martes, 5 de febrero de 2019

La gran promesa

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Juan 14:22-26

La noche era oscura y la lluvia caía fuertemente sobre el techo de mi pequeño auto que no andaba muy bien por aquellos días. Los niños dormían, y mi esposa me alertaba sobre el camino, en realidad, no estábamos muy lejos de donde vivíamos, pero lo que temíamos, llegó, mi auto no quiso andar más. Tenía el número de teléfono de un sobrino que era muy buen mecánico; corrí inmediatamente a la cabina telefónica más cercana y por teléfono, le expuse el caso y las características de la falla. “Tío -me dijo con el tono cariñoso que yo conocía-, no puedo ir…”, sentí que mis esperanzas se esfumaban, mas, sin embargo, siguió hablando y escuché su voz que con mucha seguridad me dijo: “Dame la dirección de donde estás accidentado; voy a enviarte a mi ayudante; él lo hará como si fuera yo…” Así fue, el ayudante vino; me sorprendió su pericia, amabilidad y hasta su familiaridad, también me llamó tío; al preguntarle por sus honorarios, quizás él, calculando que yo no tendría dinero conmigo, me dijo en un tono comprensivo: “Tío, no se preocupe, su sobrino pagará la cuenta…”

JESÚS, la noche que fue entregado a Sus enemigos, hizo algunas promesas a sus amados discípulos para que la tristeza de su partida no fuera mayor. Entre sus promesas estuvo la referente al envío de la persona del Espíritu Santo a la tierra. El Espíritu Santo sería el parakletos, el Ayudador, el Administrador, el Abogado,  el Comandante en Jefe de la Iglesia del Señor, hasta la consumación de los siglos de la presente era de la gracia. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Definitivamente, el Espíritu Santo, no es una sombra vaga, etérea; tampoco es una fuerza activa impersonal. Como persona, el Espíritu Santo tiene intelecto infinito (1ra. Corintios 2.11); voluntad perfecta y santa (1ra. Corintios 12.11), y sentimiento (Romanos 15.30). El Espíritu Santo y la Palabra de Dios producen el nuevo nacimiento (Juan 3. 3; 1 Pedro 1.23-25); el Espíritu Santo nos bautiza dentro del cuerpo de Cristo: su Iglesia (1 Corintios 12.13). En resumen, el Espíritu Santo vino desde el cielo para glorificar al Hijo, a JESÚS; él nos ayuda y nos recuerda a cada instante, quiénes somos y qué hacemos en esta tierra.

¿A que vino el Señor JESÚS a esta tierra? Él mismo nos da la respuesta: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19.10). ¿Qué hacemos hoy los cristianos nacidos de nuevo en esta tierra? Alcanzar al mundo para Cristo a través de los millones que hemos sido salvos, porque esa es la pasión evangelizadora y misionera, que el Espíritu Santo hace arder en nuestros corazones hoy: ¡No hay tiempo que perder, el Ayudador vino, y está con nosotros y nos dice: hagámoslo!

Alabe a Dios por dejarnos su Santo Espíritu: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8,RV60). Pídale que le guíe a ser un testigo eficaz para alcanzar a muchas personas con el mensaje del evangelio.

Oración:
Padre Eterno:
Nos hiciste la promesa en el Antiguo Testamente de enviarnos el SALVADOR Y SEÑOR y Él vino; Su promesa para la venida de Su SANTO ESPÍRITU, explica por sí sola el triunfo del Cristianismo en la historia. Ayúdame con la llenura del poder del ESPÍTU SANTO para ser uno de los millones de misioneros de tu PALABRA. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El poder para alcanzar al mundo para CRISTO es bajo la autoridad y guía del ESPIRITU SANTO. ¡Adelante, siempre adelante!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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