en la historia del cristianismo, después de JESÚS, y Dios le dio un proyecto de liderazgo mundial, el cual cumplió a cabalidad. Al final de su tercer viaje misionero, hizo una gran concentración y al clausurar la reunión surgió este gran texto, de la despedida de sus discípulos:Todos lloraron, y abrazaron y besaron a Pablo” (Hechos 20:37; DHH), si acaso, el maligno nos tienta como a JESÚS, con el hambre, el prestigio y la riqueza, respondamos como Pablo:  “Para mí, sin embargo, mi propia vida no cuenta, con tal de que yo pueda correr con gozo hasta el fin de la carrera y cumplir el encargo que el Señor Jesús me dio de anunciar la buena noticia del amor de Dios” (Hechos 20:24; DHH).
Nosotros no sabemos cuando vamos a devolver el arado que el SEÑOR, por Su gracia, nos entregó. Entonces, repasa tu vida después de cada evento realizado, y con lágrimas di, ¡gracias Señor, misión cumplida!
Oración:
Señor JESÚS, día tras día acudo a ti para rogarte que tomes mi ser para cumplir con la misión histórica que me has encomendado, y lo hagas tuyo nada más. No permitas Señor, que la mediocridad me aleje de hacer lo mejor para tu honra y gloria. No permitas Señor, que yo sea estéril, inútil, indolente y sin propósito. Ubícame Señor, en donde tú estás trabajando y déjame servirle al prójimo y a ti. Entonces, al final, podré decirte: Señor, misión cumplida. Amén.
Perla de hoy:
Busca urgentemente en donde Dios está trabajando y únete a Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

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