miércoles, 6 de diciembre de 2017

Navidad: "Y el Verbo se hizo hombre"

Francisco Aular
Lectura devocional Juan 1:1-18
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan 1:14 (NVI)

 “¿Cómo hago para que no muera?” Era la pregunta que estaba en mi mente cuando en una hermosa mañana de otoño, descubrí sentando en mi auto en el espejo retrovisor, el magnifico trabajo que una araña había hecho durante toda la noche, había tejido una red alrededor de todo el espejo, de tal manera que impedía que yo pudiera ver. Allí estaba la araña orgullosa de su obra. Yo no quería matarla ni destruir su excelente obra de ingeniería. En esas divagaciones que nos vienen a la mente en situaciones como aquellas, me preguntaba: ¿qué tal si le hablara le advertiría que se vaya o muere? Nada. Sólo había una manera para salvarla: volverme una araña…, y una vez realizada esa metamorfosis, le advertirla del inminente peligro en que se encontraba.
En efecto, eso es lo que Dios hizo por el ser humano, adoptó nuestro cuerpo, y habitó entre nosotros, JESÚS mismo definió el propósito de su encarnación: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido”. (Lucas 19:10). De esta manera, el acontecimiento por excelencia de la Navidad es la encarnación del Verbo, de la Palabra, la humanización temporal de la Segunda Persona de la Trinidad: JESÚS. A causa nuestra, por nuestro bien, asume forma humana y hecho a semejanza de hombre entre los hombres. Toda esta humillación –no cabe otra palabra- la sufrió JESÚS, la Palabra de Dios por nosotros. Juan mismo lo pone en un versículo que es todo el evangelio en miniatura: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16 RV60). Pues bien, ¿Quién es JESÚS?: Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:15-16 NVI).
Igualmente, tenemos en la Biblia dos textos que arrojan mucha luz, sobre la Encarnación de Dios en JESÚS  Uno de ellos fue escrito por Juan el discípulo. Dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:1,14 RV60). El segundo texto salió de la pluma del apóstol Pablo: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4 RV60)
No se puede decir en menos palabras en que consiste el misterio de la Encarnación. El Verbo, la Palabra de Dios, no abandona el seno del Padre, Su esencia divina lo impide, pero en el tiempo de Dios vive personalmente en el mundo. Dios se da a conocer a los seres humanos a través de la Palabra, del Verbo, Su Hijo. Y en la Palabra, en el Verbo, los seres humanos ven a Dios a lo largo de treinta y tres años. ¡JESÚS, es el Centro del Plan de Dios, en el cual todo le ha sido dado a Él como Heredero de Su casa! Y al humanarse, vivir, sufrir y morir, pagó el precio de nuestro Rescate, ahora Él es el Regalo de la Vida Eterna, que hace posible hacernos miembros de la familia de Dios: “Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento.” (Romanos 8:17 NTV).
Pues bien, en el relato que hice al inicio de la araña, en aquella mañana, el animalito murió con su obra porque yo no pudo hacer nada por ella; pero nosotros no tenemos que morir en nuestros pecados, porque JESÚS, vino para llevarnos a Dios, vino para darnos vida a través de Su muerte: “Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la vida en el Espíritu.” (1 Pedro 3:18 NTV).
De esta manera,  en aquella noche en Belén, en un humilde establo, la Segunda Persona de la Trinidad, para decirlo literalmente en griego: “Puso su tienda de campaña entre nosotros”, y así: El Verbo, la Palabra…, en Navidad: ¡se hizo hombre!
Oración:
Padre eterno:
En estos días de Navidad, no quiero perderme la celebración llena de gratitud por tu Encarnación, por poner tu tienda de campaña al lado de la nuestra. Ayúdame a predicar el verdadero significado de estos días en tu propósito eterno. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Navidad es tiempo de renovar nuestro amor por JESÚS, y celebrarlo para siempre.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe algúna bendición para disfrutar?
¿Existe algún  mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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