martes, 11 de marzo de 2014

Aspectos de la salvación


Francisco Aular
faular @hotmail.com

Lectura devocional: Tito 2:1-15
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación. Tito 2:11 (NVI)
“Esto es demasiado bello e inteligente para haberlo inventado el ser humano”… dijo la nueva creyente, cuando le explicaba el plan de salvación.
En efecto, la salvación es el plan eterno de Dios por la cual Él, en Su gracia, nos adopta como parte de Su familia para vivir con Él por toda la eternidad. Cuando se habla de la salvación, muchas preguntas surgen espontáneas. Entre ellas: ¿Cómo se obtiene? ¿Qué tenemos que hacer para merecerla? ¿Cuál es el proceso, estado o experiencias por las cuales la persona pasa? Consideremos lo que la Biblia, nos enseña.
La salvación se entiende como el propósito misericordioso de Dios según el cual Él hace posible el Nuevo Nacimiento. Él aparta el pecador salvado para Sí mismo, sostiene hasta el final a los que son suyos, y después de esta vida humana los glorifica con un cuerpo resucitado para morar con Él para siempre. La salvación es la redención total del ser humano, de todo lo que el ser humano es; y se ofrece gratuitamente a todos aquellos que acepten por fe la gracia de Dios, se arrepientan de sus pecados, y acepten el regalo de la vida eterna en JESÚS, y lo hagan Señor y Salvador quien, con su propia sangre, obtuvo la redención eterna del creyente.
Algunos aspectos de la salvación incluyen: la regeneración (nacer de nuevo en una experiencia puntual), la santificación (el proceso de toda la vida) y culmina en la glorificación (un cuerpo resucitado e inmortal en la presencia de Dios para siempre).
El Nuevo Nacimiento o regeneración es una obra de la gracia de Dios por la cual los creyentes llegar a ser nuevas criaturas en JESÚS. Aquí la Palabra de Dios y el Espíritu Santo tienen un papel fundamental, JESÚS le dijo a Nicodemo: Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. (Juan 3:5,6 NVI) Una simbología de la Palabra de Dios en las Escrituras es el agua. Uno nace de nuevo por el poder de la Palabra de Dios, el agua de la vida: “Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra” (Efesios 5:25-26 NVI).
Además de la acción de la Palabra de Dios, el Nuevo Nacimiento es producido también por el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios. El trabajo del Espíritu Santo se ve a lo largo de las Sagradas Escrituras y en nuestra vida diaria. El Espíritu Santo, inspiró a los escritores de la Biblia desde la antigüedad. El Espíritu Santo, ilumina al pecador en tinieblas, lo trae al conocimiento de las verdades eternas, Él le da vida al pecador “muerto en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1). El Espíritu Santo le quita la venda al pecador, lo libera del maligno y nos hace libres. El Espíritu Santo nos bautiza dentro del cuerpo del Señor y así va poco a poco en el proceso de la santificación, haciéndonos conforme a la imagen de JESÚS en el creyente.
Ahora bien, se nos amplia el horizonte cuando comprobamos esta verdad: En el momento de la concepción espiritual Dios pone, en el ADN del nuevo nacido, todo lo que el creyente es y será en el reino de Dios. “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida” (Juan 3:34 RV60) ¿No es esto digno de alabanzas a nuestro Dios? ¡No existen improvisaciones en el plan de salvación! ¡No hay cambios de última hora!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Me siento lleno de gozo, seguro y desafiado para vivir cada día en esta vida, tu vida que has puesto en mí! Esto me asombra y te lleno de alabanzas y acciones de gracias! Con tu ayuda y con el regalo de la salvación podemos vivir y morir para ti. Nadie ni nada nos puede librar de tu amor eterno. ¡Gloria a tu Nombre JESÚS! Amén.
Perla de hoy:
No cae en desesperación aquel que pone toda su confianza y guía en el Padre eterno, Él tiene el control en Sus manos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



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