jueves, 16 de abril de 2015

¡Arriésgate a seguir a JESÚS!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Mateo 8:18-22
Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos. Mateo 8:22 (RV60)

Ser discípulo de JESÚS es uno de los grandes privilegios que se le presenta al ser humano, pero todo honor demanda responsabilidad, y ese es el caso de los seguidores de JESÚS. En aquellos tiempos, los niños judíos estudiaban en las escuelas rabínicas hasta los 13 años, después de ese período, dependía de un rabino que decidiera quedarse con sus mejores candidatos y hacerlos sus discípulos. Este grupo discipular del rabino lo seguía por dondequiera que éste iba, comían lo que él comía, y hacían lo que él hacía, además, viajaban continuamente haciendo los ejercicios espirituales que su mentor hacía, todo esto, por muchos años, hasta que llegaba el tiempo en que uno de aquellos discípulos continuaría la labor encomendada por su rabino. De aquellos hombres dependía que la religión judía siguiera avanzando con todos sus ritos y prácticas milenarios, en un mundo cambiante. Aquellos que eran rechazados escogían oficios como pastores de ovejas, carpinteros o pescadores.
Uno se asombra al ver que JESÚS escogió a sus discípulos de los rechazados por el sistema educativo-religioso de su tiempo para desafiarlos a ser sus apóstoles. En efecto, hombres como Simón, Andrés, Jacobo y Juan, el círculo íntimo del Señor eran hombres comunes, sin duda, muy buenos en el oficio que habían escogido y que ejercían, el de pescadores, hombres de mar curtidos por el sol y las tempestades, con un trabajo duro y de poco relieve social, si se comparaba con la carrera hacia el “rabinato” local. ¡Cómo se asombrarían cuando oían de un tal JESÚS y de sus enseñanzas que traían trastornados a sus antiguos mentores, los rabinos! Ciertamente, ellos habían conocido a Juan el Bautista, y algunos lo seguían, pero, un día, vieron a JESÚS y escucharon la declaración de Juan el Bautista: “…He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29; RV60), y desde aquel momento siguieron a JESÚS, y paso a paso, el Señor fue buscando a sus discípulos, a los cuales escogió y les dijo a cada uno: ¡Sígueme!, y ellos obedientemente, lo siguieron, ¡cuánto honor!, y, así, aquellos pescadores ordinarios, sin renombre, que habían sido rechazados como discípulos por el rabino local, se convirtieron en nada más y nada menos que en discípulos del Rabino Supremo.
Pues bien, la verdad es que el discipulado es un riesgo porque se trata de trabajar con seres humanos imperfectos, y confiarles a ellos, la misión más extraordinaria del plan de Dios en esta tierra: Hacer que aquellos que están muertos y enterrando a los otros muertos, lleguen a poseer la vida eterna por el nuevo nacimiento por la fe en JESÚS: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3; RV60).
Hoy JESÚS nos ofrece el mismo honor a ti y a mí, tengamos eso, bien claro, y, con humildad, hagamos nuestras las palabras paulinas: “Recuerden lo que ustedes eran cuando Dios los eligió. De acuerdo a la gente, muy pocos de ustedes eran sabios, y muy pocos de ustedes ocupaban puestos de poder o pertenecían a familias importantes. Y aunque la gente de este mundo piensa que ustedes son tontos y no tienen importancia, Dios los eligió para que los que se creen sabios entiendan que no saben nada. Dios eligió a los que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que los que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son. Así, Dios ha demostrado que, en realidad, esa gente no vale nada. Por eso ante Dios nadie tiene de qué sentirse orgulloso” (1 Corintios 1:26-29; La Biblia en lenguaje actual). Por eso, ¡Arriésgate a seguir a JESÚS!
Oración:
Amado Padre celestial:
Te alabo oh Dios del cielo por haberme llamado a un ministerio tan grande; convertirme de la muerte a la vida por medio de tu Hijo; ser declarado tu hijo, y luego al “tenerme por fiel”, ponerme como un soldado de tu reino en la tierra. ¡Ayúdame a culminar mi carrera con gozo! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Para cumplir con el propósito para el cual naciste en este mundo; escucha a JESÚS, y síguelo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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