jueves, 7 de abril de 2016

¡Perdidos… o salvados! (2)

Francisco Aular
Jueves, 7 de abril de 2016
Lectura devocional: Lucas 19:1-10
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido y es hallado…Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Juan 3:16; Lucas 15:24; Lucas 19:19 (RV60)

¡Perdidos… o salvados! Los sesenta y seis libros de la Biblia proclaman, sin pedirnos permiso, ¡qué todo ser humano está perdido y necesita salvación! El mismo JESÚS, con su carácter santo y misericordioso, no se anduvo con evasivas, ni con palabras que sonaran agradables a los oídos de aquellos primeros oyentes, al hablar de ese asunto. No mitigó en lo más mínimo, las durezas del tema con palabras que pusieran dudas acerca de la cruda realidad de la situación del ser humano delante de un Dios santo, sino que proclama con énfasis, una y otra vez, palabras como éstas: “Aquellos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46); e igualmente, “Y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29).
¡Perdidos… o salvados! Desde que Adán escogió hacer su propia voluntad en vez de vivir bajo la dirección de Dios, nosotros sus descendientes nacemos pecadores y enemigos de Dios. En consecuencia, todos estábamos perdidos y sin esperanza. Marchábamos sin freno por el camino ancho de la condenación eterna. Pero Dios nos envió a JESÚS como la única esperanza, por eso en Isaías 53:6 leemos: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros”. De allí que el Señor Jesucristo nos confirma esta profecía, tanto con su vida como con su muerte, pero también por medio de sus Palabras: “…yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10:10b). También señaló, una y otra vez: “Yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10); “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
¡Perdidos… o salvados! Podemos afirmar también, lo que alguien dijo: “Hay muchos caminos para apartarse de Dios, pero solo un camino para volver: JESÚS”. En efecto, la Biblia dice: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en Él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios” (Juan 3:17,18). En efecto, uno no tiene que morir para saber que está condenado o salvado. Fíjese en el tiempo del verbo; está en presente: “El que cree en él no es condenado” (aquí y ahora), pero el que no cree ya está condenado (aquí y ahora)”.
En el aquí y en el ahora decidimos el dilema: ¡Perdidos… o salvados! Estoy consciente que cada uno de nosotros se aferra en esta vida a sus propios ídolos: los placeres de la carne, sus posesiones materiales, el poder, la fama, diversiones, etcétera. Todos, de una manera u otra, nos alejamos de Dios. Vivimos esta vida humana y en este mundo terrenal, como si fuera para siempre. Perdemos la brújula que debe marcar el verdadero sendero que nos conduce al Cielo. Algo tan importante como es la vida que viviremos para siempre se la dejamos a los buenos amigos que quedan atrás; que pidan por nosotros. Me consta, por haber oficializado decenas de entierros que, aun los mejores deseos que se dicen al lado del ataúd o la tumba de un ser amado, lo mas lejos que llegan es hasta las puertas del cementerio, al regreso del campo santo, decimos como ese refrán español: “¡El muerto al hoyo y el vivo al pollo!”… Por esta razón, creo que nuestro Dios, en su misericordia y mientras vivamos, nos extiende su amor infinito y una y otra vez en la vida, y nos ofrece la oportunidad de que lo conozcamos y seamos salvos. Aun muy dentro de nuestro ser, nuestra alma pide que la llenemos de eternidad, es decir, de Cristo. Por eso, uno de los grandes teólogos, Agustin de Hipona dijo: “Señor nos hiciste para Ti, y está intranquilo nuestro corazón hasta que descanse en Ti”, y el gran físico y filósofo Blas Pascal dijo: “En el corazón del ser humano existe un vacío con la figura Dios, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada sino con Dios mismo, el Creador, revelando en Jesucristo”. Poéticamente lo expresó Amado Nervo:
Inútil la fiebre
que aviva tu paso,
no hay agua que pueda
calmar tu ansiedad
por mucho que bebas.
El alma es un vaso
que sólo se llena
con eternidad.
Oración:
Gracias Padre eterno por dejarnos un mapa para buscarte y enontrarte: La Biblia. “Ella me dice quien soy de donde vine y hacia donde voy” También me dice cómo ser salvo para siempre, y ser encontrado y transformado por el poder del Espíritu Santo. Ayúdame Señor a obedecer tu Palabra porque ello es todo en esta vida y en la venidera. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
¿Perdido o salvado? Es la pregunta que exige una respuesta individual.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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