jueves, 14 de junio de 2018

¿Cuánto vale un padre?

Francisco Aular 
Lectura devocional:Proverbios 23:12-35
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón. Proverbios 23:15 (RV60)

¿Cuánto vale un padre? Me avisaron que el muy querido hermano don Modesto Jorges, había partido con el SEÑOR. Hablar de la hazaña de amado Modesto Jorges en la obra del SEÑOR, llevaría un libro completo. Llegué al lugar de sus honras fúnebres. Obviamente, allí estaban toda la familia, yo los conocía a todos. Pero su hijo Pablo, desde el principio era mi compañero en los quehaceres de nuestra Marcha Evangelizadora venezolana. Pablo en ese entonces, tendría más 50 años de edad, era pastor de la Iglesia Bautista El Buen Pastor de Maracay. Nunca olvidaré que Pablo al verme, corrió hacia mí, nos abrazamos y ambos lloramos. Sus palabras me quedaron grabadas en mi mente y corazón. En medio del llanto me dijo: “¡Mi padre era mi consejero, mi ejemplo, mi guía y compañero de oración…Y ahora, que haré sin él!” En verdad, el padre tiene un valor infinito cuando has sido un padre como el amado hermano don Modesto Jorges.

¿Cuánto vale un padre? Quizás un padre valga mucho menos que la madre, imposible competir con ella. Posiblemente lo cataloguemos como el mejor padre del mundo. Es posible también que papá tenga el mismo valor de un buen amigo; o tal vez, nunca lo conocí, con la cual vale menos que mi mascota.

¿Cuánto vale un padre? Estamos de acuerdo en algo, sin el aporte de un padre, no estuviéramos aquí, aún la manipulación genética de un laboratorio para producir un niño de probeta, necesitaré su apoyo. Pero no hablaré de esos tipos de padres invisibles, porque gracias al Señor, han existido, existen y existirán, los verdaderos padres. Esos que estuvieron nerviosos, sudorosos y al punto del desmayo, sin anestesia viendo nacer a cada uno de sus hijos; esos que se inclinaron para cambiar los pañales a sus niños, considerándolo un privilegio; los que se desvelaron conjuntamente con mamá, meciendo la cuna; los que lloraron secretamente al dejar su niño por primera vez en la escuela; los que sacaron tiempo para estar con sus niño en esas ocasiones tan especiales en el deporte, aupando a su campeón; esos padres que nunca se han sentido dignos de la admiración de sus hijos porque él tuvo en mente, simplemente disfrutarlos; ese padre que no se siente el héroe que principalmente su hija dice que es; ese padre que nunca tuvo que usar el látigo, porque solamente con una mirada y la palabra de aliento al hijo, lo corregía; esos que vimos que trataba con dignidad, respeto y honor a nuestra madre; esos padres que al menos domingo tras domingo, nos llevaron a la iglesia; y nos guiaron en obedecer al Libro de los libros: la Biblia. En las Sagradas Escrituras aprendimos a ser quienes somos; aquel padre que el día del matrimonio de su hija, tuvo la confianza en depositar su tesoro en manos de otro hombre desconocido, y después tener la sabiduría de ganarse otro hijo; esos padres, que consideran que sus hijos le han dado, lo mejor que la vida puede dar en su vez: nietos.

¿Cuánto vale un padre? Hace años, en una librería adquirí una tarjeta que dice lo siguiente: He aquí cómo piensa el hijo generalmente de su padre: A los siete años: Mi papá es un sabio. Todo lo sabe. A los doce años: Parece que mi padre…se equivoca en algunas cosas. A los dieciocho años: Mi padre está un poco atrasado. No es de esta época. A los veintiún años: Mi padre no sabe nada; definitivamente se está poniendo viejo. A los treinta años: No sé si ir a consultar este asunto con mi padre. Tal vez podría aconsejarme. A los cuarenta y cinco años: ¡Que lástima que papá se haya ido! Él me hubiera aconsejado. A los sesenta años: ¡Pobre mi padre! Era un sabio. Lástima que yo lo haya comprendido demasiado tarde.

¿Cuánto vale un padre? Vale mucho, si estuvo a mi lado ya fuera él, mi padre biológico o de crianza. Si fue un padre cristiano nacido de nuevo, se que él hubiera dicho con el sabio salomón: Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón.

Oración:
Padre eterno, tú eres nuestro verdadero Padre y nosotros los pecadores, tus hijos pródigos. Me conmueve al verte que has salido en nuestra búsqueda, nos arrepentimos de nuestros pecados, te pedimos perdón: te conmueves y nos besa y pones en nosotros el anillo de nuestra realeza al darnos la bienvenida nuevamente a nuestro hogar. Alabado sea tu santo nombre por tun amor y tu gracia. Amén.
Perla de hoy:
Todavía tienes tiempo para ser el padre que Dios quiere que seas, tu valor dependerá al buscar a tu verdadero Padre, y hacerle caso, a Su Palabra.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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