miércoles, 6 de julio de 2011

Hechos del Espíritu Santo

Francisco Aular
faular@hotmail.com


Pero todos fuimos bautizados en un solo cuerpo por un mismo Espíritu, y todos compartimos el mismo Espíritu. 1 Corintios 12:13 (NTV)


Me convertí al Señor en un mes de abril mientras leía la Biblia, y de este modo, el Espíritu Santo encontró la puerta para entrar a mí por medio de este versículo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20 RV60). Puedo decir con toda autoridad que el Espíritu Santo iluminó mi entendimiento en aquella hora, y se encendió el chispazo de la fe para creerle a Dios y a su Palabra. A mis 17 años tuve la certeza de que JESÚS había orado por mí hacía más de mil novecientos años…, y yo estaba siendo evangelizado por la Palabra, que Juan, inspirado por el Espíritu Santo, había escrito. En aquella hora feliz se cayeron las escamas de mis ojos y comprendí el sacrificio de la cruz que JESÚS había hecho en el Calvario. Los versículos bíblicos que tantas veces se me habían expuesto para que yo conociera al Señor por medio de un nuevo nacimiento, -que se obtiene al poner nuestra confianza únicamente en la obra del Señor JESÚS en la cruz- se me hicieron claros como el agua de un manantial. Luego de esta experiencia espiritual y por lo tanto subjetiva, habría de tornarse en acciones concretas en los 47 años de vivir los hechos del Espíritu Santo en mí, como ocurre en todos aquellos que hemos nacido de nuevo: “Por lo tanto, quiero que sepan que nadie que habla por el Espíritu de Dios maldice a Jesús, y nadie puede decir que Jesús es el Señor excepto por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12:3 NTV).

En efecto, todo lo que soy, aun antes de mi nacimiento físico y hasta el momento de mi partida de este mundo, es parte del plan de Dios en donde intervienen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Así lo vio el Apóstol: “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás” (Efesios 2:8-10 NTV).

Pues bien, ahora mismo, al escribir este devocional, tengo delante de mí la Biblia Versión Reina Valera, 1960. He subrayado 39 textos en donde el Espíritu Santo es el protagonista de todo lo que se cuenta en esos textos bíblicos; con sobrada razón, al libro de los Hechos de los Apóstoles se le ha denominado el libro de los Hechos del Espíritu Santo.

Es importante que sepamos que nuestros hechos no son obras nuestras, sino del Espíritu de Dios que por su gracia nos ha concedido hacer algo en su servicio: “Sin embargo, lo que ahora soy, todo se debe a que Dios derramó su favor especial sobre mí, y no sin resultados. Pues he trabajado mucho más que cualquiera de los otros apóstoles; pero no fui yo sino Dios quien obraba a través de mí por su gracia” (1 Corintios 15:10 NTV). El hacernos hijos de Dios (Juan 1:12) no nos costó nada porque a Dios Padre le costó su Hijo, y al Espíritu Santo convencernos “de pecado, de justicia y de juicio”; pero ser el tipo de cristiano nacido de nuevo que usa su dones y el fruto del Espíritu para glorificar a Dios, y es capaz de cumplir con su Misión Histórica en su breve paso por la vida, y a la luz de su Destino Eterno en el cielo, costará todo lo que somos, lo que hacemos y tenemos, pero así, mostraremos en nosotros, por todas partes por donde vayamos, los hechos del Espíritu Santo.


Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, háblame Tú con tu santa Palabra. Háblame con la inspiración de tu Espíritu Santo; háblame hasta con el dolor y con el gozo de la vida; háblame cuando trabajo y cuando descanso, cuando estoy despierto y cuando duermo, cuando como y cuando ayuno, cuando canto y cuando oro. Háblame y haz por medio de mí, tu obra de tal manera, que sean los hechos de tu Santo Espíritu y no mi obra. En el nombre de JESÚS, amén.


Perla de hoy:
Con la Palabra de Dios como nuestro mapa, y el Espíritu Santo como nuestra brújula, nos mantendremos en la ruta segura de la voluntad de Dios.


Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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