jueves, 1 de noviembre de 2018

La mayordomía de la vida

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com        
Lectura devocional: Santiago 4:13-17
¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma. Santiago 4:14 (NTV)

¿Por qué estamos aquí en la tierra? ¿Por qué nacimos? ¿Cuál es el propósito de la vida?¿Es el propósito de la vida buscar la felicidad en las riquezas, placer, fama, poder? ¿Cómo puedo encontrar el verdadero sentido de la vida? ¿Qué de mis anhelos, esfuerzo y trabajo para dejar una huella al irme de aquí y ser recordado en el futuro? ¿Qué hago con mi vida? ¿Entre tantas filosofías, ideologías y creencias en el más allá, quién tiene la razón?

Interrogantes como éstas y muchísimas más pueden venir a nuestra mente, en esos momentos de reflexión, que de cuando en cuando nos atrapan en las encrucijadas de la vida: en la niñez cuando estamos descubriendo tantas cosas, en la adolescencia ante el despertar de las hormonas, el primer día de nuestro trabajo y el primer sueldo, al terminar nuestra carrera universitaria, al decir que sí en el matrimonio, al nacer nuestro primer hijo, ante la muerte de algún ser querido o el último día de trabajo al salir a la jubilación.

Por supuesto que muchos han tratado de disfrutar al máximo su breve paso por la vida, nacieron, vivieron toda clase de experiencias que los marcaron y al final de sus vidas, en esta tierra, dijeron:
“De modo que me hice más poderoso que todos los que vivieron en Jerusalén antes que yo, y mi sabiduría nunca me falló. Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Hasta descubrí que me daba gran satisfacción trabajar mucho, la recompensa de toda mi labor; pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido, era como perseguir el viento. No había absolutamente nada que valiera la pena en ninguna parte.” (Eclesiastés 2:9-11,NTV).

Ciertamente, Dios en su soberanía le había dado al rey Salomón gran riqueza, poder, fama y sabiduría. Sus experimentos al disfrutar y buscar su propósito en la vida no los hizo a medias. ¡Pero nada de ello, lo satisfizo! Reconoció al final, que no había sido un buen mayordomo de Dios.

Oportunamente, llegué al conocimiento de la Biblia todavía en mi adolescencia, a mis 17 años. Una vez que tuve razón del verdadero propósito de mi vida, y entregué mi vida a CRISTO en una tarde de abril de 1963, luego, encontré mi familia espiritual en la Misión Bautista Emanuel a mediados de aquel año. En lo que mi pastor Carlos Clark llamó “Primera Campaña de Mayordomía”, descubrí entre las muchas verdades eternas de la Palabra de Dios, la doctrina de la Mayordomía Cristiana y en esa doctrina encontré las respuestas que buscaba a las interrogante de la vida, en tres aspectos fundamentales en las cuales todavía estoy creciendo
  • Todo ser humano es invitado por el SEÑOR en Su Soberanía a participar en Su reino, que se inicia con la creación de un ser humano nuevo que DIOS crea en CRISTO.
  • El ser humano no es dueño de nada en este mundo: ¡Todo proviene de Dios! ¡Dios es DUEÑO de todo! En Su gracia Él nos invita a participar con Él y nos llama a ser Sus mayordomos o administradores, mientras pasamos por esta tierra.
  •  La mayordomía cristiana es el reconocimiento de la soberanía de Dios, no solamente sobre la vida de los nacidos de nuevo, sino también sobre todo el universo.
Esto quiere decir que la mayordomía de la vida cristiana, es simplemente darle a “Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César” El cristiano nacido de nuevo no debe ser tan celestial que viva nada más en el cielo, ni tan mundano que viva nada más en la tierra. La verdad es que somos salvos por la gracia de la soberanía divina; pero no debemos olvidar nuestra responsabilidad tanto con Dios como en nuestros deberes cívicos, como ciudadano del Reino.

Ante todo, el cristiano nacido de nuevo, no es salvo por las buenas cosas que ha hecho, pero la mayordomía de la vida, lo lleva a practicar las buenas cosas que Dios ha puesto en sus manos:

“Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.” (Efesios 2:8-10,NTV).

Nuestra responsabilidad como seres humanos “creados de nuevo en Cristo Jesús” incluye muchas formas en que vivimos la mayordomía cristiana: La vida, nuestros dones y talentos, nuestro ser, nuestro tiempo, nuestro dinero…es decir Dios nos ha dado para que demos: “Y he sido un ejemplo constante de cómo pueden ayudar con trabajo y esfuerzo a los que están en necesidad. Deben recordar las palabras del Señor Jesús: “Hay más bendición en dar que en recibir.” (Hechos 20:35,NTV).

La plenitud de nuestra entrega al SEÑOR, es alcanzar para Él a los que son parte de Su reino y de nuestra generación. Creo que en todo esto pensó el autor de precioso himno #522 del Himnario Bautista, “Usa mi vida”:
I
Muchos que viven en tu derredor,
tristes, hambrientos están;
tú, por tu vida, les puedes llevar
gozo, luz y bendición.
CORO
Usa mi vida, usa mi vida
para tu gloria, oh Jesús;
todos los días y hoy quiero ser
testigo tuyo, Señor, por doquier.
II
Di a los tristes que Dios es amor,
el quiere dar su perdón
a los que vienen a Cristo Jesús
buscando paz, salvación.
III
Toda tu vida hoy rinde al Señor,
cada momento sé fiel;
otros que vean en ti su amor,
pronto se rindan a él.

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Aquí estoy delante de ti lleno de gratitud tanto por la vida física como la espritual que me has dado. Con tu apóstol Santiago estoy en conocimiento de la brevedad de la vida, y por ello, te doy prioridad en todo lo que soy y lo que poseo. Si tú me lo permites quiero vivir para tu honra y gloria; compartir con otros algo de lo mucho que me has dado. En el nombre de JESÚS. Amen.
Mayordomía es el uso sabio de mi vida para darle al SEÑOR lo mejor de mi breve paso por aquí.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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