sábado, 20 de julio de 2019

¡SEÑOR, tenemos un problema!

Mis amados todos un gran saludo de Cochrane, Calgary, Alberta. Todavía, no estamos en nuestra casa y esperamos tenerla la próxima semana. ¡Gracias por sus oraciones! ¡Pronto, regresaremos!
Francisco Aular
faular @hotmail.com
Cuando contemplo el cielo, y la luna y las estrellas
que tú mismo hiciste no puedo menos que pensar:
"¿Qué somos los mortales para que pienses en 
nosotros y nos tomes en cuenta?". Salmo 8:3,4 (TLA)

Me cautivó desde niño el cielo, la luna y las estrellas mucho antes de aquel alunizaje del Apollo XI se realizara, y cuyas incidencias seguimos por televisión en casa de mis suegros, Mary yo. Aquella noche del 20 de julio de 1969, las calles de nuestra ciudad estaban prácticamente vacías. Era muy emocionante ser testigos de primera mano de aquella ocasión irrepetible, en que el ser humano posaba sus pies en la luna por primera vez. Más de 500 millones de personas en el mundo vieron es primer alunizaje. Como bien lo dijera Neil Alden Armstrong el comandante de la misión: Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad". Nosotros seguimos paso a paso, viendo y escuchando la voz y dirección del inolvidable Renny Ottolina, ninguno como él. Sabíamos que estábamos contemplando un evento quizás equiparable al Descubrimiento de América. Pero no estábamos solos viendo esa proeza, sino que los vecinos nuestros también, los cuales como nosotros estallaron en aplausos aquella inolvidable noche. Sin embargo a pesar de esa gran ocasión, no será el Apollo XI quien nos ocupe la atención sino el Apollo XIII.

Digamos primeramente que con los años los viajes espaciales llegaron a ser rutina, hasta que una noche, vimos el noticiero y allí estaba la noticia: “¡Houston, tenemos un problema!”… Era la exclamación angustiosa del astronauta Jack Swigert, aquel inolvidable 13 de abril de 1970 a las 9 y 30 de la noche. Swigert fue uno de los tres astronautas en la misión del Apollo XIII, la cual había sido lanzada, dos días antes,  el 11 de abril de 1970. La misión fue el tercer intento de aterrizaje en la Luna, pero fue interrumpida tras constatar la ruptura de un tanque de oxígeno en el módulo de servicio de la nave Apollo y otros problemas.

Inmediatamente, los ingenieros del Centro Espacial Johnson Houston de Texas se pusieron a trabajar sin descanso, y entre ellos el joven ingeniero Merlin Merritt, esposo de Shirley G. Clark, hija de nuestros misioneros en Venezuela, Carlos y Shirley Clark. Merlin y Shirley Merrit, eran miembros de una de las iglesias bautistas en los suburbios de Houston. Merlin, es testigo presencial de los milagros que Dios hizo en el Centro Espacial de Houston en aquella ocasión, porque en aquellos angustiosos días el mundo entero estalló unido en oración. En efecto, el mismo presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, pidió al mundo oración por los astronautas y el peligro de que no pudieran regresar a la tierra, pues estaban a la distancia de 380.000 Kms., de nosotros. Recuerdo claramente que la radio, la televisión y la prensa, llegaban con sus noticias sin cesar a los hogares, talleres y oficinas del mundo entero. ¿Lograrían salvarse aquellos hombres o se perderían para siempre en el espacio?

¡Todos éramos testigos de aquellos momentos angustiosos que vivían los ingenieros espaciales en Houston y los astronautas en su pequeña nave! Permítanme decirles que, la noche del 15 de abril, nuestra pequeña Iglesia Bautista Emanuel de Caracas, ante la convocatoria a la oración de nuestro pastor Rev. Eusebio Pérez Domínguez, allí acudimos, y oramos con fervor. Pero como sabemos no fuimos los únicos. Nunca como antes pastores, sacerdotes, rabinos y hasta de otras religiones ajenas al judeocristianismo  unieron sus plegarias. Se hicieron vigilias de oración y cadenas de oración. La oración que como he escuchado a alguno decir es la cenicienta en nuestras actividades religiosas, ¡en aquellos día se puso zapatos de oro y caminó con nosotros! Nuestro amado hermano y amigo, Merlin Merritt, por donde va atestigua como Dios movió Su mano, y les facilitó a los ingenieros y otros científicos allí, la estrategia para hacer realidad lo que parecía imposible. Swigert y sus compañeros, Jim Lovell y Fred Haise, retornaron sanos y salvos a la tierra el 17 de abril tras aproximadamente 5 días y medio en el espacio. ¡La oración cambio la historia!

A la distancia de 49 años de aquel suceso, y siendo testigos de  la intervención del Todopoderoso escuchando el clamor de la tierra, la pregunta del salmista: "¿Qué somos los mortales para que pienses en nosotros y nos tomes en cuenta?" Respondemos: somos objetos de Su amor y compasión y por eso, podemos exclamar al Centro Espacial en donde se encuentra nuestro Padre Celestial y decir con toda confianza: ¡SEÑOR, tenemos un problema! Y la oración cambiará la historia porque “Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60)
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy puedo decir y cantar: ¡No hay DIOS tan grande como tú! Lleno de misericordia que inclinas tus oídos para escuchar nuestro clamor, cuando en la angustia te buscamos. Gracias por permitirnos comunicarnos contigo por medio de nuestras oraciones. No existe ningún problema por grande o pequeño que tú no puedas resolver, según tu voluntad. Te ruego que pueda yo estar firme delante de ti y esforzarme en tu gracia para proclamar que eres real y contigo detrás y sosteniéndome en tus brazos eternos, puedo enfrentar todo lo que está delante de mí. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Dios es un refugio seguro en las tormentas de nuestras vidas.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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