lunes, 19 de enero de 2015

Un llamado urgente a la oración

Francisco Aular
Lectura devocional: 2 Crónicas 7:11-22
Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14 (RV60)

“La oración es la actividad más alta del alma humana, por eso es a la vez la prueba suprema de la verdadera condición espiritual de un hombre… Todo lo que hacemos en la vida cristiana es más fácil que orar”. Dr. Martin Lloyd Jones.Admito de entrada, sinceramente, que estoy lejos de considerarme un hombre de oración, aún así, creo que Dios abre las puertas de los cielos sobre aquellos que oran. Orar no es solamente una bella doctrina, sino un servicio que se brinda a los demás, y una guerra que libramos en la esfera espiritual a favor de los otros seres humanos que viven en nuestra generación. Dios nos ha prometido bendiciones ilimitadas si oramos, por eso, el “si” condicional que preside nuestro versículo que encabeza este escrito.
Por otra parte, nada de lo bueno y perdurable que se haya hecho sobre la tierra, vino sin oración. A través de la historia del cristianismo, vemos que los hombres y mujeres nacidos de nuevo, cambiaron sus generaciones por el impacto de sus oraciones elevadas ante del SEÑOR. El apóstol Pablo aconsejó sobre el priorizar la oración: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres…” (1 Timoteo 2:1). ¿Por qué Pablo nos da este consejo? Porque solamente en la medida en que oramos, nuestras actividades diarias hacen impacto para esta tierra y se extiende hasta la eternidad, y porque nuestros enemigos, el mundo, el demonio y la carne, todavía son impedimentos para que un cristiano nacido de nuevo, haga lo que Dios le pide, y sobre todo: orar.
Hoy vivimos un momento crítico en el mundo. Se nos informa que unos 200.000 cristianos morirán este año por su fe en JESÚS. ¡Oremos por ellos y por los misioneros que están llevándoles el Mensaje! ¡Nosotros mismos necesitamos que otros oren por nosotros, así que, oremos nosotros y por los demás!  Igualmente,  el asunto de las crisis de la economía y la política internacional, ¡no es un cuento!, es una realidad, y tarde temprano nos tocará y también a los nuestros. Hoy, las amenazas al mundo occidental por la barbarie del terrorismo religioso musurmán, son avisos que ellos cumplen, sin piedad. ¿Qué hicieron los primeros cristianos cuando enfrentaron una situación semejante? Oraron pidiendo confianza y valor, ellos oraron así: Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. Hechos 4:29 (NVI). Como dijo Andrew Murray, hace unos años:
“El Señor Jesús no ofreció su vida, ni derramó su sangre para
evitarnos el sacrificio de nuestras vidas ¡De ninguna manera, Su sacrificio fue para hacer el sacrificio de nuestras vidas posible y deseable!” ¡Que el Señor nos ayude para que en esta hora menguada de nuestro mundo! ¡Levantemos un poderoso movimiento de oración! ¡No tenemos tiempo que perder! ¡Esto es tan urgente que si usted no es persona de oración, inténtelo otra vez, eso sí, comience por humillarse delante de Dios! La oración es el vehículo del poder en todo lo que hagamos en la evangelización y el discipulado de un mundo, “sin Dios y sin esperanza”. Decía mi profesor el doctor Roy Lyon: “La oración es la llave de las riquezas espirituales de Dios. Por medio de ella podemos recibir del Padre la unción del poder y la dirección del Espíritu Santo.”
¡Esto es un llamado a la oración! ¿Cómo hacerlo efectivo? Para ello, pondremos en práctica la Operación 6.3.9. A las 6 de la mañana oraremos por pastores y líderes cristianos. A las 3 de la tarde, por el país en donde usted vive y los líderes gubernamentales, y a las 9 de noche, oramos por la familia.
Espero que se una a mí en todos estos momentos en donde esté, y que juntos, vayamos al Trono de la Gracia, en donde nuestro Padre Eterno, empezará a derramas sus bendiciones sobres sus hijos, como lo ha prometido. Sin embargo, al orar no esté pidiendo sus deseos materiales, sino por sus necesidades; considere usted también al orar el respeto que merece nuestro Padre celestial, no estoy ordenando a un sirviente para que me escuche, ni declarando mis caprichos a un vendedor que debe ser complaciente con lo que le pido. No; estoy delante del Todopoderoso Señor del universo; nosotros somos el pueblo que Él está forjando para morar al final de la historia juntamente con JESÚS, y por eso, debemos no ordenarle en oración, sino obedecerle: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14, RV60). Frente a la oración, Nunca como hoy, debemos responder a este llamado urgente. ¡Manos a la obra!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Tú no eres ser humano como nosotros para arrepentirte y mentirnos en tus promesas, de amar y perdonar a tus hijos hasta el final, cuando te veamos cara a cara, y ya la oración como vehículo para mantener mi comunión contigo, haya dejado de ser. Ayúdame, a buscar tu rostro, arrepentirme de mi mal camino y a esperar en ti. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Al orar es mejor presentarnos con un corazón humillado y sin palabras que palabras sin corazón.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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