miércoles, 24 de enero de 2024

¡RENOVEMOS LA ESPERANZA!

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JUEVES, 25 de enero 2024
Lectura devocional: 1 Corintios 9:10-22
Porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 1 Corintios 9:10b (RV60)

“La esperanza es el estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos…En la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido.” (DRAE)

Perdónenme mis amados pero sigo con el tema de la esperanza porque no existe una persona que contagie a otros con más rapidez que un desesperanzado ¡Estamos amenazados por ellos!… En cambio la esperanza es una poderosa luz en medio de la oscuridad. ¡Allí dónde el desesperanzado, trae consigo las tinieblas y oscuridad, la esperanza brilla!

¡Increíble lo que hace la esperanza! ¡DIOS nos pone la esperanza en nosotros para que logremos lo imposible, en esta vida y después! Sin embargo, una virtud tan positiva como la esperanza también puede pasar por sus crisis. En efecto, el Dr. Leonardo Polo, catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad de Navarra, España, afirmó: “La crisis actual es una crisis de esperanza”.

En realidad el ser humano, desde que despertó a la intriga, a la duda y a la desobediencia, ante el enigmático árbol “de la ciencia del bien y del mal” -cuyo conocimiento le estaba prohibido-, ha gustado de explorar y ha puesto su esperanza en los misterios del futuro que su mente finita predice o se deja llevar por las realidades de las fuerzas ocultas dirigidas por el mismísimo Satanás. 

Ciertamente, algunos futurólogos de gran talento han estado preocupados por el porvenir de la raza humana, pero otros, van a los horóscopos y a los adivinos para intentar superar la crisis de esperanza que los asfixia. Pero, ¿hay alguien que pueda profetizar el destino? Bueno, déjeme decirle que si tal persona existiera, en pocos días, llegaría a gobernar a este mundo.

En verdad, toda esta angustia cósmica y crisis de la esperanza a que estamos sometidos, avanza amenazándonos a llevarnos consigo: levantamiento de los pueblos en varios continentes, la represión de los dueños del poder contra los manifestantes; la reacción de la comunidad internacional ante estos hechos; el peligro nuclear entre los países en guerra y que compiten por la lucha armamentista; la debacle financiera de las principales economías; el incremento de gobiernos corruptos que frenan la libertad y prosperidad de las naciones que gobiernan, y siembran la desesperanza entre los pueblos.

A este cuadro realístico que estamos describiendo se unen los millones que mueren de hambre; la inseguridad social: uno sabe que sale pero no sabe si regresa vivo a casa, porque los delincuentes están al acecho; crisis de valores; desmoronamiento de los matrimonios y las familias y otras instituciones tradicionales. Y, desde luego, el incremento de los pesimistas que nos contagian por las redes sociales, están produciendo, ante todo una crisis de esperanza.

Existe por decirlo de alguna manera, un debilitamiento y vacilación en las convicciones, y no se ve a corto plazo una renovación de los valores que nos han sostenido por siglos. La situación personal, nacional o planetaria nos agobia. No se trata de que peligre nuestra vida, sino la vida en sí misma. Esto nos lleva a una sensación de vacío, de cansancio; estamos simplemente agotados antes de hacer nada. En lugar de vivir, sobrevivimos… Sin duda, tenemos una crisis de esperanza.

Afortunadamente, el Hacedor del ser humano tiene un plan para nosotros, comenzó en la eternidad pasada, existe en el presente, y se proyecta a un fabuloso futuro. DIOS nos creó para Él, y como decía San Agustín: “Oh Dios, nos has hecho para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti…”.

Así como los árboles lucen secos, como esqueletos emblanquecidos en el duro invierno, reverdecen ante la inminencia de la primavera. El DIOS invisible, pero presente, es según el apóstol Pablo,“la esperanza de gloria”… DIOS nos ha preparado para salir airosos a pesar de los sufrimientos, las circunstancias adversas y de nuestras lágrimas. Si la angustia es la realidad de un mundo injusto y sin remedio, la esperanza de DIOS es la salvación posible en cualquier instante; la salvación es el regalo que DIOS nos hace; así podemos realizar el verdadero propósito de vivir en este mundo y más allá de esta vida humana. 

Sí efectivamente, esta es una invitación a nacer de nuevo, para poseer una fuente inagotable de esperanza y entre otras bendiciones: “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:5 NVI). 

De esta manera, la esperanza en el Cristiano nacido de nuevo, no entra en crisis por las circunstancias inmediatas, sino que está siempre presente y se agiganta por encima de ellas, porque se fundamenta en la fe inconmovible de un DIOS inmutable, siempre dispuesto a cumplir Sus promesa, y con la certeza del sembrador que espera a su tiempo una buena cosecha: “Porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto”. (1 Corintios 9:10b (RV60).

Ahora bien, yo soy un esperanzado sin límites y sueño con un fabuloso mañana, y como decía Martin Luther King, pastor bautista, estadounidense: “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.” ¡Fuera con el desánimo y renovemos la esperanza! 

¡Adelante, siempre adelante!

Oración:
PADRE ETERNO:
Así como el sembrador planta la semilla esperanzado en su multiplicación al final de la cosecha, igualmente, ayúdame a descansar en Ti y haz que mi esperanza sea viva y creciente. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La esperanza es confiar en que lo que DIOS me promete en Su Palabra, lo cumplirá.
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