lunes, 2 de abril de 2018

¿Qué quieres Señor?

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Hechos 9:1-9    
El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Hechos 9:5,6 (RV60)

El impetuoso, apasionado y religioso Saulo de Tarso, emprendió una persecución contra la Iglesia naciente del Señor JESÚS. Como todo fanático religioso, él pensaba que la persona que no creía en lo mismo que él, merecía morir. El médico Lucas, hizo un diagnóstico de aquel perseguidor implacable de los primeros discípulos de JESÚS: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote” (Hechos 9:1).

¿Quién era Saulo de Tarso? Era judío y se sentía orgulloso de ello. Asimismo se llamó hebreo de hebreos. Cuando nació, sus padres -que descendían de la tribu de Benjamín-, le pusieron el nombre que distinguía al primer rey que tuvo Israel, Saúl. Ciertamente, Saulo tenía un celo por su pueblo porque en la historia de la salvación ningún pueblo antiguo había tenido tantas cosas buenas; así que tenía buenas razones del abolengo religioso que Saulo poseía. Ciertamente Israel era el pueblo escogido: “que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” (Romanos 9:4-5 RV60) Sólo un milagro, una intervención del mismo cielo, puede producir un cambio de mente y corazón; una experiencia espiritual que marque un nuevo nacimiento en un ser humano y eso exactamente ocurrió en la vida de Saulo de Tarso, quien después vino a ser el gran apóstol Pablo de Tarso. El apóstol de la gracia de Dios. Sin la existencia de Pablo de Tarso, el Cristianismo fuera una religión más, en vez de algo más que una religión.

De Pablo puede decirse que no fue grandioso para comenzar sino que comenzó su vida en Cristo para llegar a ser grandioso. Ciertamente Pablo ocupa un lugar tan prominente en la fe viva del cristianismo que en estos instantes en alguna parte del mundo, alguien puede estar siendo elevado a otro nivel en la relación con Dios, gracias a uno de sus escritos con tanta profundidad pero que al mismo tiempo cambia, influye e impacta. Solamente, dos preguntas hizo Saulo aquel día de su encuentro con JESÚS: “¿Quién eres Señor?”, y, ¿qué quieres que haga?” Porque a la verdad como dijera el gran misionero ingles C.T Studd: “Si Jesucristo es Dios y murió por mí, entonces ningún sacrificio podrá ser demasiado grande para que yo lo haga por él.”

Y así, cuando JESÚS, respondió sus preguntas. Saulo se levantó de su religiosidad a la estatura de un hombre verdaderamente espiritual y bíblico; estuvo listo para cumplir su ministerio apostólico y el mundo no es el mismo después de aquel gran misionero. Su lema, es nuestro lema también: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20).

Termino con este soneto de uno de los grandes de la poesía clásica española:
¿Qué quiero mi JESÚS?
Pedro Calderón de la Barca
Siglo XVII

¿Qué quiero mi Jesús? Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí del todo darte.
Sin tener más placer que el de adorarte,
sin tener más temor que el de ofenderte.

Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo por buscarte,
quiero perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.

Quiero, amable Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida
y en tus divinas llamas abrasarme.

Quiero, por fin, en ti transfigurarme,
morir a mí para vivir tu vida;
perderme en ti, Jesús, y no encontrarme.

Oración:
Bendito y alabado seas Padre amado:
La eficacia de tu salvación a favor del ser humano comienza solamente con dos preguntas ¿Quién eres Señor? ¿Qué quieres que haga? Ayúdame a ser para después hacer. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
JESÚS está preparando un ministerio para nosotros, mientras el Espíritu Santo, nos prepara para ese ministerio. Por lo tanto podemos decirle: ¿Qué quieres que haga?
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento para obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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