martes, 21 de marzo de 2017

40 años: el punto de no retorno

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 9:51-62
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. Lucas 9:62

Al mirar retrospectivamente hacia la Primera Marcha Evangelizadora -sin duda, uno de los momentos históricos más emocionantes y significativos de nuestra obra evangélica venezolana-, vienen a mi mente los primeros tiempos, esos días en que nuestro pequeño auto era un santuario para orar, alabar y dar gloria a Dios, aquellos lejanos días en que un sentimiento no definido me embargaba, pasando por los días en que sólo mi esposa me oía los planes, hasta cuando tuve la santa seguridad de que Dios haría grandes cosas con nuestra amada obra. Supe entonces que asumiría el reto de ponerme al frente y pagaría el precio, había llegado al punto de no retorno.
Como es sabido, cada vez que Dios quiere hacer algo, lo primero que hace es establecer una relación de amor con un individuo  común, le muestra la visión, y luego llega esa santa seguridad al saberse que uno es invitado por Dios para la realización de la tarea. La seguridad no viene, en la mayoría de los casos, por experimentar una visión milagrosa, viene sin nada sensacional ni peculiar, es un asunto de obedecer al compromiso y responsabilidad de ser hijos de Dios. Debo decir, que Dios premia la fe de sus hijos en todas las épocas, así que, nada ni nadie podría detener a una mujer u hombre verdaderamente llamados por Dios a su ministerio. 
Existe un momento decisivo en el llamado que nos hace Dios, y esto es muy parecido a la salida del pueblo de Dios de Egipto. Moisés era un hombre 80 años, 40 años en el palacio y 40 años en el desierto. Todos esos años, Dios había trabajado con Moisés en su formación para la obra que emprendería. Por misterioso que parezca  el gran YO SOY, nos necesita, nos prepara y nos llama a Su servicio. Dios puede hacerlo solo pero nos da el privilegio de trabajar con Él! Se espera de los llamados que respondamos, y estemos dispuestos a pagar el costo humanamente hablando de la obra que Dios quiere hacer. Así que Dios hace grandes cosas extraordinarias por medio de Moisés y Aaron Sus siervos. Al fin el pueblo sale, ¡imagínense más de un millón de personas hacia el desierto para llegar a la Tierra Prometida! Llegan frente al Mar Rojo, es de noche, y sienten detrás de ellos, los cascos de los caballos y camellos, las ruedas de los carros de guerra, los gritos del Faraón y el ejército egipcio…El pueblo de Israel aterrado, fue a su líder Moisés y juntos clamaron a Dios, entonces, la respuesta de Dios a su siervo fue: “…¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.” (Éxodo 14:15). Moisés y su pueblo habían llegado al punto de no retorno. ¡Marcharon y triunfaron!
Hace 40 años, en Venezuela, nosotros llegamos a esa misma determinación. Estuvimos después de la Primera Marcha Evangelizadora, en el punto de no retorno y marchamos. En aquellos tiempos y de muchas maneras por la oración, la evangelización y el discipulado, Dios nos había estado hablando acerca de la gran obra que quería hacer desde nuestra Venezuela hacia el mundo. En aquellos años, los que estábamos al frente del Departamento de Evangelización, tuvimos que enfrentar muchas crisis y hacer los respectivos ajustes. Siendo honestos, ni yo mismo sabía adónde nos llevaría el Señor, pero teníamos un corazón apasionado por la clara dirección de Dios en lo que hacíamos, no nos importaba si nos llamaban fanáticos, tontos o locos, habíamos resuelto no defendernos -antes de tomar esa resolución ya habíamos orado por ello-, sino amar a todos los hermanos y hermanas de la obra sin distinción de ninguna clase.  De muchas maneras Dios nos había colocado en el punto sin retorno, y por lo tanto, no podíamos dar marcha atrás.
El fuego divino ardía en nuestros corazones por la experiencia de obedecer y servir a Dios, y por encima de todo, el anhelo de servir a su pueblo, manteniéndolo unido y armonioso sin importar el precio que tuviéramos que pagar por ello, esa era nuestra única autoridad y ancla segura. No podíamos fallarle a Dios culpando a otros de nuestro fracaso, ni tampoco causar división en la obra obedeciendo al complejo de mártir; la Marcha Evangelizadora no venía para dividir, sino para unir, sumar y multiplicar. Como el supremo objetivo de nuestra vida cristiana es glorificar a Dios y honrarlo, fue nuestro anhelo entonces y hoy también, responder al llamado divino y emprender grandes cosas para Dios, obviamente esto lleva implícita la idea de que cuando se llegue al éxito la gente diga, "¡Dios lo hizo!". ¡En este mismo sentir andamos!
Este año 2017, celebramos los 40 años de Marcha Evangelizadora, por ello, cuando lleguemos a Barquisimeto, los días 11-13 de agosto, estaremos allí para dar acciones de gracias al Señor, el sábado 12 de agosto, será la gran celebracion para decir como Moisés después de cruzar el Mar Rojo:
“Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios y lo alabaré. Dios de mi padre, y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.” (Éxodo 15:2,3).
En la Marcha Evangelizadora, hemos pasado 40 años de pruebas y triunfos; pero todavía no hemos llegado a la Tierra Prometida, del cumplimiento de la Gran Comisión, la fuerza que nos empuja; me atrevo a decir, que nos encontramos de aquí en adelante, en el vértice de una decisión: el punto de no retorno. ¡No podemos fallarle a Dios!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Hoy es día de cantarte alabanzas por lo que has hecho en medio de nosotros! Te damos gloria por el llamado que nos hiciste a participar contigo en la búsqueda de aquellos que tú ya habías escogido, por medio de la oración, la evangelización y el discipulado. ¡Haz SEÑOR que como ayer, marchemos en tu nombre, y que tú Angel y tu columna de fuego vayan detrás de nosotros, ilumindando el camino por dónde hemos de andar. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La oración por los perdidos sin acción evangelizadora, es una ilusión.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 


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