viernes, 6 de noviembre de 2020

Angustia y consuelo

Francisco Aular
Lectura devocional: Marcos 6:45-52
Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo”. Marcos 6:49,50 (NVI)
 
Los discípulos de JESÚS eran hombres rústicos, pescadores de oficio en su mayoría, sin duda, a muy pocas cosas le tenían miedo. Pero, ¿quién no ha conocido momentos de angustia y miedo en la vida? ¿Qué hacer entonces cuando miras a tu alrededor y los demás valientes están tan aterrado como tú? En esos momentos, miramos al cielo y exclamamos a DIOS: “Por favor, ayúdanos (…), porque toda la ayuda humana es inútil” (Salmo 60:11; NTV). 
 
Imagínense la escena de la historia bíblica que nos atañe hoy. Los discípulos habían presenciado el milagro que hizo JESÚS de alimentar a cinco mil personas con la multiplicación de cinco panes y dos pescaditos, es decir, la comida de un niño que había venido para ver al SEÑOR. Después de todo eso, hizo que sus discípulos subieran a la barca para cruzar a la otra ribera, mientras Él despedía a la multitud, y pasaba unas horas en oración, en comunión con Su PADRE Celestial, como era su hábito devocional. Cuando llegó la noche, la barca estaba en medio del mar y el SEÑOR en la playa. Eran las tres de la madrugada y, ¡de pronto llega una tempestad!, con “un viento que les era contrario”, se fatigaban remando pero no lograban avanzar. Las olas se hicieron gigantes, y la pequeña embarcación pareció zozobrar…, allí están sin fuerzas y sin esperanza; entonces, en medio de la tormenta y caminando sobre las crestas de las olas, ¡aparece JESÚS!, quien prueba la fe de ellos: ¿seguirá el SEÑOR hasta la otra ribera, dejando a sus discípulos en la angustia de la negra noche? No. Aquellos hombres curtidos y de mar, no dan crédito a lo que ven y piensan que es un fantasma, y empiezan a gritar. 
 
¡Verdaderamente, la memoria corta de los discípulos permite preguntarnos, ¿se han olvidado del milagro de los panes y los peces? ¿Se han olvidado que hacías pocos meses o tal vez días, JESÚS había reprendido al viento y al mar y se había hecho una gran bonanza? (Marcos 4:39). Pero lo cierto es que, en esta ocasión están espantados; claman a voces. JESÚS sin dirigirles ningún reproche por su falta de fe y mala memoria, de inmediato, hace cesar el temor de ellos, al decirles: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.” Entonces, sube a la barca y se calma el viento. ¡Todo es diferente cuando JESÚS está presente! 
 
Actualmente, vivimos momentos muy angustiosos como cristianos nacidos de nuevo, y como Iglesia del SEÑOR en medio de un mundo adverso. JESÚS nos dijo, de manera clara, que como cristianos tendríamos problemas en este mundo: “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33b; NTV). De este mismo pensar fueron los apóstoles, entre ellos, Pablo, quien escribió: “Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!” (2 Corintios 4:17; NTV). 
 
En efecto, nadie puede vivir esta vida humana sin enfrentar la angustia, la tristeza, las aflicciones, sufrimiento y problemas, sin embargo, todo esto lo utiliza DIOS para llevarnos a un nivel superior en nuestro crecimiento en la vida cristiana, hacia la madurez, y cuando vemos las dificultades que se nos presentan con los ojos del SEÑOR: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28; NTV). 
 
Ahora bien, ¿qué hacer cuando las pruebas, las aflicciones nos llegan? ¡Enfrentémoslas cantando! Tengo un himno favorito para esos días, al cantarlo no solamente me ha hecho bien a mí, sino a mis amados a los cuales he consolado en medio de sus angustias. Es un poema, hecho el precioso himno: Maestro se encrespan las aguas, compuesto por Mary Ann Baker (1831 – 1921),la brillante pluma del poeta mexicano Vicente Mendoza, la vertió en castellano. Se encuentra en el número 380 del Nuevo Himnario Popular (CBP, 1955) El cual dice así:
I
Maestro, se encrespan las aguas
Y ruge la tempestad.
Los grandes abismos del cielo,
Se llenan de oscuridad.
No ves que aquí perecemos
¿Puedes dormir así?
¿Cuando el mar agitado, nos abre
Profundo sepulcro aquí?
CORO:
Los vientos, las ondas oirán tu voz:
Sea la paz, sea la paz.
Calmas las iras del negro mar;
Las luchas del alma las hace cesar,
Y así la barquilla do va el Señor,
Hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad:
Sea la paz, sea la paz.
Tu voz resuena en la inmensidad:
Sea la paz.
II
Maestro, mi ser angustiado,
Te busca con ansiedad,
De mi alma, en los antros profundos,
Se libra cruel tempestad.
Pasa el pecado a torrentes;
Sobre mi frágil ser,
Y perezco, perezco Maestro,
¡Oh, quiéreme socorrer!
III
Maestro, cesó la tormenta,
Los vientos no rugen ya.
Y sobre el cristal de las aguas,
El sol resplandecerá.
¡Maestro, prolonga esta calma,
No me abandones más;
Cruzaré los abismos contigo,
Gozando bendita paz!
 
Ciertamente, ¡JESÚS va con nosotros en esta barca débil que es la vida humana que poseemos!; no importa el tamaño del problema sino el tamaño de nuestro DIOS. Esto nos garantiza con certeza, el hecho de que, en nuestras vidas humanas, siempre tendremos: Angustia y consuelo.
Oración:
Padre Celestial:
¡Gracias por cuidarnos y consolarnos en forma tan maravillosa! Tú sabes que nuestra travesía, mientras llegamos a la otra orilla, está llena de dificultades. Pero nos has prometido que vas con nosotros. Ayúdame SEÑOR a comunicar tu Mensaje en medio de las crisis de este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La presencia de DIOS con nosotros y en nosotros nos da su Consuelo en medio de la angustia.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra? 
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
 
 

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