lunes, 28 de marzo de 2016

¡Nos veremos en la mañana!

Francisco Aular      
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Juan 13:1-4
Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Juan 13:1 (RV60)
La muerte vino a este mundo como resultado del pecado: “el aguijón de la muerte es el pecado” (1 Corintios 15:56) Y desde entonces, nos esclaviza de miedo toda nuestra vida como seres humanos. Pero el miedo a la muerte no nos impedirá morir, sino vivir. Como un médico, dijo: “Este temor está arraigado en tres cosas: temor al dolor, temor a la separación y temor a lo desconocido.”
Pasar “de este mundo al Padre” es la admirable definición de la muerte  que hace la Palabra de Dios para el cristiano nacido de nuevo. La muerte no es para el cristiano un -camino cerrado, o un salto a lo desconocido-sino, la partida desde este mundo a la casa del Padre: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.  Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:1-3) ¡Qué promesa nos hace JESÚS! Esto debiera ser suficiente para vencer cualquier temor a la muerte. Esta promesa, está acreditaba por la resurrección del mismo JESÚS: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” (Apocalipsis 1:17-18)
¿En esto pensamos la mayoría de los seres humanos sobre la muerte? No. Lamentablemente para la mayoría, la muerte es el final de todo, y por lo tanto, nos pasamos la vida retardándola lo más que podamos, disfrazándola, burlándonos, ignorándola  en cuanto nos sea posible. Pero tarde o temprano, tendremos una cita con ella. ¡Nadie quiere que ni en sombra se atraviese en su camino!
Sin embargo, para el discípulo de JESÚS, la muerte ya no es un motivo de temor; poseemos la certeza que nos da la Palabra de Dios; la muerte no nos separará de Dios, sino que nos llevará a Él; veremos a JESÚS y lo conoceremos cara a cara; no sé lo que usted hará cuando eso suceda, pero cuando llegué allá y lo contemple en toda Su gloria, y al ver en Su cuerpo resucitado las marcas de los clavos en Su amor por mí, ¡me arrojaré a sus pies, y le diré gracias amado JESÚS durante mi primer millón de años en la eternidad!
En la clásica biografía del esposo de Catherine Marshall, Un hombre llamado Pedro, ella describe elocuentemente la negrura de la noche del pesar, y lo brillante del amanecer de una nueva fe. En efecto, durante el verano después de la muerte del Dr. Marshall, ella regresó a la casa de verano, allí todo le hablaba de él, desde el bote hasta los zapatos bajo la cama. Buscando la soledad del mar, salió sola hacia la playa en la primera tarde tempestuosa. Al mirar al agua, de repente recordó sus últimas palabras. La escena esta fija vívidamente en su memoria. Pedro estaba acostado en la camilla esperando que lo llevaran a la ambulancia. Ella se inclinó sobre él y le susurró: “Querido, nos veremos en la mañana.” Su última línea, resume así sus maravillosos pensamientos: “Y al estar de pie allí mirando a lo lejos del horizonte, sabía que esas palabras las cantaría de corazón a través de los años…nos vemos querido, nos vemos en la mañana.”[i] “…sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Amar a los nuestros hasta el fin, nos da una gran esperanza frente a la muerte. Cuando dos personas son cristianos nacidos de nuevo, la muerte no es una separación definitiva, por tanto no se dicen adiós por última vez; sino ¡nos veremos en la mañana!
Oración:
Yo sé que un día el río cruzaré
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.
Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él.[ii]
Perla de hoy:
No nos corresponde saber cuanto tiempo nos queda por vivir aquí, sino vivir lo que nos resta para la gloria de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

[i] Paul W. Powell, El Nuevo Manual para Ministros, pág. 45: Annuity Board of the Southern Bapstist Convention:
[ii] Gloria y William J. Gaither,  “Porque Él vive”, Himnario Bautista, #460, CBP, 1978

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