miércoles, 18 de marzo de 2020

El triunfo de la esperanza

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Colosenses 1:24-29
Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria.
Colosenses 1:27b. (RV60)

Circula por las redes sociales, fotografías de muchos sitios históricos del mundo, frecuentemente visitados por millones de turistas en tiempos normales; sin embargo, ante la visita inesperada del temible Covid-19, están vacíos. Mientras observaba esas postales, me vino a mi mente el himno: “El Rey ya viene”. En efecto, los himnológos, Gloria, la letra y Bill Gaither, la música. Somos deudores a este conocido matrimonio cristiano, la autoría y el rescate de muchos himnos de nuesra cultura musical cristiana. El himno antes citado, ha sido uno de mis favoritos poque contiene en sus estrofas, el triunfo de la esperanza del Cristiano, en su primera estrofa y coro, dice:
“El comercio ya ha cesado,
el bullicio terminó,
los talleres se han cerrado,
la cosecha se dejó;
en las casas no hay labores,
en las cortes no hay ley;
el planeta ya está listo,
para recibir al Rey.
Coro:
¡Oh el Rey ya viene,
El Rey ya viene!
Ya sonó la gran trompeta,
Y Su rostro veo ya;
¡Oh el Rey ya viene,
El Rey ya viene!
¡Gloria a DIOS!
¡Él viene por mí!
(El Rey ya viene, #126, EMH, 1980)

Ciertamente, así como los escritores y creyentes del Antiguo Testamento, pusieron la esperanza en el Mesías que vendría, es decir en JESÚS, por unos 4.000 años de ser prometido en el huerto del Edén:
 Y pondré hostilidad entre tú y
la mujer, y entre tu descendencia
y la descendencia de ella.
Su descendiente te golpeará la cabeza,
y tú le golpearás el talón”.
(Génesis 3:15,NVI).
¡Nosotros ponemos nuestra confianza en que JESÚS, nuestro REY, volverá porque Él vive! Efectivamente, a los discípulos del SEÑOR JESUCRISTO, se nos da la esperanza para iluminar con ella a los que no tienen esperanza. La esperanza llena las expectativas de un buen futuro. En realidad, la esperanza no es algo que tenemos sino Alguien: “Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria.” (Colosenses 1:27b.RV60). Este fue el Mensaje que cambió al mundo: “¡CRISTO vive en mí!” Ninguno como el Apóstol Pablo para entender este misterio de DIOS, y ponerlo en una sentencia como ésta: “Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20,NTV). ¡Este es el triunfo de la esperanza! ¡JESÚS, enfrentó con valor la agonía y la muerte porque Él y solo Él, es la única esperanza! ¡La esperanza no se rinde! ¡Vale la pena vivir para proclamar este evangelio de la esperanza!

Otro aspecto es el siguiente, el cristiano que ha depositado en JESÚS su única esperanza de salvación, no marcha hacia la muerte, sino hacia la vida. La esperanza tiene una propiedad purificadora, porque mediante ella aprendemos, no sólo a existir, sino a vivir; no sólo a gustar, sino a saborear; no sólo a tocar, sino a sentir; no sólo a mirar, sino a observar; no sólo a oír, sino a escuchar; no sólo a escuchar, sino a entender; no sólo a pensar, sino a investigar; no sólo a hablar, sino a producir. Como consecuencia, la noche, el frío y la escarcha nunca se ponen sobre nuestra esperanza. ¡Eso sí!, como todos los dones y virtudes de DIOS en nosotros, estos son usados y desarrollados de dentro hacia afuera, DIOS nos los dio y es nuestra responsabilidad usarlos.

Lo peor que le puede suceder a cualquier ser humano es la muerte, pero, el verdadero hijo de DIOS tiene la esperanza de la resurrección. El cristiano nacido de nuevo es realista y ve este mundo y sus millones de habitantes tal y como JESÚS los ve, necesitados de amor, fe y esperanza. Cuando los seres humanos se sienten sin esta esperanza, les aterra morir. Algo les dice que no están preparados para morir, pero el cristiano nacido de nuevo no cambiará nunca lo temporal por lo eterno, tampoco, anhela quedarse en este mundo imperfecto porque DIOS ha puesto en su corazón que existe un lugar mejor para él:
No se angustien. Confíen en Dios,
y confíen también en mí.
En el hogar de mi Padre hay muchas
viviendas; si no fuera así,
ya se lo habría dicho a ustedes.
Voy a prepararles un lugar.
 Y si me voy y se lo preparo,
vendré para llevármelos conmigo.
Así ustedes estarán donde yo esté”.
(Juan 14:1-3; NVI).

Por eso,  la tumba no es el final para el que ha puesto su esperanza en JESÚS, como no lo fue para Él. ¡Este es el pensamiento que cubre todo el Nuevo Testamento! Aparte de la gran lección que encierra la vida humana de JESÚS, desde su encarnación hasta el triunfo de su resurrección, está también la esperanza con que se lanzaron a la conquista de un mundo adverso al Mensaje de la cruz, sus primeros discípulos, los apóstoles. En efecto, los apóstoles temerosos el día de la crucifixión, mantuvieron un bajo perfil, de repente, vieron a JESÚS resucitado. La fe de aquellos hombres y mujeres que caminaron y comieron en compañía de JESÚS viviente se fortalece, y desde entonces, nada ni nadie, los pudo detener. Unido a todo esto, está la esperanza de la Segunda Venida de JESÚS, mientras tanto, alienta saber que JESÚS ya vive por la fe en todo hijo de DIOS. El saberlo lo llena de esperanza.
Por consiguiente, la Biblia dice:
Es Cristo en vosotros la
esperanza de gloria.
(Colosenses 1:27b.).
Siendo así, no existe desesperación humana, -por grande que parezca la tragedia-, que el verdadero discípulo del SEÑOR no encuentre que su esperanza triunfe sobre ella. No existe dolor humano que no se redima por el triunfo de la esperanza. No existe pecado tenebroso o sutil que no sea al final vencido por el triunfo de la esperanza. No existe tormenta por fuerte y oscura que sea, que impida que nos orientemos por el triunfo de la esperanza como un faro luminoso al final del camino. ¡Con la esperanza en la batalla, no hay lugar para la derrota, sino para el triunfo!
Oración:
PADRE ETERNO:
¡Bendito y alabado sea tu Nombre!
Hoy venimos delante de ti para clamarte por la sanidad de nuestra tierra y te confieso que nos hemos apartado de ti y nos alejamos de tus caminos. Ahora, esperamos y confiamos en ti, SEÑOR, eres nuestra esperanza y triunfo. En el Nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡Pongo en tus manos mi futuro, tú eres mi esperanza y triunfo!
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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