viernes, 10 de marzo de 2017

Un tiempo para todo

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Eclesiastés 3:1-8
Hay una temporada para todo,
    un tiempo para cada actividad bajo el cielo. Eclesiastés 3:1 (NTV)

Un joven miembro de nuestra iglesia, recién graduado de la universidad, vino a mi oficina él quería saber cual sería mi consejo para invertir su vida con propósito. Me alegré de tal disposición de aquel joven sabio, le pedí que al siguiente día me trajera lo que llamamos una declaración del propósito de su vida. Así lo hizo, al siguiente día, regreso con esta propuesta: “Mi propósito en mi vida es amar y servir a Jesucristo, crecer y madurar en mi fe en Él; no enredarme en los tropiezos que el enemigo de Dios me ponga en el camino, fundaré una familia que le sirva y le honre, y mi lema será: ser discípulo, de JESÚS, y hacer discípulos que hagan lo mismo con otros.”
El paso del tiempo, rápidamente puso 20 años de aquella entrevista con el joven, y hoy él está cumpliendo su declaración del propósito de su vida. Nos vimos en este verano, y ha sido hermoso comprobar que vive según lo que escribió aquel día en mi oficina. Está felizmente casado, y tanto su esposa como él, sirven al Señor en compañía de sus hijos. Cada vez que predica, y por su vida ejemplar, muestra que JESÚS es su pasión y triunfo. ¡Alabado sea Dios que este hombre es sabio en uso del tiempo que Dios le ha dado!
Plutarco, decía: “Confía en el tiempo: es el más sabio de todos los consejeros.” ¡Lo único malo con este consejero sabio es que acostumbra llevarse a sus discípulos! Pero lo importante no es cuánto tiempo viva, sino qué hago con los consejos que el tiempo me da, mientras vivo; ¿le hago caso a ese consejero que al final todo lo destruye con su paso?, ya sabemos que el tiempo perdido no puede ser recuperado porque es como la crecida de un río que lo arrastra todo lo que encuentra a su paso; y cuánto mas felicidad encontramos en una temporada más pronto pasa, así el tiempo nos arrastra consigo ni siquiera es cortés para invitarnos a subir en su carroza, ¡nacemos en ella!...¿Qué hacemos con el tiempo mientras estamos aquí? ¿Lo malgastamos? ¿Lo minimizo con indolencia o frivolidad? ¿Lo dejo vacío sin llenarlo con un propósito para vivir? O lo redimo con lo aconsejó el Apóstol: “Andad sabiamente (…), redimiendo el tiempo.” (Colosenses 4:5 RV60). En efecto, Pablo pensaba que esta vida era tan solo una temporada, y teníamos que aprovechar cada oportunidad, para llenar nuestra vida con la visión y misión que Dios, nos regaló al darnos tanto la vida humana, como la vida eterna. Por la gracia de Dios, el Apóstol nos dejo su declaración del propósito de su vida:Pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios.” (Hechos 20:24 NTV).
Efectivamente, el tiempo es el patrimonio que Dios no da generosamente, y Dios espera que lo complazcamos a Él y no solamente a los demás seres humanos, mientras vivamos, y en todo lo que hagamos con nuestra vida metida en el tic tac del reloj:Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente.” (Colosenses 3:23, NTV). Dios nos da un paréntesis de la eternidad para vivir que se abre con nuestro nacimiento y se cierra con nuestra muerte. Así que el “tiempo es oro” como dice el conocido refrán. Sí, el tiempo es un tesoro, es herencia de nuestro Padre Celestial, y solamente yo tengo, el derecho y deber de manejarlo, invertirlo o redimirlo. Teniendo siempre en mente que existe un tiempo para todo, como bien lo escribiera, hace tres mil años, el sabio Salomón, en Eclesiastés 3:1-8 (NTV)
Hay una temporada para todo,
    
un tiempo para cada actividad bajo el cielo. 
Un tiempo para nacer y un tiempo para morir.
    
Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. 
Un tiempo para matar y un tiempo para sanar.
    
Un tiempo para derribar y un tiempo para construir.

Un tiempo para llorar y un tiempo para reír.
    
Un tiempo para entristecerse y un tiempo para bailar. 
Un tiempo para esparcir piedras y un tiempo para juntar piedras.
    
Un tiempo para abrazarse y un tiempo para apartarse. 
Un tiempo para buscar y un tiempo para dejar de buscar.
  
Un tiempo para guardar y un tiempo para botar.
Un tiempo para rasgar y un tiempo para remendar.
   
Un tiempo para callar y un tiempo para hablar.
Un tiempo para amar y un tiempo para odiar.
   
Un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Algunas horas, los días y los años se me han escapado como el agua entre mis dedos, sin provecho ni bien para mí ni para otros. Te confieso que me ha faltado sabiduría, o fuerza para redimir el tiempo. En esta hora te pido SEÑOR, que me des valor, fe, esperanza y amor para ponerme sobre mis pies, asirme con fuerza de tus manos, y salir a redimir el tiempo y contar a otros que tú eres el Dueño de todos nosotros, lo que tenemos y somos. Te lo pido en el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Lo importante no es cuánto tiempo viva, sino qué hago con los consejos que Dios me da por Su Palabra, mientras vivo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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