jueves, 27 de septiembre de 2012

El cristiano y su deber cívico


Francisco Aular

Lectura devocional: Romanos 13:1-8
 
Toda persona debe someterse a las autoridades de gobierno, pues toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios. Romanos 13:1 (NTV)

Está muy claro en la mente paulina que el cristiano es ciudadano de dos mundos, del reino de Dios y del estado político. En efecto, el deber del cristiano es someterse a las autoridades, cualquiera sea la forma de gobierno que lo dirija, excepto, si existe contradicción entre la autoridad civil y la de Dios. En este último caso debemos obedecer a Dios antes que a los hombres: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19, RV60). Como ciudadanos de dos mundos, el cristiano debe ser obediente a la ley de Dios como a las leyes de la tierra. El principio de la autoridad espiritual se desprende del trono de Dios y sostiene a toda su Creación:  El propósito de la autoridad es evitar el desorden y el caos a través de sus autoridades delegadas en la familia, en el estado, en la iglesia y en la sociedad: “Pero asegúrense de que todo se haga de forma apropiada y con orden” (1 Corintios 14:40, NTV).
Las exhortaciones del apóstol Pablo en sus escritos son muy claras, y tienen el respaldo de la práctica propia, de él haber practicado lo que predicaba, porque el emperador que reinaba era el terrible Nerón, quien posteriormente ordenó la pena de muerte al Apóstol. ¡Nunca sabremos cuántas veces Pablo oró por aquel gobernante malvado! Lo que sí sabemos es que no había elecciones libres, ni votos secretos, ni otro candidato que no fuera el emperador. Si las elecciones libres- como hoy las conocemos, como la base de un sistema democrático- hubieran existido, pienso con todo respeto, que además de sus oraciones, el Apóstol hubiera votado por la libertad: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1, RV60).
Más de una vez habrá conflicto entre los que desean andar en el caos, el desorden, la corrupción, la miseria, la pobreza, la inseguridad social, y el dominio absoluto de las voluntades de los otros seres humanos, y lo que Dios nos ha concedido como una de sus leyes a nuestro favor: La libertad. Un cristiano fiel tiene el deber cívico de participar activamente en la vida moral, social, económica y política de su comunidad, y en la de su nación, procurando en todo momento ser vocero y ejemplo, con espíritu y valores cristianos. No se puede ser un mayordomo de Dios sin ser un servidor dentro de la sociedad en que vivimos. Nosotros, como cristianos nacidos de nuevo, debemos ser los primeros en pagar impuestos, apoyar la agenda de los movimientos sociales, políticos y religiosos en propuestas de leyes dignas, de avance y progreso de nuestra patria; todo esto comienza con ejercer nuestro derecho a elegir y ser elegidos por medio de nuestra participación, al ejercer nuestro derecho al voto en las elecciones para nuevos gobernantes.
En un proceso de oración y búsqueda en la Palabra de Dios para comprender mejor la amplitud y plenitud de nuestro deber cívico, encuentro que el apóstol Pablo nos habla en sus escritos sobre la existencia de “principados”, “poderes”, “tronos” y “dominios” que influyen en los acontecimientos de la tierra, y que requieren de una lucha espiritual para vencerlos: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales” (Efesios 6:12, NTV). Nuestras oraciones en el poder del Espíritu Santo van a favor de las autoridades gobernantes, pero también, en animar a los cristianos a que participemos en el cumplimiento de nuestros deberes cívicos mientras podamos ejercerlos, y ayudemos a cambiar la historia de nuestra patria terrenal.

Oración:
Amado Padre Celestial:
Sueño con una patria nueva no como un capricho humano, sino como la que tú describes:
“Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades. ¡Felices los que viven así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor.” Salmo 144:12-15 (NTV)
En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de  hoy:
No se puede ser un mayordomo de Dios, sin ser un servidor dentro de la sociedad en que vivimos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos tus comentarios