martes, 18 de septiembre de 2012

Juicio divino contra la crueldad


Francisco Aular

Lectura devocional Amós 1:1-5

Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Damasco han pecado una y otra vez  y no permitiré que queden sin castigo! Azotaron a mi gente en Galaad como se separa el grano con trillos de hierro. Amós 1:3 (NTV)

Cuando vivíamos en Manassas, Virginia, una de las situaciones con las que teníamos que lidiar era con la cantidad de personas sin documentos. En una oportunidad, un hombre entre la cuarta y quinta década de la vida vino a visitarme a  mi oficina. Entonces, me confesó que su lugar de trabajo se caracterizaba por la injusticia y la crueldad. El trato que tanto él, como algunos de sus compañeros recibían de sus superiores era inhumano, la paga era poca y el trabajo muy pesado, lo penoso era que sus propios paisanos contribuían en la crueldad; a esto se une el hecho de que no dominaba el idioma y sus compañeros, quienes supuestamente le traducían cuando se les asignaba el trabajo a realizar para la semana, por lo general lo engañaban. No existía la posibilidad de reclamar ni de poner sus quejas ante el gobierno, porque se quedaría sin trabajo, y él pensaba, antes que en otra cosa, en su familia lejana a la cual tiene que enviar la remesa mensual.
Mientras oraba con él por esta situación, pude percibir por el clamor de ambos, que sentimos un profundo dolor en el corazón. Duele pensar que el ser humano no haya cambiado mucho desde los días del profeta Amós hasta los nuestros. Todavía nos maltratamos unos otros en un mundo lleno de conflictos.
Así se lo hice entender al amado hermano, oramos porque el Señor nos permitiera encontrarle otro trabajo. El amado hermano en la fe, tenía la hermosa costumbre de llegar temprano al lugar de trabajo, leer su Biblia y orar antes de iniciar la jornada laboral. Un día, el dueño de la empresa llegó, y usando como traductor a uno de sus trabajadores se dirigió al hermano de la manera siguiente: “José Miguel, quiero agradecerte en nombre de la empresa, lo que haces. He visto que tu trabajo es honesto, y eres un hombre de fe por que usas tu Biblia y la oración. Desde hoy en adelante, estarás en la oficina…”. Desde aquel día, ninguno de sus compañeros osaba burlarse; el hermano trabajó allí, hasta que regresó a su país de origen.
¿Cómo podemos mantener el amor de Dios que ya vive en nosotros, en medio de un mundo lleno de egoísmo con sus secuelas de odio y rencor? Lo cierto es que el profeta Amós, quien vivió unos 760 años antes de Jesucristo, advierte que Dios no dejará sin castigo a los que han actuado con crueldad contra sus semejantes. En efecto, el profeta proclama la majestad y la justicia insobornable contra los pecadores que no se arrepientan de sus hechos. De hecho, la conducta del cristiano en medio de un mundo cruel, la señaló el apóstol Pedro, cuando aconsejó a los cristianos del primer siglo lo siguiente: “Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. No respondía cuando lo insultabanni amenazaba con vengarse cuando sufría.Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia” (1 Pedro 2:21-23, NTV).
Ahora bien, es posible que usted o uno de los suyos esté pasando por pruebas de crueldad a las que otros lo someten. Tal vez, esté tentado a ser cruel con los demás en respuesta vengativa al mal trato recibido, en realidad, todos estamos propensos a ser crueles con los demás: la escuela, el hogar y hasta la iglesia  no escapan a esta peligrosa realidad, y los que somos líderes tenemos que cuidarnos, con mayor razón, de lo que pensamos, hablamos y hacemos. Clamemos al Señor para que nos use en su reino con la llenura del Espíritu Santo, única vía exitosa para vivir esta vida cristiana como una aventura llena de gozo, paz y amor.

Oración:
Amado Padre Celestial:
Líbrame del pecado de la crueldad de palabra y de hecho para inentar escalar posiciones y humillar al pueblo al cual debo servir. La posición más elevada a la cual puedo aspirar me la darás tú, cuando, de rodillas te busco, cada día, para saciar mi ser de ti y llenarme de tu amor para ser de bendición en la vida de otros. Te oro en el nombre de tu amado Hijo JESÚS. Amén.
Perla de  hoy:
Agradezca al Señor por la capacidad dada por el Espíritu Santo para ser y hacer la diferencia en este mundo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

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