jueves, 28 de junio de 2018

Crecer en la gracia

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
En cambio, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea toda la gloria ahora y para siempre! Amén. 2 Pedro 3:18 (NTV)

Yo tendría un año en el Señor, y poco a poco crecía en la fe, me sentía lleno de entusiasmo en  las cosas de Dios. Mi pastor el misionero estadounidense, Carlos Clark, y su preciosa familia, habían impactado mi vida. Igualmente, Dios me había preparado dos amigos para ayudarme a crecer en esos primeros años de mi infancia espiritual, Adonis Rodríguez y Luis Magín Álvarez. Especialmente con Adonis, orábamos y soñábamos con formar familias que amaran al Señor, y con ellos, ayudar a la extensión del reino de Dios en la tierra. Así ha sido.

Verá, la influencia positiva de nuestro pastor y su preciosa familia se reflejaba en muchos de los asistentes en nuestra Misión Bautista Emanuel. Como todas las cosas buenas de la vida, algunos de los nuevos creyentes, no sabíamos que aquella familia misionera, saldría de nuestra iglesia y retornaría a su país por un año. Al retorno, no sabíamos si los destinarían de nuevo para estar con nosotros. 

Así las cosas, todavía recuerdo aquella triste despedida del aeropuerto, cuando vi que el avión de Pan American World Airways, levantó vuelo y se perdió en las nubes. No encontré consuelo por aquella semana porque los Clark, venían a mi mente y corazón.  Confieso que ese domingo siguiente en la iglesia, lloré casi todo el culto. ¡Qué falta me hacía mi pastor y su familia! Pero mi amado pastor, me escribió una tarjeta postal, la cual recibí al mes siguiente de la despedida. En aquella postal escribió palabras llenas de consejos al niño en CRISTO que era yo, y además de sus palabras, añadió el versículo que encabeza este devocional: En cambio, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea toda la gloria ahora y para siempre! Amén.

¿Qué es la gracia de Dios? La gracia es el mayor regalo de Dios hacia los pecadores: “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.  La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.” (Efesios 2:8-9 NTV). Sí, la gracia es el amor de Dios aplicado a nuestra total indigencia espiritual. Esa gracia tiene su fuente en Dios mismo y nunca en nosotros. Dios es libre y soberano, y distribuye Su gracia como Él quiere y a quien Él quiera. De manera que nuestro orgullo acostumbrado a no ser recibir favores de nadie, siempre cree que puede hacer algo para ganarse, para merecerse la salvación que Dios otorga. Así el incrédulo rechaza la gracia. Mientras que el pecador arrepentido la recibe con humildad y gratitud.

¿Qué es crecer en la gracia? A medida que dejo que el Señor inunde mi vida con su río de gracia en abundancia, mi ser va creciendo. El Señor va llenando cada espacio mi “espíritu, alma y cuerpo” en la medida en que yo sea dócil a la llenura del Espíritu Santo en mi caminar cotidiano. El apóstol Pedro nos ordena crecer en la gracia, de modo que no es una elección, porque crecer o no crecer, no es una opción, sino un mandamiento para que podamos ser ejemplos a otros. Como dice el especialista en liderazgo John Maxwell “una persona influye en toda su vida, de manera indirecta o directa, en otros diez mil individuos”. ¿A cuántas personas estamos influenciando positivamente? Sin duda un cristiano nacido de nuevo en posición de liderazgo influye mucho más en toda su vida rendido bajo el poder de la gracia de Dios.

Les confieso que las despedidas siempre me llenan de mucha nostalgia, y eso lo saben muy bien mis compañeros en la Marcha Evangelizadora, tras cada evento que realizabamos, después del despliegue, limpiábamos todo asegurándonos que el sitio quedaba mejor que como lo habíamos encontrado. Entonces, acostumbraba irme al lugar que nos había servido de santuario principal en dónde estuvimos predicando, enseñando, orando, cantando, y mi alma se derramaba delante del SEÑOR. Los que viajaban conmigo, me dejaban ese tiempo con mi Padre Celestial. Sabía que sin Su gracia, yo no hubiera estado allí; ni tampoco habría bendición para el ejército de marchistas, servidores en el liderazgo y los nuevos convertidos que salían a sembra la Semilla. Me parecía oír a lo lejos la algarabía de los que habíamos estado allí, y sentía en los más porfundo de mi ser, el estruendo del silencio que es una muestra inéquivoca que nuestro liderazgo está creciendo, está madurando en el SEÑOR. ¡Eso es crecer en la gracia!

El consejo que dio el apóstol Pedro hace dos mil años a todos los cristianos, y que me dio mi amado pastor hace 54 años, se lo aconsejo a usted, ante todo debe: ¡Crecer en la gracia!

Oración:
Padre eterno y lleno de gracia:
Bendito sea tu sagrado nombre, tu gracia me ha llenado para serte útil en tu reino, es la única explicación por la cual me llamaste a tu salvación y para ser quien soy y realizar la labor que me has encomendado. Ayúdame a que nunca me olvide que no se trata de mí, sino de ti. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
En las buenas o en las malas, Dios y Su gracia, están conmigo. No puedo fallar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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