jueves, 30 de enero de 2014

Pasión evangelizadora: Sus hombres


Francisco Aular      

faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 12:49-53
Pasión evangelizadora: Sus hombres
Yo he venido para encender con fuego el mundo, ¡y quisiera que ya estuviera en llamas! Lucas 12:49 (NTV)
JESÚS vino a traernos el fuego espiritual, un fuego benigno, purificador,  fuego que hace al pecador verse a sí mismo frente al otro fuego, el que arde y que nunca se apaga -como Él lo dijo-, este fuego salvador del Señor lleva a nuestros corazones la convicción de la realidad del amor de Dios y el poder de su gracia; este es el fuego que nos produce fe, arrepentimiento, confesión, y nos hace hombres y mujeres nuevos. ¡Esos hombres y mujeres se convierten en discípulos  con fuego y pasión!, ellos nos descansarán hasta ver su generación en llamas. Ese era el fuego que sentían también los profetas del Antiguo Testamento y que hicieron impacto en sus generaciones: “Sin embargo, si digo que nunca mencionaré al Señor  o que nunca más hablaré en su nombre, su palabra arde en mi corazón como fuego. ¡Es como fuego en mis huesos! ¡Estoy agotado tratando de contenerla! ¡No puedo hacerlo!” (Jeremías 20:9; NTV).
Sí, Jeremías era un hombre de fuego, y solamente un hombre como él pudo llevar a cabo el difícil trabajo que Dios le encomendó de predicar en contra del pecado de los líderes civiles y religiosos de su nación, sin embargo, el profeta no calló, le causaba dolor la ceguera espiritual de su pueblo, y ese gemir espiritual lo expresaba a través de la profunda y emotiva personalidad que poseía. En efecto, Jeremías, escribe:
“¡Mi corazón, mi corazón, me retuerzo de dolor! ¡Mi corazón retumba dentro de mí! No puedo quedarme quieto. Pues he escuchado el sonar de las trompetas enemigas y el bramido de sus gritos de guerra. Olas de destrucción cubren la tierra, hasta dejarla en completa desolación. Súbitamente mis carpas son destruidas; de repente mis refugios son demolidos. ¿Hasta cuándo tendré que ver las banderas de combate   y oír el toque de trompetas de guerra? «Mi pueblo es necio   y no me conoce —dice el Señor—. Son hijos tontos, sin entendimiento. Son lo suficientemente listos para hacer lo malo, ¡pero no tienen ni idea de cómo hacer lo correcto!»” (Jeremías 4:19-22; NTV). Evidentemente, la pasión y el fuego del profeta no lo frenan, ni el pecado de su nación en contra de Dios, tampoco, la ignorancia y la ceguera espiritual de su pueblo, ni el poco impacto y resultados de su predicación en aquella generación que escuchaba su exhortación,  porque el mismo profeta explica, dramáticamente, aquella pasión por llevar el mensaje: “¡Es como fuego en mis huesos!”. A no ser que Dios en su gracia nos permita andar bajo su fuego divino no podemos hacer frente a una situación nacional y mundial, como servidores de Dios, la cual, -considero en mis casi siete décadas-, ¡es lo peor que hemos vivido!
Es claro en las Escrituras que el propósito dominante del fuego que trajo a JESÚS desde el cielo a la tierra  y lo condujo a la cruz es la pasión por la salvación del ser humano pecador. Como lo sabemos JESÚS vivió, murió, pero, ¡resucitó!, y una vez resucitado, nos encomendó –completar por así decirlo, su misión, diciendo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). Aquellos humildes hombres, discípulos del Señor, vieron como JESÚS fue llevado al cielo. Sin duda, estaban entristecidos en gran manera, pero el Señor les prometió que comenzaría una nueva era con el surgimiento de la Iglesia del Señor, llena del fuego del Espíritu Santo como también lo había dicho Juan el Bautista: “Yo los bautizo con agua, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.” (Lucas 3:16). Esto se cumplió en Pentecostés. ¡Desde entonces la Iglesia del Señor ha sido bendecida con el poder del Espíritu Santo, y ha producidos hombres y mujeres, que han sido bautizados con el fuego de Dios e insertados en el cuerpo del Señor por todo el mundo! Como ocurrió en el primer siglo, de tal manera, que los contemporáneos de aquellos discípulos del Señor, exclamaron: “Estos que trastornan al mundo entero también han venido acá” (Hechos 17:6). ¡Ese mismo comentario se ha oído en muchas ocasiones en la historia de la Iglesia sobre los discípulos apasionados de JESÚS! Ahora bien, hablar de estos hombres y mujeres a través de la historia del cristianismo será tema de otro devocional.
Mientras tanto, no permitamos que el fuego de la pasión evangelizadora merme de nuestros corazones. No dejemos que el frío del invierno de la mundanalidad nos apague el fuego. El Espíritu Santo, como lo hizo con los profetas en el Antiguo Testamento, ahora vive en nuestros corazones. Vengamos, como el profeta Isaías, humildemente, sin jactancias, sin creernos una gran cosa, confesemos nuestros pecados, y el Espíritu Santo, tomará el carbón encendido de su altar y lo pondrá sobre nuestros labios, nuevamente. De esta manera, todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, experimentará: ¡La llenura del poder del Espíritu Santo en todo lo que somos, tenemos y hacemos para llevar el fuego de Dios a nuestra generación! Entonces, veremos en acción, ¡la pasión evangelizadora y sus hombres!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Dame Señor tu fuego divino para llevar tu Mensaje! Sin reservas, sin retiradas y sin lamentos a ésta y a las futuras generaciones; que el mundo entero pueda oír tu voz a través de las voces y los hechos de los hombres y mujeres con pasión evangelizadora por dondequiera vayamos. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
¡Dame Señor tu fuego divino para llevar tu Mensaje! Sin reservas, sin retiradas y sin lamentos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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