domingo, 20 de noviembre de 2022

LLORAR CON ESPERANZA

SALUTACIÓN
Francisco Aular
faular@hotmail.com
Versículos de hoy:

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación Mateo 5:4 (RV60). Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza.

1 Tesalonicenses 4:13 (NVI) 

El versículo más pequeño de la Biblia, pero al mismo tiempo el más grande del Libro sagrado, dice: “Jesús lloró” (Juan 11:35 RV60). Ese llanto de JESÚS debió sorprender a los griegos porque para ellos, sus dioses eran incapaces de sentir simpatía por las desgracias de los seres humanos, los griegos creían en dioses esencialmente incapaces de sentir ninguna emoción; sus dioses eran aislados, desapasionados e impasibles ante el dolor y angustia de sus adoradores, ¡no había ninguna esperanza de que el llanto fuera consolado! 

¡Qué imagen tan diferente tenemos de DIOS en JESÚS! En el cuadro original que precede al llanto de JESÚS, el versículo 33 pudiera traducirse así -traducción del original griego-, “Se conmovió profundamente en Su espíritu de tal manera que no pudo reprimir un gemido, y tembló movido por una profunda emoción.” (William Barclay) Aquí el corazón de DIOS mismo se conmueve y se une a nuestro instante de dolor como seres humanos, porque en breve versículos después, JESÚS resucitará a Lázaro. Me atrevo a opinar que el llanto del SEÑOR es llanto con esperanza. ¡Así lloramos nosotros a nuestros muertos! 

En efecto, cuando un ser amado fallece es natural que tengamos una sensación de pérdida, e inclusive de una profunda soledad que nada ni nadie podrá llenar nunca más. En esos momentos de crisis, de angustia, podemos también experimentar más íntimamente la solidaria y amorosa presencia de JESÚS. Sí, JESUCRISTO, quien lloró al lado de los que lloraron; quién sufrió la cruz y enfrentó solo la muerte y el infierno para nuestra salvación, sabe lo que es el sufrimiento y la soledad. 

De ahí que, Él mismo pasó por allí es capaz de darnos fuerzas con Su presencia: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:3-4 RV60). 

Por tanto, en nuestras vidas como cristianos nacidos de nuevo -poseedores de la vida eterna, la vida “zoé”, la vida que viene desde el cielo que tenemos en JESÚS-, nuestro llanto es un llorar con esperanza. 

La historia de las epístolas paulinas nos habla de los hermanos de Tesalónica, ellos habían entendido que JESÚS vendría en Su Segunda Venida. Esperaban que tal evento ocurriese mientras ellos estaban vivos, pero estaban preocupado por los cristianos que habían muerto. 

Los hermanos tesalonicenses querían estar seguros de que los que ya habían muerto verían la gloria de DIOS, ese día de la Segunda Venida de JESÚS. Así Pablo, tiene la oportunidad de enseñarle esta verdad bíblica: la persona que ha vivido ha experimentado su nuevo nacimiento en JESÚS, y aunque haya muerto, su vida “bios”, la vida humana se le habrá terminado, pero su vida eterna “zoé” es para siempre, por eso les dice: “Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza”. 

Tal afirmación nos revela que la relación que tenemos con JESÚS es tal que nada ni nadie la puede romper, ni aún la muerte. Así como JESÚS murió, pero resucitó, todos los que hayamos depositado nuestra fe, nuestra confianza únicamente en Él para la salvación eterna, establecemos una unión eterna con JESÚS. 

En la Biblia de una creyente anciana que falleció, tenía su Biblia bien subrayada y con notas que ella había escrito al margen a través de los años, en una de ellas, decía: “Dios no nos ofrece un camino fácil a la Tierra Prometida, pero sí nos brindará un camino seguro.” Negar el sufrimiento, los problemas, enfermedades y aflicciones, no es propio del cristianismo. 

Concluyo diciendo: he transitado un largo trecho tanto en mi vida humana como en la espiritual, mi vocación pastoral me ha puesto al lado de los que pasan por distintas pruebas, sean cristianos o no; pero he comprobado que en tales circunstancias una fe firme en la Palabra de DIOS nos permite: Llorar con esperanza. 

¡Adelante, siempre adelante! 
¡Ven a la iglesia hoy, te esperamos! 
¡Feliz domingo del SEÑOR para todos en todas partes!

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