lunes, 8 de julio de 2019

¡Hasta luego, Toronto!

Mis amados todos:
Perlas del Alma, no saldrá en los próximos días.
Dios mediante, regresaremos una vez estemos
intalados en nuestro nuevo hogar, sus oraciones
por nosotros, siempre son apreciadas.
¡Gracias a todos por su amistad que nos hace
estar en pie! Perdónenme lo largo del escrito.
¡Adelante, siempre adelante!
Pastor y amigo.
Francisco Aular 
perlasdelalma@gmail.com
LUNES, 8 de julio de 2019
Lectura devocional: Jeremías 29:1-13
Y trabajen por la paz y prosperidad de la ciudad donde los envié al destierro. Pidan al SEÑOR por la ciudad, porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes”. Jeremías 29:7 (NTV)

¡Hasta luego, Toronto! Así nos conocimos

En el verano de 1989, llegué de visita a esta hermosa ciudad de Toronto. Como lo ve de eso hace 30 años, tardé dos días nada más para saber que el SEÑOR me quería aquí al salir de mi país de origen: Venezuela. Desde luego que  ya tenía algunas ideas de esta ciudad por los libros del afamando Dr. Oswald J. Smith (1889 – 1986). Pastor fundador de la Iglesia del Pueblo, “People Church”. Dos de sus libros: Pasión por las almas y la Evangelización que necesitamos, tocaron mi vida desde mis días en el Seminario. El 11 de octubre de 1990, arribé al Aeropuerto Internacional Pearson, un grupo de miembros y congregantes de la Iglesia Bautista Betel, me esperaban. Un mes después, Mary, Daniel, Frank, Rubén y Mary Ruth, se me unieron, y hemos trabajado juntos para extender el Reino, no solo en Toronto, sino en varios lugares aledaños a la gran ciudad.

¡Hasta luego, Toronto! Gracias por la bienvenida

Muchas cosas pudiera relatar de aquellos primeros días, en esta ciudad; pero hoy será bueno contar esta escena que se me metió en el corazón. Aunque mis dos hijos mayores, ya eran bachilleres y había estudiado inglés en Estados Unidos, se nos aconsejó que se graduaran también de su secundaria, aquí en Toronto.  Resolvimos Mary y yo, estudiar con ellos, un año de inglés. Así llegamos al edificio de “George Vanier Secundary School”, muy cerca de nuestra casa pero aquel día llegamos en nuestro vehículo usado, que habíamos comprado con nuestros recursos. Allí en el Departamento de Admisión, nos atendió un profesor tal vez en sus 60 años de edad, de apellido Levant. Terminado todo el papeleo, aquel hombre se puso en pie, y nos dijo: “¡Bienvenidos a Canadá!”. Luego me preguntó: Señor Aular, "¿dígame cual lengua hablaran y que comida comerán en casa?”… Daniel, el hijo mayor que nos interpretaba casi me dice: “Papi, dile que en inglés y la comida canadiense…” Pero yo, “le respondí, hablaremos español, y comeremos comida venezolana”... Nunca se me ha olvidado, lo que nos respondió: “¡Excelente, si sus hijos son buenos venezolanos, serán buenos canadienses!”. Nos despedimos, me sequé mis lágrimas y tomé el volante”.

¡Hasta luego, Toronto! Pedimos al SEÑOR por ti

Aquí en esta nación de Canadá, hemos seguido el consejo del profeta Jeremías: “Pidan al SEÑOR por la ciudad, porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes”. Como ya lo saben, tampoco se me ha olvidado la sabia opinión del profesor Levant: “Si sus hijos son buenos venezolanos, serán buenos canadienses!” Aquí la oración la hacemos tanto por la patria lejana como la cercana: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. (2 Crónicas 7:14,RV60). La influencia venezolana en nuestra familia se siente, en nuestro hablar, en la mesa, en lo cultural y musical. También amamos a Canadá porque nos recibió y la adoptamos como nuestra patria para vivir, y aquí estamos, sirviendo al DUEÑO y SEÑOR del Universo.

¡Hasta luego, Toronto! Por vivir en ti

Obviamente, tengo que admitir que mi temperamento sanguineo melancólico es dado al apego desde muy niño y todavía extraño a mis padres, mis hermanos y la montaña donde nací; pero los circuntancias de la vida que me esperaban allí cuando nací, me han enseñado muchas cosas. Ciertamente, desde los nueve años, cuando fui separado de mi primer hogar -sin que se me consultara mi opinión- tuve que aprender lo que implica el desapego y las lágrima y ver la vida desde allí. En efecto, despedidas y bienvenidas han sido mis compañeros de viaje, y lo serán hasta el final. De esta forma nos toca dejar a esta ciudad e ir en búsqueda de nuevas ciudades, nuevos pueblos, nuevas personas a quienes servir, sonreír y esforzarme por cumplir mi misión histórica: “Ánimo! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el Señor haga lo que bien le parezca!”. (1 Crónicas 19:13,VVI). Anótelo: “y por las ciudades de nuestro Dios.” Esto son nuevos motivos para el apego el cual me lleva a disfrutarlo todo como “entranjero y peregrino”, en los pocos o muchos años lo que me quedan; pero sé que el desapego me hace conciente que voy de paso y que todavía no llego a mi verdadero Hogar, que está más allá de lo finito. ¡Gracias a todos los hermanos en la fe que han estado a nuestro lado en todos estos años! A las dos iglesias que hemos servido en esta ciudad. Obviamente, la Iglesia Bautista Emanuel de Etobicoke, va con nosotros… A los discípulos para el SEÑOR que hemos forjado. Recuerden siempre: sin el aprendizaje de ayer y la acción de hoy; no tendremos iglesias en el futuro. ¡Los amamos a todos! ¡Adelante, siempre adelante!

¡Hasta luego, Toronto! “Nos veremos de nuevo”

He oído que en el idioma chino no existe la palabra “adiós”, sino “nos veremos de nuevo”… nosotros no diremos adiós, sino hasta luego. De manera que mañana, cuando el avión levante el vuelo, nos dará una perspectiva de los jardines floridos de las ciudades gemelas Toronto y Missisauga. El Lago de Ontario con sus dos custodios modernos la CN Tower y el otrora Sky Dome, sede de nuestro equipo “Blue Jays”. Igualmente, al lado en el antiguo “Air Canada Centre” la sede de los campeones actuales de la NBA: Los Raptors. Desde luego, la Provincia de Ontario, compuesta por pueblos y ciudades, bellezas naturales como Las Cataratas del Niágara, los Lagos y muchas cosas más, seguirán aquí. Como lo hacemos siempre, mientras volamos Mary y yo, oraremos desde allá arriba por los habitantes de estas ciudades. Entonces, nuestro avión se internará en las nubes rumbo a Calgary que nos espera; pero antes, me dará unos segundos y con todo mi pensamiento y corazón, gritaré: ¡Hasta luego, Toronto! 
Oración:
PADRE ETERNO:
Te alabo SEÑOR en esta ocasión por la paz que has puesto en mí desde aquel día en que tu SANTO ESPIRITU me condujo a ti. Voy de paso iluminado por esta verdad: “porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”. Ayúdame a mostrarle a otros seres humanos como llegar a la ciudad que nos espera. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El desapego es doloroso pero el avance del Reino, lo exige.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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