martes, 2 de octubre de 2012

La esperanza prometida


Francisco Aular

Entiende bien que eres un pueblo terco, y que tu justicia y tu rectitud no tienen nada que ver con que el Señor tu Dios te dé en posesión esta buena tierra. Deuteronomio 9:6 (NVI)

Cuando Moisés, el gran líder del pueblo de Israel, se encuentra a punto de conquistar de la tierra prometida, dirige un discurso al pueblo basado en la esperanza, ya que él da por hecho que la victoria que obtendrán frente a sus enemigos no es porque el pueblo la merezca, sino, por la justicia, misericordia y fidelidad de Dios; es una esperanza basada en la gracia de Dios y no en los méritos del pueblo. ¡El corazón de Dios es la base de la esperanza de nuestra fe! ¡Qué paralelo tan exacto de nuestra salvación por la fe en los méritos de JESÚS y no en los nuestros! El cristianismo, ante todo, es la fe basada en la esperanza prometida de que nuestra victoria en Cristo está asegurada, y, ni siquiera la muerte podrá separarnos. Todavía podemos escuchar el grito de victoria del apóstol Pablo que llegó a ser el lema de los cristianos del primer siglo: “…porque es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.
En efecto, la esperanza, la fe y el amor son los tres grandes pilares de la vida cristiana normal. La esperanza no es un sentimiento para los que se sienten bien con lo que el presente les ofrece. La esperanza casi siempre acompaña a los que ya no la tienen. Por eso el dicho: “La esperanza es lo último que se pierde”.
Hoy contemplamos un mundo sin esperanza. Existen millones de personas que han perdido la esperanza de un mundo mejor. Para Dante, el que vive sin esperanza no necesita ir al infierno, ya vive en él. Alguien ha dicho: “Podemos vivir cuarenta días sin comida, ocho días sin agua, cuatro minutos sin aire, pero sólo una cuantos segundos sin esperanza”.
La esperanza es la proyección mental de alguien que se niega a morir sin dar la pelea; la esperanza es la energía que despierta la mente, sacude al espíritu y hace vibrar nuestro cuerpo; la esperanza  nos obliga a proseguir cuando todo ha fallado. La esperanza es un esfuerzo a futuro, y nos muestra que la vida merece ser vivida; la esperanza nos hace avanzar en nuestro camino, y nos llena de fortaleza de pies a cabeza. La esperanza ensancha nuestro corazón y pone una canción en nuestros labios.
¡Esa es la esperanza cristiana; esa es la esperanza prometida!

Oración:
Amado Padre Celestial:
Bendito y alabado eres porque el ser humano es parte de plan para estar contigo en esa tierra prometida. Tengo fe en tus hechos a favor de nosotros los pecadores y tengo la esperanza de morar contigo para siempre. Sé que sobre las cenizas de este mundo tendremos “cielo nuevo y tierra nueva”. Gracias SEÑOR por darnos esta esperanza viva en Ti. Ayúdame a levantarme si caigo, y dame tu ánimo para seguir adelante. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Un asunto es creer en Dios y otro muy diferente es creerle a Dios y depositar nuestra confianza en sus Promesas, que son nuestra esperanza.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

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