lunes, 4 de abril de 2016

¡Aférrate a tus sueños!

Francisco Aular
Lectura devocional: Génesis 37.1-11
Al poco tiempo José tuvo otro sueño y de nuevo se lo contó a sus hermanos.—Escuchen, tuve otro sueño —les dijo—. ¡El sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí! Génesis 37:9 (NTV)

De entrada, les confieso que he sido un soñador desde niño – no me estoy refiriedo al sueño en el aspecto onírico, sino a la visión de ponerse metas y alcanzarlas en la vida-. Aunque veía salir a mi padre y hermano mayor a hacer las labores del campo, todos los días; nunca me vi allí. Algunos de nuestros familiares vivían en la gran ciudad de Caracas, y yo me veía caminando por aquellas calles de la capital con mis zapatos y todo. Así fue. En efecto, mis doce años los cumplí en Caracas, para entonces, tenía dos años y medio viviendo en la gran ciudad venezolana, y como yo había nacido en una montaña y me había criado en un pequeño pueblo del interior del país, aun así, mi corazón de niño campesino se llenaba de asombro por los descubrimientos que poco a poco iba haciendo en mi nuevo mundo, entre ellos, la televisión. ¡Dios había cumplido la primera etapa de mis sueños de niño, ahora tenía que seguir soñando y seguir aferrado a mis sueños de estudiar y salir adelante! Todavía cuando cuento esta historia me pregunto ¿cómo logre mantener vivo aquelos sueños de superación personal? Lo ilustraré por medio de un amigo de mi infancia en aquel barrio El Retiro en San José del Avila, al noroeste de la ciudad de Caracas, a finales del gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
Pues bien, un día llegó a nuestra casa, “Jimmy”, como regalo a una primita en su primer cumpleaños. Era un perrito raza “cacri” (callejero con criollo); se ganó rápidamente el corazón de todos en casa, y particularmente se convirtió en “mi mejor amigo”. Era inteligente y un poco cómico, en las navidades de ese año los vecinos se divirtieron de lo lindo con “Jimmy”, porque lanzaban al aire los fuegos artificiales de la época, y él saltaba en un vano intento por atraparlos. Jimmy era pequeño, de color blanco con una raya marrón que le nacía en el lomo y dividía su carita en dos, sus orejas eran grandes y al moverlas y por sus ladridos, yo sabía lo que quería.
Muchas cosas acontecieron desde que “Jimmy” llegó a mi vida, pero una de los hechos -que mis hijos, cuando eran pequeños, me pedían que les relatara con frecuencia- ocurrió el día en que me defendió y expuso su vida por mí. Pasó así: Tal y como acostumbrábamos diariamente fuimos a hacer las compras, él siempre iba delante y yo lo seguía sin perderlo de vista, él siempre llegaba primero a la tienda, y algunas veces, el carnicero le tenía un huesito. De retorno a casa cambiábamos de lugar, yo iba delante y el detrás entretenido con su hueso, que sólo soltaba para ladrar a los otros perros que respondían desde sus casas el saludo. De repente, en una esquina, un señor italiano recién llegado al barrio, apareció en escena, venía con su perro gigante y mal encarado que de inmediato se abalanzó sobre mí; el hombre le gritaba en italiano y yo le gritaba en español, pero el perro no se detenía. En fracción de segundos, “Jimmy”, que por el susto no acordaba de él, entró en escena. Era una pelea desigual, temí por mi perro. Los vecinos salieron, algunos gritaban al señor italiano que evitara que su perro matara al mío -ya les dije que “Jimmy” tenía su público-, en un momento, ambos animales se trabaron en lucha, daban vueltas y vueltas, hasta que el perrote empezó a dar aullidos de  dolor, y fue entonces, que descubrimos que “Jimmy” tenía asida la cola de su contendor entres los dientes, así que yo mismo, tuve que ayudarlo a abrir su hocico para que lo soltara. ¡Todos aplaudían!
Aquel día aprendí algo que me ha ayudado en mi liderazgo con iglesias pequeñas. ¡No importa el tamaño del desafío, lo importante es la visión y la pasión para acometerlo en el nombre del Señor! Como oró el profeta Eliseo por su discípulo Giezi en el “Valle de la visión”:Señor, ábrele a Giezi los ojos para que vea.” El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo. (2 Reyes 6:16,17) ¡Sin visión no habrá sueños para cumplir!
En la vida cristiana, debemos llenarnos de la visión divina para compartir a JESÚS y extender Su reino en todo la tierra. Esto es muy sencillo porque,   el fruto de un cristiano es otro cristiano, y el de una iglesia es otra iglesia. ¡Ese es un sueño puesto por el mismo Dios que inspiró a José! ¡Que Dios nos abra nuestros ojos para ver con los ojos del alma, nuestros sueños una realidad! Sé que todo depende del líder que está al frente del ministerio. Una sola cosa le pido al Señor y lo palpo como nunca al final de mi vida que no ¡deje de soñar grandes cosas para Su honra y gloria!
Así nosotros, como pueblo de Dios, tenemos que soñar grandes sueños y aferrarnos a ellos como mi perrito “Jimmy” con el perro grande, ¡no soltarlos hasta que los venzamos! También desde ese día entendí el dicho: “No es el tamaño del perro en la lucha, sino, la lucha en el perro lo que vale”. ¡No importa el tamaño de nuestra iglesia, sino el tamaño de nuestro Dios! No sé cual es tu plan personal o para la obra de Dios, solo una cosa es necesaria al visionar y soñar con tu meta final: ¡Aférrate a tus sueños!
Oración:
Padre eterno:
La idea de escoger a una manada pequeña metida en un barrio a donde nadie va, o debajo de un puente o un árbol, tal vez en una cocina o una sala de un hogar, y de utilizar a hombres y mujeres comunes con visión y pasión para dar inicio al trabajo extraordinario de levantar una catedral para ti, no es humano, nace en tu Corazón. Gracias amado Dios porque en eso andamos por el mundo entero, somos tu Pueblo Visionario; danos tu bendición. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡No importa el tamaño del desafío, lo importante es la visión y la pasión para acometerlo en el nombre del Señor!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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