viernes, 17 de noviembre de 2017

Alfa y Omega

Francisco Aular
Lectura devocional Apocalipsis 22:12-21
Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. Apocalipsis 22:13 (NTV)

Aquí en Toronto, Canadá, en donde vivo disfrutamos de una gran atención médica y de primera, la cual pagamos con los impuestos. Pero a lo hora de un diagnóstico por duro que éste sea, no se andan por las ramas. Así que mi médico, arrugó su frente y me dijo: “Sospecho que su problema con la vista, tiene que ver posiblemente con un cáncer en el cerebro, o tal vez en el pulmón…” Confieso que a lo largo de mi vida, después de mi nuevo nacimiento, me he preparado para entregar esta vida temporal. Así que el fracciones de segundos, mi cerebro me permitió sacar a relucir todo lo que he aprendido sobre como despedirme de esta vida; algo así como ser el último de un cuarto que se abandona, apagar la luz, y sigilosamente cerrar la puerta, y salir.
Ayer consulté la opinión final al respecto del diagnóstico por uno de los famosos neurólogos, catedrático de la Universidad de Toronto. Mi médico de familia y por supuesto yo, escucharemos su opinión, y nos atendremos a sus consecuencias. Mary y yo, llegamos temprano, de tal manera que fui el primer paciente que él vio. Antes de llegar al catedrático, dos médicos jóvenes haciendo el posgrado en la especialidad me atienden. El primer médico que me vio preparó mi historia final y me hizo acostar, antes de salir, me dijo con una gran convicción: “Soy adjunto al doctor, ya el viene, no se preocupe está en buenas manos, él es el número uno…Llegó entonces una doctora, me hizo el examen físico. Todos mis reflejos y músculos de mi cuerpo, estaban bien. Lancé unos cuantos chistes, mientras me examinaba y parece que a pesar de todo, mi inglés no estuvo tan mal porque los entendió y se río. Antes de salir, me dijo: “Soy adjunta al doctor, ahora él viene para hacerle el examen final, tenemos buenos médicos en esta ciudad, pero él es el número uno…” Después de todo era natural que esos jóvenes médicos me expresaran su admiración y respeto por aquel galeno experimentado y de fama mundial, después de todo, ellos habían escogido esa carrera y a ese médico para que los encamine en la especialidad seleccionada.
Por fin, llegó el número uno, todo amabilidad y cuidados hacia mí, hicieron que aquel examen -un poco doloroso-, pasara rápido a pesar de que duró casi una hora. Vino el veredicto final. El famoso doctor, número uno de la especialidad, dijo: “¡Señor Aular, todo está normal con su cerebro. No tiene nada.” “¡Perdón doctor!”, acoté feliz, un último chiste: “¿No tengo cerebro?” Antes de perderse por los pasillos del hospital, me dijo, sonriente: “¡No tiene cáncer en el cerebro!”. El alfa y la omega de la especialidad, había hablado.
Pues bien, nosotros siempre buscamos al mejor profesional a la hora de consultar una opinión final, en cualquiera de los aspectos de la vida. El apóstol Juan, cuando escribe Apocalipsis, es una anciano, en la novena década de su vida. Después de andar con JESÚS hasta el final aquí en la tierra, había visto caer sobre él, los días, meses y años. Juan vio la desaparición física de sus amados consiervos los otros apóstoles, y sin duda a otros miles de desconocidos de su tiempo. Juan había visto crecer a los cristianos de un puñado de doce hombres a miles en sus días. El Apóstol, de un simple pescador en los días en que JESÚS lo llamó a “pescador de hombres” a uno de los grandes teólogos de nuestra fe. Así que Juan anduvo con el Número Uno: ¡JESÚS! “El Verbo encarnado”, el Fiel y Verdadero. Y el Alfa y la Omega, la primera y la última letra del alfabeto griego. Nadie como Juan para manejar mejor la pregunta “¿Quién es JESÚS?” En efecto, Juan maneja los siete “Yo soy de JESÚS”; el nuevo nacimiento es su doctrina cardinal, expresado en la conversación de JESÚS y Nicodemo; es de Juan el concepto de creer al mensaje de la Palabra y aceptar como un regalo la Vida Zoé, es decir a JESÚS. ¡Perdóname en lo personal, le agradezco a Juan, su escrito del versículo con el cual creí en JESÚS, (Juan 17:20).
A Juan también le debemos su inmortal 3:16, el resumen del Evangelio: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Sí, busque a JESÚS porque en cuanto a los asuntos de la fe. Él y sólo Él, es el Alfa y la Omega. ¡JESÚS es el Número Uno!
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por enviar a tu Hijo amado, mi Alfa y Omega! Él es mi pasión y triunfo. Principio y Fin. Sin Él todo está condenado al fracaso. Dame entendimiento, entereza y valor para amoldar mi vida humana a la luz de la Vida Zoé. Ayúdame a aprovechar lo que queda de mi calendario biológico para traerte honor, honra y gloria. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Sólo JESÚS, el Alfa y Omega, Principio y Fin, es Número Uno.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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